jueves, 14 de junio de 2012



Las verdaderas causas de la crisis.

J.Manuel Marañón-Fundación 1º de mayo

Publicado en el Diario Montañés(edicióm impresa)-14/06/2012

Después de lo vivido en estas semanas, parece claro para un nº creciente de ciudadanos/as que las causas de la crisis hay que buscarlas en sitios diferentes de la legislación laboral o de las prestaciones del Estado de Bienestar.
En el caso de España, la crisis financiera internacional ha venido a sumarse a la propia crisis de nuestra economía, desarrollada al calor del crecimiento excesivo del sector inmobiliario, de unos reducidos tipos de interés y de una gestión inadecuada del riesgo de financiación de esta burbuja por parte de las entidades financieras.
La evolución de la economía española en los últimos años es negativa, con un descenso continuado de actividad que vuelve a acentuarse en 2012 al entrar en un segundo periodo recesivo, acompañado de un proceso de destrucción de empleo que está alcanzando cifras record.
Las probabilidades de recuperación en el medio plazo no son optimistas. La evolución económica internacional, la opción tomada hasta ahora por la UE y el Gobierno de España de afrontar la crisis a través de políticas de ajuste y las deficiencias de nuestro modelo productivo avalan esta tesis.
La economía española necesita estímulos económicos compatibles con el necesario control del déficit y deuda. Estos estímulos económicos han de proceder de un incremento de la demanda, interna o externa, o bien de una mayor inversión, pública o privada.
La realidad es que salvo la demanda externa, el resto de opciones no están ayudando.La demanda interna está muy deprimida como consecuencia del efecto combinado del elevado nivel de endeudamiento de las familias y el temor al consumo.  La inversión pública tiene un papel cada vez menor en las sucesivas leyes de Presupuestos y la inversión privada no parece dispuesta a invertir a corto plazo en España.
El escenario de ingresos del Estado, sumando impuestos y cotizaciones sociales, se mantiene también sensiblemente por debajo de la media de la UE (30,7%% del PIB sobre ingresos frente a una media del 38,3% en la UE-27, y aún algo mayor –hasta el 38,7%- respecto de los países de la zona euro). A ello hay que sumar la ineficiente estructura fiscal española que los sucesivos Gobiernos han ido debilitando al reducir la importancia recaudatoria de las figuras fiscales basadas en la imposición directa y sustituir su capacidad recaudatoria por la imposición indirecta o por impuestos vinculados al ciclo económico.
Una peculiaridad de nuestra situación tiene que ver con el sector financiero y la importancia estratégica en la economía actual de la intermediación financiera. Por ello, en el resto del mundo, especialmente EEUU y Europa han intervenido desde 2008 con intensidad en el sector financiero, capitalizando y otorgando las garantías necesarias para sostenerlo.
La falta de una adecuada supervisión y regulación de los mercados financieros están en la base de la crisis financiera actual. Ahora bien, la principal responsabilidad de lo que ha ocurrido en el mismo es de los gestores que han asumido riesgos excesivos y han  desarrollado prácticas nocivas para la salud del sistema financiero.
La escasez de crédito es un obstáculo determinante para cualquier política de reactivación económica y para recuperar el consumo. Este hecho justifica la necesidad de intervención para reactivar la labor de intermediación financiera.
En España la intervención ha sido más tibia hasta ahora, pero todo apunta a que será necesaria con mayor intensidad, no porque haya en los balances activos tóxicos como en el resto del mundo, sino por el peso de los activos inmobiliarios que han debido asumir y su tardía e insuficiente valoración. Estos son nuestros propios activos tóxicos.
El modelo de cajas de ahorros ha sido una herramienta esencial de inclusión financiera para amplias capas de la población y territorios que despertaban menor interés en los bancos tradicionales. Pero, la incapacidad en la gestión de muchas de ellas, la miopía de gobiernos autonómicos y sectores económicos y la presión para acabar con ese modelo societario por parte de instituciones internacionales (FMI), así como la falta de voluntad política de los gobiernos por preservar las cajas, con el apoyo tácito del supervisor, han resultado obstáculos insalvables para su mantenimiento en la mayoría de los casos, dando satisfacción a las demandas interesadas del resto del sector financiero que han eliminado y absorbido competidores.
Por otra parte, España concentra excesivamente el ahorro en la compra de vivienda. La insistencia de políticas públicas que fomentan la construcción de vivienda y la compra de la misma, unido al desprecio al impulso de políticas de fomento de la vivienda en alquiler, han dado beneficios a corto plazo a nuestra economía pero en el medio plazo han causado un elevado endeudamiento del conjunto de la sociedad  y un sector financiero en situación muy delicada.
En resumidas cuentas, para salir de la crisis hay que atacar las causas centrales de ella. Es decir, hay que hacer una reforma financiera que permita que fluya el crédito a la economía real, hay que plantearse una reforma fiscal que incremente los ingresos del Estado de forma realmente equitativa y progresiva y hay que cambiar el modelo de desarrollo para lo que hay que hacer cosas como la inversión en I+D+I o un acuerdo nacional sobre temas como la red de transportes o el modelo energético.