domingo, 31 de mayo de 2015

El Barça honra a su ‘dream team’

El equipo blaugrana logra su novena Copa de Europa tras superar un cúmulo de adversidades y batir al Veszprem húngaro (28-23)

 
Los jugadores del Barça celebran el título en Colonia. / MARIUS BECKER (EFE)

El balonmano es un deporte en el que juegan siete contra siete y en el que siempre gana el Barcelona. Así es en España; no tanto en Europa, donde también se cacarea que así debería ser sí o sí. Al fin y al cabo, ese es el peso de la púrpura, el que se impuso desde que el equipo de pioneros de Valero Rivera rompió en 1991 la hegemonía absoluta de los clubes alemanes y del Este europeo. Abrieron una senda por la que se deslizaron el Teka de Santander (1994) y el Elgorriaga Bidasoa (1995), antes del lustro que le valió al equipo blaugrana el exigente apellido de dream team, con cinco Copas de Europa consecutivas, desde 1996 a 2000.

BARCELONA, 28; VESZPREM, 23

Barcelona: Saric, Víctor Tomás (5), Raúl Entrerríos (4), Sorhaindo, Karabatic (6), Viran Morros y Sigurdsson (6, 1 de penalti) —equipo inicial—; Lazarov, Rutenka, Gurbindo (3), Noddesbo (3) y Dani Sarmiento (1).
Veszprem: Alilovic, Marguc (2), Nagy (8), Chema Rodríguez, Sulic (2), Ilic (5) e Ivancsik (1) —equipo inicial— Mikler, Schuch, Terzic, Nilsson (2), Gulyas (2), Zeitz, Lekai (1) y Jamali.
Parciales. Cada diez minutos: 5-4, 8-6 y 14-10 (descanso); 19-16, 22-18 y 28-23.
Árbitros: Din y Dinu (Rumanía). Excluyeron a Morros (2), Rutenka, Tomás, Karabatic, Nagy, Terzic, Sulic, Schuch y Zeitz.
Lanxess Arena de Colonia. 19.250 espectadores. Karabatic fue elegido el MVP de la final.

Desde entonces, cada título le costó al Barcelona un esfuerzo titánico, y cada tropiezo se interpretó como un fiasco. De ahí que el éxito en la final de Colonia ante el Veszprem húngaro, tras haber dado cuenta del Kielce polaco, sea tan valorado por un equipo que solo rompe a sudar para ganar. Así ha sido. Lo ha ganado todo en España y lo ha ganado todo en Europa, tras una Final Four impecable, en la que solventó varios momentos de dificultad.
El varapalo de un año antes, en la semifinal que perdió ante el Flensburg alemán que tenía en el bolsillo, planeó en su regresó al coliseo de Colonia. Sufrió algunas intermitencias contra el Veszprem. A la baja de Rutenka, se añadió también la de Lazarov, que apenas pudo estar unos minutos en la cancha. El partido fue durísimo. El entrenador del Veszprem, Antonio Carlos Ortega, precisamente uno de los jugadores de aquel dream team de Valero, propuso una estrategia que exigía una presión física extrema. En menos de un cuarto de hora se produjeron tres exclusiones.
El Barcelona controló casi todo el tiempo, con algún bache, casi siempre propiciado por los lanzamientos de Nagy, otro jugador con pedigrí blaugrana, y del serbio Ilic. La lesión de Chema Rodríguez, uno de los tres españoles del Veszprem, fue otro síntoma del cariz del duelo. El Barcelona, anclado por las paradas de Saric y Gonzalo y propulsado por la efectividad de Karabatic, Sigurdsson, Víctor Tomás y Entrerríos, completó su obra con la aportación de dos meritorios. Gurbindo estuvo a la altura de Lazarov y Sarmiento le puso pegamento al juego combinativo. Y Xavi Pascual, el entrenador, respiró: “A veces, nos cuesta entender que no podemos ganar siempre todo. Estoy feliz no solo por ganar la Champions, sino por cómo la hemos ganado”.
Karabatic intenta lanzar, ante Nagy. / MAR


Del blog de Javi López 


La política económica empeora condiciones de vida de la mayoría de españoles


El 26 de mayo se dio a conocer la Encuesta de Condiciones de Vida realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) que se efectuó en la primavera del año 2014. La encuesta que se lleva a cabo con la metodología establecida por la Unión Europea (UE) llega a unos resultados que ponen de manifiesto las consecuencias negativas de las políticas de austeridad puestas en marcha por este Gobierno y por los últimos años del Gobierno socialista. Así, desde 2009 hasta 2013, tiene lugar un descenso de la evolución de los ingresos medios por hogar. Se pasa de los 29.634 a 26.154 entre estos años y supone una disminución del 2,3% en 2013 respecto al año anterior.
El porcentaje de población por debajo del umbral de riesgo de pobreza (la llamada tasa de riesgo de pobreza) aumentó en 2013 en relación con el año anterior. La población en riesgo de pobreza es un indicador relativo que mide la desigualdad. No mide pobreza absoluta, sino cuántas personas tienen ingresos bajos en relación al conjunto de la población. De modo que esta tasa se situó en 2013 en el 22% de la población residente en España, frente al 20,4% registrado el año anterior. Un hecho muy preocupante es que el aumento de la tasa se produce entre los menores de 16 años (de 3,4 puntos) mientras que disminuye para los mayores de 65 años (de 1,3 puntos).
Estos datos y otros más que ofrece la encuesta, aunque con un cierto retraso, son suficientemente reveladores de las tendencias que se están dando en las condiciones de vida de la población residente en España, resultado de la aplicación de unas medidas económicas que están teniendo efectos muy desiguales. La fractura social crece y muchas personas quedan en la cuneta de una tímida recuperación que no llega para ellas. La desarticulación en gran parte del Estado del bienestar contribuye a empeorar la situación.
El discurso económico convencional pone el acento en la necesidad de disminuir el déficit público como una condición para sentar las bases de una recuperación. El objetivo de lucha contra el déficit no se ha cumplido sino parcialmente y ha aumentado la deuda pública en relación al Producto Interior Bruto. La deuda privada, a pesar de la bajada del endeudamiento, sigue siendo muy elevada, de manera que a medida que pasa el tiempo se hace más impagable, tanto la pública como la privada, y ello lastra las posibilidades de crecimiento futuro. Los costes de esta política están siendo muy elevados y de ahí el dualismo social creciente que se está padeciendo.
La estabilidad macroeconómica que tanto se defiende no es una condición suficiente para lograr un sendero de crecimiento sólido. El estallido de la crisis ha puesto de manifiesto que mientras muchos países cumplían las condiciones del Pacto de Estabilidad, entre ellos España, esto no ha evitado el desencadenamiento de la Gran Recesión, cuyos efectos se siguen padeciendo. Mientras que los países se esforzaban en mantener baja la inflación, la deuda pública y el déficit, recibiendo, cuando lo conseguían, las bendiciones de la Comisión de la UE, del Fondo Monetario Internacional, de la patronal, y de la mayoría de los economistas, se desarrollaba a la par una gran especulación financiera que engordó burbujas, como la inmobiliaria, que tenían que estallar antes o después como así fue y con ello el descenso de la actividad económica en su conjunto.
El reduccionismo económico provocó que no se atendieran las consecuencias que podrían traer esas tendencias, que a su vez generaban un gran endeudamiento privado y un crecimiento de la desigualdad. No solo no se estudiaron las causas, aunque siempre hubo excepciones, que estaban detrás de ese crecimiento, sino que lo que predominaba era la euforia. Los remedios aplicados no han ido a las causas sino a salvar al sistema financiero. Las condiciones sociales se han agravado en muchos países y entre ellos España. Los datos lo ponen de manifiesto. El Gobierno hace gala de una euforia sin fundamento al tiempo que quiere justificar las bondades de unas medidas que han hecho tanto daño. Pero no se puede engañar, a pesar de la mejoría habida, cuando la mayoría de la gente no ve aún un horizonte claro, sino que la incertidumbre y el miedo siguen predominando. 

Lo que se esconde tras la actuación de Aguirre.

 

aguirre 
El Partido Popular, como comenté la semana pasada, no puede compensar el recuento global de votos que le sitúa como partido ganador por un estrecho margen frente al Partido Socialista, con la pérdida real de poder en gobiernos locales y autonómicos. Su soledad a la hora de cerrar acuerdos en un mapa electoral caracterizado por la irrupción de nuevas formaciones con muy distintas características y denominaciones difícilmente homologables -desde las Mareas gallegas a los Somos, Ahoras, Compromis, etc- sitúa al PSOE en una centralidad rentable a la hora de apoyar o ser apoyado en las sesiones de investidura.
El ejercicio de la política, a partir del 25 de mayo, va a exigir enterrar viejos moldes de negociación, al mismo tiempo que destruir de las hemerotecas algunos discursos y pronunciamientos excesivamente radicales sobre adversarios políticos que van a pasar a ser aliados, por lo menos coyunturales. Todos los síntomas apuntan ya a esa dirección de dar carpetazo a las gruesas descalificaciones del pasado. Los teléfonos echan humo y se dialoga con mayor o menos discreción, tendiendo puentes sobre donde hasta hace muy poco había abismos. Más vale.
Símbolo espectacular del nuevo escenario político es el Ayuntamiento de Madrid. No debe sorprender que sea la Capital donde se haya concentrado el máximo interés mediático y que sea, también, la piedra de contraste para la definición de estrategias de mayor alcance. Ingrediente imprescindible para concentrar los focos de atención es la propia personalidad de Esperanza Aguirre, que se resiste como gato panza arriba a admitir con naturalidad el fin de su ciclo como “lideresa”. Más allá de los análisis psicológicos sobre su personalidad, oportunos por otra parte, convendría no limitarse a caricaturizar sus propuestas a la desesperada para intentar evitar que sea precisamente otra mujer, a la que ha pretendido descalificar inmisericordemente, quien se alce como figura de relieve y rasgos personales y morales diametralmente opuestos a los suyos con la vara de mando del principal consistorio nacional.
Su propuesta de ofrecer la alcaldía a cualquier otra formación, por no hablar de la última pirueta del gobierno de concentración, no es una simple ocurrencia, ni una payasada, aunque tenga esas características formales. En la mente de Esperanza Aguirre, estrechamente vinculada a intereses financieros y empresariales, no deja de alentar el recuerdo de aquella turbia operación, nunca suficientemente aclarada, en la que se hurtó la formación de un gobierno de izquierdas en Madrid gracias a la deserción de dos diputados socialistas. El miedo al cambio que suponía un gobierno presidido por Rafael Simancas movilizó oscuros recursos y logró su propósito. Entonces como ahora el mensaje del miedo a un frente popular fue utilizado por uno de los dos diputados imprescindible para garantizar la investidura. Era el argumento exhibido por Tamayo y el que sigue repitiendo en los foros donde concurre.
La perversidad del mensaje de Esperanza, con eco ya en algún medio cavernario y auspiciado en lujosos despachos, es intentar asimilar al Partido Socialista con su visión de un Podemos antisistema, revolucionario y, marxista-leninista, principio y fin del desastre de la democracia occidental .Con ese mantra aspiran ciertos estrategas del Partido Popular a recuperar el voto conservador en la elecciones generales. Cuentan también con el respaldo de grandes empresarios cuyos negocios dependen en buena medida de los contratos con Ayuntamientos, Diputaciones y Comunidades.
No, no peligra la democracia occidental -como ha subrayado incluso el ministro Margallo en un rasgo de honradez intelectual- lo que peligra son sustanciosos contratos-pelotazos. Como aquel mes de junio de 2003.

La ley de Messi da al Barça su 27ª Copa

El argentino sella con dos goles y una actuación sobresaliente ante el Athletic


 
Messi celebra el primer gol del partido / Gustau Nacarino (REUTERS)

En un Camp Nou teñido de rojiblanco, Messi también se sintió en casa. Pocas cosas le extrañan, así que de nuevo impuso su reinado. La Pulga descorchó la 27ª Copa para el Barça tras un partido emotivo en las gradas, la única estancia en la que pudo reinar el Athletic, con su hinchada abarrotando el estadio enemigo, entregada de principio a fin a sus muchachos. Sobre el campo, la ley de Messi. Ante semejante barrera, poco hay que hacer. El argentino fue el catalizador absoluto de un Barça que transita de cima en cima, ya con un doblete a la espera de la final de Berlín. El coraje del Athletic no fue suficiente ante un rival que nunca le dio vidilla, que se desplegó con el timbre de autoridad de un 10 imperial, inalcanzable, autor de dos goles y una sinfonía de buen fútbol. Por si fuera poco, el Barça ha dado con la coreografía perfecta alrededor del genio. Desde la zaga hasta los puntas. Los tres pistoleros ya suman 120 goles en los 59 partidos oficiales que ha disputado el Barça hasta la fecha.

Athletic, 1-Barcelona, 3

Athletic: Herrerín; Bustinza, Etxeita, Laporte, Balenziaga; San José, Beñat (Ibai Gómez, m. 75); Iraola (Susaeta, m. 58), Mikel Rico (Iturraspe, m. 75), Williams; y Aduriz. No utilizados: Iraizoz; Aketxe, Gurpegi y Kike Sola.
Barcelona: Ter Stegen; Alves, Piqué, Mascherano, Alba (Mathieu, m. 77); Busquets, Iniesta (Xavi, m. 55), Rakitic; Messi, Luis Suárez (Pedro, m. 77) y Neymar. No utilizados: Bravo; Bartra, Rafinha y Adriano.
Goles: 0-1. M. 20. Messi. 0-2. M. 36. Neymar. 0-3. M. 74. Messi. 1-3. M. 79. Williams.
Árbitro: Velasco Carballo. Mostró la tarjeta amarilla a Piqué, Iraola, Balenziaga, Williams, Aduriz, Neymar y Busquets.
Camp Nou: 98.000 espectadores.
Este Messi descarga por igual goles que fútbol. A los veinte minutos, cuando aún mantenía la cerradura el Athletic, se le vio en una habitación cerrada. Balenziaga le había decretado prisión por todo el campo. Esta vez, cuando ya le había desquiciado, Rico y Beñat acudieron a la custodia. Leo, con el candado, enclaustrado en la banda derecha. Una ratonera, no había escapatoria posible. Así hubiera sido para cualquier terrenal, no para Messi, un desmentido perpetuo. Se libró de todos, y hasta de una tarascada de Rico. No hay cepos antiMessi. El 10 encendió el turbo, enfiló a Herrerín y dio un pase terminal a la red, un zurdazo de autor ante el que el portero vasco se acostó tarde por su palo. Este tipo algún día será objeto de una tesis doctoral, su tratado de fútbol no tiene fin. Es un simposio en sí mismo.
Ante un Messi así no hay nada que hacer. Es único por muchas cosas, pero últimamente porque ha añadido a su infinito catálogo una innovación para la historia. Nunca el cerebro del fútbol estuvo orillado, nunca el ilustrado jugó con tal panorámica, con una visión diagonal del juego. La Pulga gestiona los partidos con el periscopio de un extremo. Inaudito. Se corre, se acelera y se frena cuando lo dicta el argentino. De nada sirvió que Balenziaga le acosara con un marcaje personal. Cuando prende mecha, Messi hace lo que le viene en gana. Cada vez que se animó a despegar fue un tormento para el Athletic, al que le caían en cascada el propio Messi, Neymar y Suárez, que parecen trillizos. Otra de las patentes del rosarino es la asistencia telescópica para el brasileño, siempre en diagonal. Todos la saben, nadie la pilla. En la final, solo un linier, que marcó un fuera de juego por una uña en un gol de Neymar. Tan misterioso es Messi que lo con él parece casual es la pura lógica.
Del Athletic no había noticias. Solo le cabía apelar al heroísmo de la debilidad, abrigado por un San Mamés en el casco urbano de Barcelona. Los chicos de Valverde trataban de aplicarse en la contención a la espera de algún destello episódico. Williams interfería a Busquets y todo el regimiento rojiblanco mantenía las líneas apretadas. Un espejismo en cuanto se enchufaba Messi y la trama del equipo bilbaíno quedaba al descubierto. Desde la órbita del argentino se fraguó el segundo tanto. Con Leo colaboró Rakitic, que tras un tuya-mía citó a Suárez con la portería de Herrerín. Como el tridente va de concilio en concilio, con los divismos bien repartidos, el uruguayo prefirió la generosidad con Neymar, al que bastó con soplar la pelota a la red. Tajo y tajo para Herrerín, que ya había metido la pierna a punto ante Suárez, y luego un guantazo en una falta ejecutada por Messi. Solo Williams, en un disparo al filo del intermedio, puso los focos sobre Ter Stegen, más defensa líbero que portero ante el nulo flujo ofensivo del Athletic.
Con un tiempo por delante, al conjunto vasco le quedaba subir el volumen, elevar la presión e incomodar todo lo posible al Barça, atosigar a sus zagueros para evitar la circulación fluida. Lo intentó el Athletic, pero este Barça tiene más de un equipaje. Si le encapotan se da a la fuga a la carrera, le agrada el contraataque. Los adversarios titubean, no saben a qué es mejor exponerse, si al rondo permanente o al fútbol a campo abierto. Mientras decidía, Xavi relevó a Iniesta y tras unos minutos de empuje rojiblanco, el gobierno regresó al Barça. Al Athletic no le alcanzaba con el entusiasmo. Menos aun cuando Alves, por la ruta de Messi, conectó con el genio, esta vez en posición de ariete, pillo para meter la punterita antes que el batallón de los Valverde. De Messi a Messi, una brecha definitiva para el cuadro vizcaíno, pese al tanto final de Williams, un estupendo cabezazo de espaldas de este prometedor futbolista. Una floritura sobrante de Neymar, que los rivales entendieron burlesca, estuvo a un paso de cerrar de mala manera una noche festiva. Por fortuna no fue así y todo acabó en paz.
Nada tuvo que reprocharse el Athletic. Como se vio en Barcelona por enésima vez, con una marea oceánica de camisetas rojiblancas, su estado social es excelente. En estos tiempos de fútbol bursátil, que con su innegociable singularidad alcance finales y entre en Europa resulta mucho más que encomiable. Sus gentes se lo hicieron saber con una despedida gloriosa. Para su desgracia, ya son tres las veces que Messi se ha cruzado en su camino hacia el trono copero. Un imposible para muchos, una gozada para este Barça a un paso del segundo triplete de su historia.