sábado, 17 de noviembre de 2012



Fútbol e independencia

El Barça puede verse como microcosmos de las raíces multiculturales de la sociedad catalana

El fútbol puede ser una buena metáfora para pensar la sociedad y sus contradicciones. Los cánticos independentistas durante el último “clásico”, la exhibición de banderas nacionales (cuatribarradas, estrelladas o rojigualdas), confirman las tesis de Norbert Elias sobre el fútbol como forma de guerra incruenta. Pero más que de politización del deporte, el riesgo quizá sea la futbolización de la política, la reducción del derecho a decidir —o la negación de tal derecho— a un juego entre símbolos unívocos e irreconciliables. Los orígenes del Barça y del Madrid son, en este sentido, el mejor antídoto contra cualquier fundamentalismo. Es consabido que el Barça fue fundado por un suizo y que sus colores representan los del cantón donde nació. Menos conocidas son sus raíces religiosas: el Barça fue en su origen el club de la comunidad protestante de Barcelona, compuesta en su mayoría por extranjeros como Gamper. Sus rivales en la ciudad eran el Català y el Español, que acabaron fusionándose bajo los colores de este último, y agrupaban a la comunidad católica, compuesta en su mayoría por nacionales. Mientras el nuevo club se volvió Real, el Barça transfirió su identidad de minoría religiosa a la de minoría nacional, convirtiéndose en el “ejército desarmado de Cataluña”, como lo definiera Vázquez Montalbán. Algo parecido sucede con el Madrid, fundado por un comerciante catalán que buscaba modernizar España, e identificado con la burguesía liberal. Que luego se identificara con el nacionalismo español pero no castellano es otra historia.
El Barça puede verse como un microcosmos de las raíces multiculturales de la sociedad catalana. Fundado por un suizo, administrado por la burguesía autóctona y difundido por las clases populares, tras la derrota de Berna se convirtió en un club victimista y derrotista, hasta que un holandés errante lo reinventó, primero como jugador y luego como entrenador, mezclando lo mejor de la cosecha local —la Masía— con aportaciones internacionales de calidad (vascas, holandesas, brasileñas y argentinas). Es significativo que se haya convertido en referente global cuando más ha reforzado su cantera local. El equipo actual constituye una síntesis bastante aproximada de los diferentes componentes del melting pot catalán: la Cataluña rural, unión de seny y rauxa, representada por Puyol y por los entrenadores Guardiola y Vilanova, que emigraron a la ciudad sin olvidar sus raíces; la Cataluña burguesa, emprendedora y cosmopolita, representada por Piqué y Fábregas, que para triunfar en casa tiene que pasar antes por el mundo; la Cataluña trabajadora y menestral, laboriosa y creativa, representada por Xavi (nacido en el Vallés, la Manchester catalana), genial arquitecto del juego blaugrana; la Cataluña de los altres catalans, sacrificada y resistente, heredera de la migración peninsular que renovó el país en los años 60, representada por Valdés y Alba (del Hospitalet mestizo) y por Busquets (de Badía, prototipo de ciudad dormitorio); la Cataluña de la nueva inmigración, refinada y educada, representada por Iniesta y Pedro (quienes, sin dejar de ser manchego o canario, asumen la definición de catalán como aquel que vive y trabaja en Cataluña); y finalmente, la Cataluña internacional, representada por el argentino más catalán (o el catalán más argentino).
Si Cataluña fue pionera en el deporte es porque lideró la revolución industrial
Si este equipo ha funcionado es porque aúna fuerza, técnica e inteligencia, porque ha sabido actuar colectivamente, y porque ha tenido buenos directores de orquesta dentro y fuera del campo. Aunque a algunos les cueste reconocerlo, es la misma fórmula que ha auspiciado los éxitos de la Roja (en fútbol, pero también en otros deportes como baloncesto, hockey, waterpolo y natación sincronizada): permitir que la periferia asuma las riendas del equipo para construir un estilo propio. No hay en ello ningún secreto: si Cataluña fue pionera en el deporte es porque lideró la revolución industrial. Y si ahora lo sigue siendo es porque tras los JJ OO de Barcelona invirtió en investigación y desarrollo, con modelos de renovación pedagógica tan exitosos como la Masía y el CAR de Sant Cugat (donde la capacidad de emprender catalana se pone al servicio del talento global). Puede ser lícito preguntarse por qué las élites mesocráticas han negado a los catalanes un papel en la política, la economía y la sociedad española equivalente al que ocupan en la Roja; por qué las élites catalanas han decidido que había llegado el momento de nadar pero llevándose la ropa; por qué ningún catalán ha ocupado la presidencia del gobierno desde los tiempos del General Prim (cuyo cadáver se disecciona actualmente); o por qué hay más cátedras de catalán (noveno idioma europeo, hablado por uno de cada cinco españoles) en Alemania que en el resto de España.
A inicios del siglo XXI, el fútbol se ha convertido en un deporte global. La rivalidad entre Barça y Madrid surgió dentro de las fronteras del estado-nación, pero la Liga se les ha quedado pequeña. Del mismo modo, la unidad española —o la independencia catalana— ya no se juega en el terreno peninsular (donde tuvieron lugar las uniones y desuniones que evoca la serie Isabel, estrenada precisamente la vigilia del 11S). Gane uno u otro equipo, lo fundamental es poder competir en la misma liga europea, reformando las reglas si han quedado obsoletas. Aunque cuando se practica el fair play y se prioriza el espectáculo, el empate puede llegar a ser un buen resultado.
Carles Feixa es catedrático de antropología social en la Universitat de Lleida.

lunes, 12 de noviembre de 2012


Trabajadores pobres, un fenómeno en alza.




J. Manuel Marañón

Este artículo es un extracto del trabajo "Trabajadores pobres y empobrecimiento en España" de la Fundación 1º de Mayo, artículo hecho para publicación periodística

 


El tener trabajo ya no es una salvaguarda ante las situaciones de pobreza. La precarización de las condiciones de trabajo y el debilitamiento del Estado de Bienestar están provocando un empobrecimiento creciente de la población trabajadora, cuyo porcentaje se ha incrementado en un 12 por ciento desde el comienzo de la crisis.

En el proceso de empobrecimiento de los trabajadores intervienen varios fatores, pero está asociado a la precariedad laboral y socioeconómica y afectado por determinados aspectos personales o familiares.

En España, las medidas tomadas, tanto desde el punto de vista laboral como desde el punto de vista del recorte de los servicios públicos, están contribuyendo a que el fenómeno de los trabajadores pobres se haya incrementado de una manera muy acusada.

Una parte importante de las consecuencias del empobrecimiento de la población es irreversible. La malnutrición infantil, la insalubridad de las condiciones de vida, la reducción de la atención y cuidado de la salud o la mala atención de las personas en situación de dependencia son sólo algunas de ellas.

La crisis económica ha agudizado la pobreza de las personas con empleo, con diferente impacto en función de las desigualdades laborales previamente existentes. La fuerte precariedad del empleo, la reducción de los salarios o la prolongación de la jornada de trabajo son algunos de los elementos que ponen de relieve esta tendencia.

La reforma laboral decretada recientemente supone un fuerte recorte de derechos laborales y sociales. Lejos de solucionar las debilidades del mercado laboral, la reforma precariza el acceso al empleo, aumenta la segmentación del mercado de trabajo, abarata el despido, otorga al empresario un poder absoluto sobre las condiciones laborales de los trabajadores (incluyendo el salario), quebranta el derecho a la negociación colectiva y termina con la ultraactividad de los convenios. Se configura así un nuevo marco de derecho laboral que permite ahondar en el riesgo de pobreza de los trabajadores/as, sobreendeudados en un contexto de alza de los precios de los productos más básicos.

El empobrecimiento de los trabajadores no es homogéneo. El trabajo por cuenta propia, la temporalidad, la inestabilidad y la parcialidad son condiciones laborales que se encuentran asociadas a mayor nivel de riesgo de pobreza.

Por otra parte, los diferentes recortes implicarán la vuelta de las mujeres a las labores de cuidado en el hogar. Este hecho está justificado por un trabajo especialmente precarizado para ellas, el incremento de las tasas educativas, la supresión de la educación infantil pública así como las becas de comedor o los recortes en la atención a la dependencia.

Los problemas económicos de los hogares pueden agudizar el problema demográfico en España. Las dificultades de las familias hacen prever un descenso de la natalidad, y con ello un envejecimiento creciente de la población en España lo que dificultará la sostenibilidad económica de las pensiones. Mientras recaiga el cuidado tanto de la vejez como de la niñez sobre las mujeres en los hogares no cabe sino esperar este descenso.

Es decir, se han tomado medidas cuyas consecuencias ya se están haciendo palpables, mientras la cobertura social se adelgaza. El aumento de las situaciones de pobreza y exclusión social implica un incremento de la demanda de servicios sociales, que sin embargo, se están viendo seriamente afectados por los recortes. La sanidad, la educación, la atención a la dependencia…. ya han sufrido importantes recortes, lo que afecta a las condiciones de vida y trabajo de las personas, a la igualdad de oportunidades y a la cohesión social.

Las pensiones y las prestaciones por desempleo han supuesto en España una de las claves para contener las situaciones de pobreza de las personas en los márgenes del mercado de trabajo y sus familias. Los límites para el acceso a los derechos de cobertura por desempleo así como el incremento del gasto familiar en materia educativa o sanitaria merman la capacidad de supervivencia de las más de 5,5 millones de personas en situación de desempleo y de los 475 mil hogares con todos sus miembros en paro. A esta dramática situación se suma la previsión de importantes recortes tanto en la cobertura por desempleo como en el sistema de pensiones, cuyas consecuencias pueden incrementar las situaciones de pobreza en los hogares.

A la altísima tasa de desempleo se añaden el fuerte endeudamiento de las familias y las medidas impositivas regresivas. Esta situación no sólo agrava la desigualdad social, sino que implica una contracción del consumo y con ello una prolongación de la recesión económica. El mantenimiento de un sistema de recaudación fiscal insuficiente e injusto no hace sino empeorar la situación.

Para finalizar decir que entendemos que lo peor está por venir. Las perspectivas de aumento del paro, de descenso de las rentas de los hogares para los próximos años, así como las previsibles nuevas políticas de recortes, supondrán un empobrecimiento general de la población española y descenso sustancial de la calidad de sus condiciones de vida. Los datos existentes hasta la fecha permiten apuntar que al finalizar 2012 es previsible que se haya alcanzado una tasa de pobreza cercana al 28%, y cabe esperar que, ante los importante recortes sociales, el ritmo de aumento de la pobreza se acelere en los próximos años.