sábado, 24 de octubre de 2015

“Autopsia de un mar de ruinas”-Joâo de Melo.




 “Autopsia de un mar de ruinas”-Joâo de Melo.

Acabo de leer un libro que me ha impresionado. “Autopsia de un mar de ruinas” del novelista portugués Joâo de Melo.

Joâo de Melo escribe esta novela a partir de sus experiencias en la guerra colonial de Angola entre 1971 y 1974. Narra las miserias de esta guerra que pueden extrapolarse a cualquier guerra.

Y lo hace desde un doble punto de vista. Por una parte desde los soldados enviados a esta guerra que no es suya. Aquí cabe la frase de Samuel Johnson: “La patria es el último refugio de los canallas”. Por otra parte, desde el punto de vista de la población civil nativa obligada a llevar una vida miserable y en estado de servidumbre de los colonos blancos, la policía y el ejército.

En el libro se insertan tres cartas de amor de un soldado a su novia lisboeta. Están escritas en prosa pero al leerlas te suena inmediatamente un ritmo poético. Te ponen la piel de gallina. Me he permitido transcribirlas en un cierto formato de poesía porque insisto son fascinantemente dramáticas.



Autopsia  de un mar de ruinas.

Joâo de Melo.

(Fragmento 1).

En las manos  inciertas de mi amor reposarán algunas de las palabras.

Las escribo en transparentes, levísimos telegramas de un azul de ángeles, porque viene un avión, son las tres de la tarde y el amor desespera tanto.

Nadie mejor que tú, amor, me recordará vivo.

Son las tres de la tarde y yo de ti tan sediento como del agua que pudiese caber en los mares del desierto.

Soy sin embargo un hombre con manos de cedro.

La piel citrina de las arenas soporta mal el alambre de espinas alrededor del cuello.

¿Por qué tardan tanto los abominables sargentos de día la distribución del correo?.

No saben, no sabrán nunca, amor, que una carta no tiene solo la importancia de ser escrita.

Me abre las sábanas para que mi sueño te duela como un címbalo despertado en Lisboa.

Me hablas de un país a las tres de la tarde, mil novecientos setenta y dos, y nunca fue tan triste el mes de noviembre.

África transcurre-demora en la ausencia de un millón de voces desconocidas.

Busca la voz que brame como una campana, en el aire de lejía  de la ciudad.

No la encontrarás seguro en el Rossio ni en los barrios enmugrecidos por el mirar de los viejos que todos los días mueren de escoliosis  o tan solo del mercurio del que se hicieron sus huesos.

NO LA ENCONTRARÁS.

Ni en los ojos proletarios que a las seis de la tarde regresan a casa, en oscuros transportes de gente condenada a vivir la vida.

Busca el mirar de los pobres, amor.

Escucha de cerca a las viejísimas mujeres de los pobres que dicen: tengo un hijo en África.

AHÍ ME ENCONTRARÁS

Tal vez sepas que tus ojos fatigados recuerdan tan solo la lluvia, el muelle de Alcántara en el mes de noviembre y el modo en como yo te hacía señas desde la cubierta, con un uniforme de muerte envolviendo la desnudez, los huesos y todo cuanto la noche ausente arrastró al mar.

Te amo en África y en todo lo que dejó de estar presente: el cuerpo, mis manos sobre tí se encienden como armas, alas navegantes.

Pájaros de fuego recorren todo el cielo de noviembre, en el viaje hacia el Norte.

Escribiéndote desde África, quería tan solo darte la noticia de los colonos ahorcados en los árboles.

Hablarte de grandes y poderosos señores envenenados  por el cianato de los decretos que hacen la guerra del Norte.

Sin embargo, voy despacio, amor

¿Te he dicho alguna vez que hay aquí un tiempo?.

El tiempo de los pastos quemados.

El tiempo de las tempestades que llegan de la frontera y después desertan hacia el Sur, al encuentro de Luanda.

Quería sacrificarte generales, hacendados,  animales acéfalos.

Te ofrecería  la caliza de los muros de fusilamiento, las flores de tiza que vuelan del suelo y son la polvareda pulmonar de quién muere.

UN TIEMPO

Y sin embargo, he aquí mis días serenos, parados e iguales.

Un exilio de hombre en la guerra, mientras cree que el amor, amor, tiene sus recuerdos y no conoce otros países.

Por eso te digo que en todo hay un tiempo y un lugar para él.

Hasta que el amor ausente sea un canto.

Este canto ausente eres tú, mi amor, y solo a ti te lo digo.

Escribiéndolo en el abandono y el desamparo de un sentimiento de amor que ha de ser siempre mayor que mi vida




                                                    

miércoles, 21 de octubre de 2015


Dulce despertar del Barça

Los goles de Rakitic premian la seriedad y solvencia del juego blaugrana en Bielorrusia



Rakitic marca su segundo gol ante el BATE Borisov
Rakitic eleva el balón ante Chernik para anotar su segundo gol anoche ante el BATE Borisov. / Sergei Grits (AP)

El Barça despabiló con el frío del Borisov Arena. Jugó un partido muy serio y aseado, no concedió ni una ocasión y marcó dos goles estupendos, ambos de Rakitic, pegador en el 0-1 y delicado en el 0-2, dos acciones que figuran en las últimas hojas del catálogo azulgrana, entregado habitualmente a Messi, Neymar y Suárez. El croata, suplente del lesionado Sergi Roberto, marcó las diferencias en un encuentro disputado al son de la excelsa discreción de Busquets y del vértigo de Neymar. Los azulgrana recuperaron las mejores sensaciones futbolísticas en Bielorrusia.

Bate Borisov, 0-Barcelona, 2

BATE Borisov: Chernik; Polyakov, Milunovic, Gaiduchiik, Mladenovic; A. Volodko, Nikolic (Yablonski, m. 65); Stasevich, Gordeichuk, M. Volodko (Karnitski, m. 42); y Signevich (Mozolevski, m. 80). No utilizados: Soroko; Aleksievich, Ríos y Baga.
Barcelona: Ter Stegen; Alves, Piqué, Bartra, Alba; Sergi Roberto (Rakitic, m. 17), Mascherano, Busquets (Gumbau, m. 72); Munir (Sandro, m. 70), Luis Suárez y Neymar. No utilizados: Bravo; Vermaelen, Adriano y Mathieu.
Goles: 0-1. M. 48. Rakitic. 0-2. M . 65. Rakitic.
Árbitro:De Sousa (POR). Mostró la tarjeta amarilla a Busquets, Polyakov, Alves, M. Volodko, Gaiduchik, Gumbau, Karnitski, Milunovic y A. Volodko.
Borisov Arena. 13.000 espectadores.

No hubo ni una sola noticia del BATE Borisov, anestesiado por el Barcelona, que estuvo más serio, concentrado y seguro que nunca, consciente seguramente de que una victoria le garantizaba la tranquilidad europea de la misma manera que una derrota le condenaba a penar en la Champions. No dio pie a ninguna duda y desnudó al campeón de Bielorrusia: si se le enfrenta con rigor y determinación es un equipo menor, incluso cuando la contienda se disputa bajo cero y con un vientecito congelador, nada que ver con el agradecido otoño de Barcelona.
Yermakovic sabía que la suerte del BATE Borisov dependía de la desgracia del Barça, un equipo poco fiable en el inicio de curso, reiterativo en los errores, sobre todo en su área, defendida por un portero cuestionado por su soberbia, no por su calidad, como Ter Stegen. Así que se resguardó en su cancha con una defensa organizada y esperó a salir al contragolpe, confiado en rebanar un balón, en penalizar cualquier pérdida azulgrana, en llegar con futbolistas interesantes como Volodko o Mladenovic. No lo consiguió nunca, alejado siempre de Ter Stegen.
La pelota fue del Barcelona. Aunque al equipo le faltan centrocampistas y la alineación de Mascherano como pivote acostumbra a penalizar la salida del cuero y limitar el fútbol de Busquets, desplazado al puesto de interior izquierdo, los azulgrana controlaron el partido con seguridad y pulcritud, de manera académica, siempre bien puestos, muy juntos, parapetados en Bartra y Piqué. A su paciente fútbol solo le faltaba finura en el último pase y contundencia en el tiro: Neymar, Munir, Alves y Busquets no atinaron frente a Chernik.
El monólogo azulgrana solo se vio alterado momentáneamente por la lesión de Sergi Roberto, el futbolista que garantizaba el estilo del Barça. La plaga de lesiones es selectiva con el Barça: Rafinha, Iniesta, Messi y Sergi Roberto. Mengua la creatividad, falta desequilibrio y en partidos claramente decantados a su favor por el laboro constante del equipo, como el de Bielorrusia, se echa de menos el gatillo de los delanteros, cuya efectividad va y viene sin sentido, de forma inexplicable, en la Liga y en la Champions.

El Barça estuvo más serio, concentrado y seguro que nunca, consciente seguramente de que una victoria le garantizaba la tranquilidad europea

Ante la falta de interiores, lo que rebajó la fluidez y soltura del juego, aumentó el protagonismo de Alves, profundo como volante, y se incidió en las acciones a balón parado, una amenaza constante para el equipo local, tan sometido que ni siquiera alcanzó la portería de Ter Stegen. La presión funcionaba tan bien como la recuperación en el Barça. Únicamente faltaba soplar para que el balón rebasara la línea de meta de Chernik. La hinchada aplaudió entusiasmada cuando el BATE alcanzó el descanso con 0-0.
No aparecía Suárez, se asociaba sin rematar Munir y no encontraba la portería Neymar. Hasta Rakitic cabeceó mal una asistencia de Alves. El croata se redimió al poco de la reanudación con un remate de larga distancia a la cruceta derecha de Chernik. Un gol elaborado de acuerdo a la lógica azulgrana —recuperar (Busquets), elaborar (Alba), arrastrar a los centrales (Suárez) y acelerar (Neymar)— y rematado por fin desde la más pura convencionalidad futbolística, la que incluye como suerte ofensiva el tiro desde fuera del área (Rakitic).

El equipo de Luis Enrique no encajó un gol por tercera vez en la temporada

Al Barça le pierde a menudo la timidez y en ocasiones la filigrana cuando se trata de resolver los partidos, incluso los mejor gobernados, como el de Bielorusia. Abierto el marcador, faltaba cerrar la contienda, cosa que resultó más sencilla de lo normal en una nueva transición armada después de una pelota quitada por Munir y de la diagonal de rigor de Luis Suárez. El toque sutil de Neymar, decisivo como armador y capitalizador del juego, fue tan preciso como exquisita la definición de Rakitic: el croata picó el cuero dulcemente sobre la salida de Chernik.
El tanto certificó el triunfo del Barça, redimido después de no encajar un gol por tercera vez en la temporada, después de los encuentros de San Mamés y contra el Málaga. La función resultó redonda, en Bielorrusia y en Alemania, reforzado el equipo de Luis Enrique como líder después de completar un dulce y terapéutico partido ante el BATE Borisov.

domingo, 18 de octubre de 2015


Neymar fue Ronaldinho

El delantero brasileño marcó las diferencias con cuatro goles, dos de penalti, frente a un Rayo que durante media hora sometió al Camp Nou

 
 
Neymar festeja uno de sus goles con Toño de fondo. / vicens giménez

Neymar fue ayer Ronaldinho. No se recuerda una actuación tan artística del 11 del Barça desde la partida del Gaucho. Ha jugado partidos mejores, metido goles más difíciles e importantes y ganado encuentros de mayor complejidad que el del Rayo. A Neymar ya se le había visto triunfar normalmente en compañía de Messi. Ayer, en cambio, actuó en solitario, como en los tiempos en que oficiaba Ronaldinho y solo había focos para el brasileño en el Camp Nou.
El juego de autor del brasileño, excelso en los gestos técnicos, cuatro veces goleador, contrastó con el fútbol discontinuo del Barcelona. El partido fue tan divertido como descontrolado, circunstancia que comprometió al fútbol azulgrana, inconsistente y falto de pegada, no superior colectivamente al valiente Rayo. No hubo más jugada por parte del Barça que el penalti a Neymar y después el balón a Neymar. El delantero marcó las diferencias con los goles y Bravo salvó con anterioridad los puntos con las paradas ante Javi Guerra. No fluye el fútbol ni cuadra un buen partido el Barça, juegue o no juegue Messi, ponga una alineación u otra Luis Enrique.

BARCELONA, 5 - RAYO VALLECANO, 2

Barcelona: Bravo; Alves (Douglas, m. 78), Piqué, Mathieu, Alba; Rakitic, Busquets (Gumbau, m. 76), S. Roberto; Sandro (Munir, m. 56), Luis Suárez y Neymar. No utilizados: Ter Stegen; Bartra, Adriano y Mascherano.
Rayo Vallecano: Toño; Nacho (Dorado, m. 46), Zé Castro, Llorente, Rat; Jozabed, Trashorras; Lass, Ebert, Bebé (Embarba, m. 72) y Javi Guerra. No utilizados: Juan Carlos; A. Campos, Dorado, Manucho, Miku y Baena.
Goles: 0-1. M. 14. Javi Guerra. 1-1. M. 22. Neymar, de penalti. 2-1. M. 32. Neymar, de penalti. 3-1. M. 69. Neymar. 4-1. M. 71. Neymar. 5-1. M. 77. Luis Suárez. 5-2. M. 86. Jozabed.
Árbitro: Pérez Montero. Amonestó a Llorente, Dorado, Piqué.
Camp Nou. 75.472 espectadores.

Aunque la nómina de jugadores disponibles es muy escasa, y hasta cierto punto provoca grima reparar en el banquillo, los criterios de selección del entrenador no siempre coinciden con los de la hinchada, sobre todo porque Luis Enrique antepone Mathieu a Bartra. Apostó el técnico un partido más por el central francés, un zurdo que seguramente mezcla mejor con Piqué, reservó por fin a Mascherano, completó la delantera con Sandro y situó de interior a Sergi Roberto. Nadie discutió el plan cuando la pelota se puso en juego porque los barcelonistas contaron dos ocasiones estupendas, ambas resueltas por los pies de Toño, soberbio frente a Rakitic y Luis Suárez, y en cambio pésimo ante la presión del Barcelona. Jugaba muy bien Sergi Roberto, especialmente profundo, remataban mal los delanteros y la pifiaban los defensas, tanto da que juegue Bravo o Ter Stegen y es lo mismo que el rival sea el duro Sevilla como el alegre Rayo.
Los azulgrana conceden oportunidades desde las zonas más inocuas, también en el Camp Nou. A los muchachos de Paco Jémez les alcanzó para marcar con un córner mal defendido por Piqué, bien atacado por Bebé y rematado por Guerra. El gol no destempló a Sergi Roberto y activó a Neymar. El brasileño convirtió el partido en una cuestión personal: Neymar contra el Rayo.

Un rival excelente
Hubo un momento en que Neymar pareció la reencarnación de Ronaldinho. Ocurrió en la jugada del 2-1 cuando arrastró la pelota con la derecha, le dio continuidad a la jugada con una bicicleta, salió de la marca después con un caño con la zurda y antes de chutar le tiró Nacho. Tres penaltis recibió Neymar en un cuarto de hora y el árbitro cobró el segundo y el tercero, los dos resueltos de manera opuesta por el 11 del Barça. Ya no se adorna, abandonó aquella liturgia de banderillero y ahora resuelve sin tomar carrerilla, a los dos costados de Toño. El control, la conducción y la velocidad de Neymar desbordaron a Llorente y a Nacho.
Ningún zaguero llegaba a tiempo de quitarle la pelota, excelso de nuevo antes de alcanzar el descanso en un control tras un cambio de orientación de Alves. Mató Neymar la pelota con un control de rabona y cuando tiró hacia el marco del Rayo fue derribado en una acción que pareció un cuarto penalti no señalado por el abrumado Pérez Montero.
A pesar de que el encuentro daba para una goleada, el Barça solo ganaba por 2-1 al descanso, momento en que la hinchada no paraba de rebobinar las jugadas de Neymar, imposible de defender para el Rayo, quizá un punto transparente en la medular por la ausencia de Baena. El acoso alto y la intensidad de los dos equipos convirtieron el choque en un ir y venir, sin ningún control, entregado a la calidad individual de los futbolistas, ninguno hasta entonces como Neymar.
Paco Jémez quitó a Nacho por Dorado en el descanso y el Rayo bombardeó a Bravo. El chileno sacó hasta tres remates de gol a un adversario que tuvo el partido de su parte, superior en el juego y en oportunidades, poseedor de la pelota ante un desfigurado y descosido Barça. Hubo media hora de escandaloso monólogo del Rayo hasta que reapareció Neymar en una nueva versión, ahora vestido de matador Messi. El brasileño sacó el percutor y remató a la red dos veces más, la última habilitado por Luis Suárez, quien acabó por poner el 5-1, también a pase de Neymar. Tiempo para bromas como la de aplaudir a Douglas o para celebrar el tanto merecido de Jozabed. No había habido más protagonista en un partido a campo abierto que Neymar, a ratos Ronaldinho y en ocasiones Messi, solista de un equipo que no acaba de cuajar por más excusas que tenga, ninguna válida ante un valiente Rayo.