jueves, 26 de noviembre de 2009



¿Por qué se dice reforma laboral?.



*J. MANUEL MARAÑÓN Y EMILIO DE COS-EL DIARIO MONTAÑÉS-26.11.2009 -



Llevamos año y medio de sesudas disquisiciones sobre la crisis y las medidas a tomar para salir de ella. Curiosamente, todo el mundo dice que el origen de la crisis es financiero, que hay que cambiar el modelo productivo, que hay que hacer reformas estructurales y, mucha de esta gente, acaba pasando de puntillas sobre todo ello para acabar aterrizando en la necesidad de una reforma laboral reducida a una reforma de la contratación que conlleve un abaratamiento del despido. Es decir, se pontifica sobre lo que deben soportar los más débiles porque no se atreven, esos pontífices, a meter mano a los poderosos.
El último ejemplo lo hemos tenido en la tribuna publicada hace un par de semanas en el DM por el portavoz socialista en el Ayuntamiento de Santander, el Sr. Cabezón Alonso. En esa tribuna, sigue este mismo recorrido que decíamos anteriormente.
No vamos a tratar de rebatir punto por punto lo que se dice en esa tribuna puesto que queremos centrar nuestra propuesta en hablar de la real incidencia que una reforma laboral puede tener en la mejora de la cantidad y la calidad del empleo y en las cuestiones que, aparte de la contratación, deben ser tenidas en cuenta a la hora de hablar de esa reforma.
Pero sí queremos hacer alguna consideración antes de entrar en alguna cuestión de fondo. Evidentemente, un gobierno tiene que mirar los intereses generales mientras que los sindicatos estamos para velar por los derechos de una parte, en el marco de los intereses generales, aunque esa parte constituya la porción mayoritaria de la sociedad y más si consideramos que el trabajo debe de situarse en medio de esa sociedad. Lo que sucede es que un gobierno que se dice de izquierda nunca debe olvidar a las bases sociales de las que saca la parte más importante de sus votos.
Por otra parte, uno de los problemas de la izquierda en el último cuarto de siglo es que ha realizado políticas descafeinadas, alejadas de propuestas progresistas, lo que ha llevado en muchos casos a que los electores prefieran la versión original que una mala copia.
Asimismo, pensamos que tanta reforma laboral en los últimos veinte años, indica que no se ha ido al fondo de la cuestión y que las mismas no han servido sino para incrementar los niveles de temporalidad y de precariedad laboral; por cierto, las vías de ajuste en materia de destrucción de empleo en este escenario de crisis.
Entrando en la cuestión de fondo, habría que empezar diciendo que si la raíz de la crisis no es laboral, sino financiera, la salida tiene que ver con la raíz de la misma y en ningún caso con las consecuencias. Por eso, abordar un cambio de modelo económico en España y a nivel internacional, no parece un tema menor y mucho menos cortoplacista, porque ciertamente esta crisis es de modelo, de un modelo neoliberal, que ha primado al mercado frente al estado, aunque ahora haya sido el Estado el que ha tenido que salir al rescate del mercado lo que, por cierto, el autor del citado articulo obvia. Nos preocupa que alguien termine pensando que esta crisis es una "mera autocorrección de los mercados" pues ello nos abocaría a repetir los errores que nos han llevado a la actual situación.
Por lo tanto, hablar de cambio del modelo productivo no es mera literatura. Si no creamos puestos de trabajo de mayor valor añadido, con mayor índice de productividad y con mayor estabilidad, por muchas reformas de la contratación que hagamos, volveremos a tener las mismas tasas de desempleo en las épocas de vacas flacas. Por cierto, para todo eso es imprescindible incrementar la inversión en I+D+i, tanto a nivel público como privado. Es decir, que las Administraciones deben hacer más que discursos en este tema y que los empresarios deben reinvertir parte de la renta empresarial en ello, renta que ha ganado peso en los últimos años frente a las rentas del trabajo, por cierto.
Hay que acabar con la temporalidad injustificada. Es decir a un trabajo indefinido debe corresponder un contrato indefinido. Estamos cansados de ver, los sindicalistas, personas que llevan hasta 6 y más años en un mismo puesto de trabajo con un encadenamiento de contratos temporales y con miedo a hacer valer sus derechos porque eso significaría el despido fulminante. Pero sobre esto ya tenemos legislación, Sr. Cabezón Alonso. Solamente con voluntad política de aplicarla valdría. Voluntad política que se debe traducir en recursos humanos, por ejemplo aumentando significativamente la plantilla de la Inspección de Trabajo. Y, de paso, esa reforma que ud. pide podría contemplar alguna norma sobre subcontratación en cadena.
Por otra parte, algo irrenunciable lo constituye la tutela judicial del despido, algo puesto en cuestión por el contrato único propuesto por el manifiesto de los 100. ¿Por usted, también, Sr. Cabezón Alonso?. Le recomendamos vivamente el libro de Antonio Baylos y Joaquín Pérez "El despido o la violencia del poder privado".
Pero, Sr. Cabezón Alonso, los sindicatos queremos que en esa reforma laboral se hable del cogobierno de las empresas. Queremos revisar el artículo, que por cierto proviene de la noche oscura el franquismo, que adjudica al empresario "la única responsabilidad de la organización del trabajo en la empresa". Eso conlleva, por ejemplo, que si ese empresario/a toma decisiones equivocadas (y usted como nosotros habrá conocido unos cuantos), la pagan los trabajadores y trabajadoras que no han tenido ninguna influencia en esas decisiones. Tanto que miramos a otros países europeos y a su baja tasa de desempleo, porque no reflexionamos en que igual la participación sindicada de los trabajadores/as en los consejos de Administración y en los órganos de toma de decisiones ha podido tener algo que ver. Por otra parte, ¿le parece a Ud., Sr. Cabezón Alonso, que cabría arbitrar en esa reforma o junto a ella la posibilidad de que empresas en dificultades puedan reducir a la jornada compensándose a los trabajadores/as tal y como propone CC OO? Por cierto seria muy útil que escuchara las palabras de la Vicepresidenta Económica en torno a la reducción de la Jornada de Trabajo como una de las alternativas pudiéndose compensar por el estado la parte no satisfecha por la empresa. En una palabra, hay que analizar otros modelos que parece responden mejor a situaciones de alto desempleo en momentos de crisis. Hablemos de Alemania o Francia por ejemplo. En fin, podríamos extendernos en muchas otras materias que pudieran estar en el marco o junto a una reforma laboral, materias que pueden ir desde las mutuas hasta la reforma de la propia negociación colectiva pasando por la reforma de la normativa de los ERE´s. Pero no creemos que haga falta ser exhaustivos.


* J.Manuel Marañón y Emilio de Cos de la Ejecutiva Regional de CCOO de Cantabria.

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