domingo, 5 de septiembre de 2010

Reflexiones del pasiego
El pensamiento único.

J.Manuel Marañón .

Si uno sigue los medios de comunicación más habituales está abocado a compartir una serie de ideas con las que nos “machacan” permanentemente.
Hay autores de enorme prestigio nacional o internacional que tiene difícil cabida en esos medios de comunicación. Por supuesto, que en la prensa de derechas no se puede esperar algo que no apoye las recetas clásicas del liberalismo y “los neocon”. Pero, en la prensa digamos “progresista” tampoco tienen demasiada cancha.
Por ejemplo, Paul Kruggman, premio Nobel de Economía y profundo defensor de las políticas públicas en el campo económico y social, tiene una columna semanal en las páginas salmón de “El País” cada domingo, periódico que también publica algunos artículos de Antonio Baylos, catedrático de Derecho del Trabajo de la Universidad de Castilla la Mancha, que plantea una reforma laboral y una reforma de las relaciones contractuales radicalmente diferente a la que propone el gobierno al dictado de los mercados financieros o de Carlos Berzosa, rector de la Complutense de Madrid.
El Diario “Público” tiene más sensibilidad hacia estos autores. Publica sistemáticamente artículos de Vicenç Navarro, de la Pompeu Fabra, ardiente de defensor de lo público y que demuestra permanentemente que otra salida de la crisis es posible. De manera más esporádica publica artículos de otros autores como Jon Zubiri, de la Universidad del País Vasco para quién el futuro de las pensiones públicas está asegurado con medidas diferentes al mero incremento de la edad de jubilación o del tiempo de cálculo de la base reguladora.
A partir de esta constatación, van calando en la sociedad, o por lo menos se trata de que vayan calando una serie de ideas:
1. Hay que reducir el déficit público. Vivimos por encima de nuestras posibilidades. Nadie puede gastar una cantidad sustancialmente mayor que la que ingresa. Lógicamente se amortiguan aquellas voces que plantean que hay que actuar, también, sobre los ingresos con una reforma fiscal progresiva para lo cuál tenemos en este país margen. Lo que no es de recibo es que el propio Rajoy tenga la desvergüenza de decir la enorme mentira de que somos uno de los países europeos con mayor presión fiscal.
2. Hay que hacer una reforma laboral para acabar con la dualidad del mercado de trabajo. Nadie dice que con cumplir la legislación actual y hacer corresponder un puesto indefinido a un contrato indefinido se solucionaría gran parte del problema.
Si nos detenemos en las claves de la discusión se ve que se ha discutido de las causas y las formas para poder hacer despidos objetivos de 20 días y en el cómo las empresas se pueden descolgar de los convenios sectoriales.
Por supuesto que no se habla de cogobierno en las empresas, de negociación colectiva, de productividad y formación, de formas de ligar al trabajador/a a la empresa…., es decir del nuevo modelo productivo del que tanto habla Zapatero.
3. Hay que reformar las pensiones. Y eso significa incremento de la edad de jubilación e incremento de los años para el período de cálculo.
Lógicamente, ni caso a de Vicenç Navarro, Jon Zubiri o Carmen Echezarreta que postulan razonadamente que la variable clave es la riqueza nacional.
La variable nº trabajadores/nº de pensionistas es un elemento secundario. La clave es riqueza nacional/nº de habitantes no pensionistas. Si esa variable aumenta, no hace falta tocar las pensiones. Porque, lógicamente, no produce la misma riqueza en el mismo trabajo una persona en 1980 que en 2010. Afortunadamente, al productividad aumenta de manera constante.
Si la riqueza nacional es 100 en 2010 y gastamos 8 en pensiones, quedan 92 para repartir entre 40 millones de no pensionistas. Al ritmo de incremento de la productividad que prevé el Banco de España, la riqueza nacional estará en 225. Aunque el coste de las pensiones suba a 15, la riqueza a distribuir entre los no pensionistas estará en 210 y nadie en su sano juicio piensa que a la población no pensionista esté por encima de los 40 millones actuales.
Podríamos seguir poniendo ejemplos, pero creo que con los expuestos es suficiente. La conclusión es que nos está cayendo una “lluvia fina” que corremos el riesgo de que mucha gente considere que son inevitable los pasos que está dando este gobierno y los que tiene pensando dar.
Por ello, nuestro objetivo de aquí a la Huelga General es convencer a la gente de que hay otra manera de salir de la crisis mucho más favorable para los trabajadores y trabajadoras.