viernes, 16 de julio de 2010



CCOO y UGT piden la prórroga del Programa Temporal de Protección por Desempleo e Inserción
Paloma López, secretaria confederal de Empleo de CCOO, y Toni Ferrer, responsable de Acción Sindical de UGT, han remitido una carta al ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho, en la que le piden la prórroga del Programa Temporal de Protección por Desempleo e Inserción, que dura hasta el mes de Agosto, de 2010, dados los efectos devastadores de la crisis económica.

Ambas organizaciones exigen la prórroga de dicha prestación porque la crisis económica sigue teniendo unos efectos devastadores sobre el empleo y, que se incluyan como posibles beneficiarios a los demandantes de empleo que hubiera agotado la Renta Agraria, el Subsidio Agrario y la Renta Activa de Inserción. En el mes de mayo los beneficiarios de este programa eran 283.303, pero el número de beneficiarios de prestaciones asistenciales que agotarán esta prestación en los próximos meses asciende a 787.000, a razón de unos 40.000 mensuales, según datos facilitados por el Servicio Público de Empleo. CCOO y UGT instan a las Administraciones autonómicas y locales para que se comprometan a crear una red social que garantice la cobertura económica de los trabajadores y mejore las condiciones de acceso al mercado de trabajo, para lo que sería necesario adaptar los distintos programas que tienen establecidos de rentas mínimas de inserción para poder dar cobertura económica a dichos desempleados.

jueves, 15 de julio de 2010

La Religión es el problema.
La impunidad del abuso de baja intensidad




MARÍA R. SAHUQUILLO - EL PAÍS-15/07/2010





Castigos físicos o vejaciones ocurrían en las escuelas españolas, casi sin reproche social - Irlanda o Alemania investigan a fondo




Bofetadas, azotes, patadas. Algún toqueteo que otro. Hubo en España -y en otros países de Europa- un tiempo en el que ese tipo de agresiones a los escolares eran el pan de cada día. La letra con sangre entra, se decía. El padre Florencio, al que le gustaba dar pellizcos y capones a los niños más pequeños de la clase, no es un personaje de película. Tampoco el hermano Julián, que se metía en la cama de los seminaristas más jóvenes. Mucho se ha escrito y filmado sobre la atmósfera que se respiraba en las escuelas de la época franquista, pero las imágenes del padre Florencio y el hermano Julián son muy reales. Situaciones similares a las que están saliendo a la luz ahora en países como Bélgica, Irlanda, Austria o Alemania, donde no cesa el goteo de testimonios de adultos ya curtidos que han decidido hablar de lo que vivieron de niños.




"El cura, el profesor,
era alguien temido y respetado", afirma un pedagogo



En España, sin embargo, sigue imperando el silencio. Los casos se producían igual que en otros países. ¿Entonces? El miedo y el poder que sigue manteniendo la Iglesia -que gestionaba muchas de las escuelas de la época-, así como el síndrome del olvido que impera en otros asuntos relacionados con la memoria histórica del franquismo provocan que lo que ocurría en estos centros educativos siga oculto. Abusos y agresiones que pueden ser considerados de baja intensidad, pero que marcaron las vidas de muchos niños durante años.
Menores como Paco Heredia. Un policía jubilado con la memoria forjada por los golpes que recibió desde chico en el colegio San Viator de Zaragoza. Este hombre de 62 años e impecable traje de chaqueta recuerda su infancia como si fuera ayer. Heredia, al que de crío llamaban chulo -no por ser echado para adelante, sino porque siempre quería ser el gachó, el protagonista de todas las películas- rememora los malos tratos y los abusos que sufrían los alumnos del internado zaragozano. Palizas, vejaciones, toqueteos, confesiones forzadas. Todo un rosario de malos tratos por parte de religiosos del colegio que lleva bordado en la conciencia para siempre. Y como él, muchos de sus compañeros.





"Lo que prescribe no se olvida", dice
una víctima que ahora tiene 62 años




El ambiente de humillaciones y golpes que relata Heredia no era único del internado en el que vivía junto a otros 150 chavales. Personas de toda Europa han relatado en los últimos tiempos situaciones similares. De hecho, en Alemania, testimonios calcados a los de este antiguo policía han llevado a las autoridades a investigar lo que ocurría en varios centros educativos desde 1950. El escándalo ha sido mayúsculo. En marzo salieron a la luz los abusos en el coro de voces blancas de Ratisbona, que dirigía Georg Ratzinger, hermano del papa Benedicto XVI.Georg Ratzinger pidió más tarde perdón por haber dado "alguna bofetada" a sus alumnos y explicó que sabía que el director del internado del coro hacía uso frecuente del castigo corporal.
Pero no son solo instituciones religiosas las que se han visto envueltas en el escándalo de los abusos sexuales y los malos tratos en Alemania. En abril, 40 denuncias desvelaron las atrocidades en forma de castigos físicos y psicológicos a los que se sometía a algunos alumnos de un prestigioso colegio laico de Odenwald. En ese país son muchos los que han decidido hablar ahora -la línea habilitada por las autoridades para las víctimas de esos abusos recibió más de 13.000 llamadas en los tres primeros días-. También en Irlanda, donde las asociaciones de ayuda a las víctimas de esta clase de abusos se han movilizado para que estos casos se investiguen. Muchos no esperan otra cosa que una petición pública de perdón. Como Heredia y algunos de sus compañeros de entonces. Saben que es demasiado tarde para denunciar. Los abusos físicos y sexuales que relatan se habrían cometido hace 50 años y han prescrito. Su memoria, sin embargo, no. "Lo que prescribe no se olvida", dice Heredia, afligido.




El miedo del niño afecta al
desarrollo personal y a sus relaciones de adulto




Igual que él no ha olvidado la primera de las palizas que recibió de los religiosos del colegio al que llegó con 5 años. "Fue un día que me equivoqué en la lección y uno de los curas la emprendió a patadas conmigo, como si fuera un balón... Me arrastró a golpes por toda la clase", cuenta. Una imagen demasiado familiar para Julio Zurriaga, técnico de organización de empresas ya jubilado y también alumno del San Viator de Zaragoza. "Todos nos llevábamos palizas. Era algo habitual...", dice. Contando a Heredia y Zurriaga, cuatro ex alumnos de ese centro escolar se han reunido en una cafetería de Zaragoza para hablar de sus recuerdos del pasado.
El colegio zaragozano, sin embargo, ya no pertenece a la Congregación del San Viator. Pedro Lahora, superior de la orden, asegura que no tenía conocimiento de nada de lo que desvelan ahora Heredia y sus compañeros. Explica que van a poner el asunto en manos de sus abogados y que abrirán una investigación sobre lo sucedido aquellos años.
Juan José Tamayo, director de la cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones Ignacio Ellacuria de la Universidad Carlos III de Madrid, explica que los malos tratos a los niños en algunos colegios religiosos y seminarios fueron frecuentes durante las décadas de 1940 a 1970. "En algunos casos, era una de las formas que los religiosos tenían de relacionarse. Puede que fuese un mecanismo de defensa a la represión de los sentimientos en la que les habían educado. Represión del cariño o de la sexualidad", opina.
Jaume Carbonell, pedagogo y director de Cuadernos de Pedagogía, publicación decana entre las revistas educativas, da algunas claves: "La diferencia básica con lo que se vive ahora es que los derechos del niño en aquel momento no existían. La infancia estaba desprotegida. Además, no había democracia". Tampoco existía un control social sobre lo que ocurría en los centros educativos. Ni consejos escolares, ni asociaciones de padres. Nada.




Viñal: "Tendemos a borrar de la memoria lo que nos
traumatizó"


Este pedagogo sostiene que la relación entre esos maestros y los niños estaba envuelta en una dinámica de represión. "El trato vejatorio y la agresión eran manifestaciones de castigo comunes", dice. Añade, además, que en esos años las fronteras entre la aproximación y los tocamientos, la agresión y el castigo no estaban claras para muchos niños. Y si eran conscientes, ¿cómo cuestionar la autoridad de una figura tan respetada? "El cura, el profesor, era alguien respetado y temido y en quien las familias creían", cuenta.No todos tenían la mano larga, pero "los que no lo hacían callaban, y ese silencio se convertía en beneplácito", dice Antonio Viñal, catedrático de Historia de la Educación de la Universidad de Murcia.
Muy poco se han estudiado en España los abusos sexuales a menores. Y menos aún en los años de la posguerra. Sin embargo, un estudio de 1994 -el único amplio sobre el tema- realizado por el catedrático en psicología de la Universidad de Salamanca Félix López, asegura que el 9% de los abusos a menores varones en España han sido cometidos por religiosos -el resto se llevaron a cabo, dice, por familiares o conocidos-. Una cifra nada descabellada para Viñal, si se tiene en cuenta que hubo unos años en los que la Iglesia católica era la encargada de la mayoría de los centros escolares. Heredia le pone cara a la teoría del historiador. "En el San Viator no todos eran malos, pero sí casi tan culpables como los otros. Ninguno hizo nada para evitar lo que sucedía", critica.
Siempre ha habido, y aún las hay, personas que no dan importancia a ese tipo de abusos y agresiones porque muchas veces no pasaron a más. Sin embargo, los expertos sostienen que ese trato, ese abuso de baja intensidad, puede causar secuelas. "Esos actos, aunque no sean tan graves como, por ejemplo, una violación, provocan efectos determinantes en muchos niños. También las agresiones verbales, la presión, el miedo. Afecta al desarrollo de la personalidad y a la forma que tendrá el menor de relacionarse con su entorno cuando sea adulto", explica la psicóloga Sandra Ramírez.
A Heredia lo que le ha quedado han sido muchos recuerdos. Y resentimiento contra un grupo de adultos que, en lugar de velar por él, protegerle, educarle y cuidarle, le maltrató. El centro en el que vivió acogía a niños a los que el tribunal tutelar de menores, por una razón u otra, había separado de sus padres. Como él: "Mi madre trabajaba limpiando un prostíbulo y eso fue considerado de mala nota", cuenta Heredia. El centro también albergó a hijos de padres sin medios económicos. Familias que no tenían dinero para mantener a sus hijos y a quien las autoridades recomendó internarles en el colegio. Heredia cuenta que la diferencia de trato entre un grupo y otro existía. Pero los malos tratos y los abusos, dice, eran generales. Aún así, a ningún niño se le ocurrió contar nada en aquel entonces. "Si los que iban a casa cada fin de semana no abrían la boca para quejarse de los curas, imagínate nosotros... Primero, estábamos todos muertos de miedo y, segundo, llegamos a asumirlo como normal", dice.
Un miedo que, según el historiador Antonio Viñal, no ha desaparecido del todo. "El peso de la Iglesia católica, antes y ahora, es muy grande", dice. Zurriaga y otro ex alumno, Antonio Castellot, lo escenifican. En esos momentos, explican, una imagen todavía más poderosa que el colegio y los malos tratos de algunos religiosos planeaba sobre ellos: el reformatorio. En eso, y también en la paliza que podría ganarse, era en lo que pensaba Heredia cuando muchas veces, a la hora de la siesta, uno de los curas se acercaba hasta su cama y le hacía tocamientos. "Yo tendría siete u ocho años. Estaba asustadísimo y no podía contárselo a nadie", dispara. Nunca le ocurrieron cosas peores. Los abusos se quedaron en toqueteos y en confesiones forzadas de temas relacionados con la sexualidad. "Sí, había algunos a los que los curas se llevaban al despacho y se hablaba mucho...", cuenta Urbano Sotero, compañero de Heredia y Zurriaga y carpintero prejubilado de 64 años.
Estos cuatro ex alumnos -casados, con hijos y casi todos con nietos- saben que ha pasado tanto tiempo que es probable que la mayoría de los curas de los que hablan haya fallecido. Un argumento que, según Carbonell y Viñal, lleva a otros muchos a mantener el silencio. "La gente dice que para qué mover eso ahora. Que para qué, si el cura fulanito ha muerto ya. La Iglesia católica sigue gozando de una situación de privilegio social tan grande que muchos piensan que no está bien hablar para sacar a colación ahora hechos que sucedieron hace 40 años", opina Viñal.
Hay otra causa fundamental, según los expertos, de que se mantenga el secretismo sobre la atmósfera que se respiraba en algunos colegios e internados de la época franquista: la premisa de no remover el pasado. "Es un mensaje que ha calado hondo, en este tema y en otros muchos relacionados con el franquismo. Ese trasfondo hace que los casos de abusos en escuelas de la época no salgan a la luz como sí lo han hecho en otros países", dice Carbonell. "Un olvido que no ha existido en Alemania, donde la gente vive con mal sabor de boca lo que ha ocurrido en el pasado", añade.
"A la gente no le gusta hablar de ese pasado. La sociedad española se ha enriquecido mucho en los últimos 20 años, y lo que se quiere es divertirse, pasarlo bien y no remover el pasado. Temas que están ahí aún y seguirán ocultos y haciendo daño si no se sacan", dice Viñal, que sostiene que hay una razón más para que el silencio se mantenga en torno a los abusos sexuales. "Muchos no quieren hablar de este tipo de delitos. Incluso tendemos a borrar de la memoria aquellos actos que nos traumatizaron", dice.
Observando lo que sucede en Europa, parece que ese patrón está cambiando. Heredia y sus tres compañeros, que sí han decidido hablar ahora, así lo esperan. "Puede que, de los profesores que nos hicieron eso, quede alguno vivo", apunta el ex policía. Y dice entornando los ojos: "Si es así, espero que nuestras palabras sirvan para que no pueda ni mirarse al espejo. Para que todos los que les conozcan o conocían sepan cómo eran. Eso es lo que quiero".

martes, 13 de julio de 2010



La Religión es el problema.





ÓSCAR CELADOR- PUBLICO-13 Jul 2010




El retrato sociológico que acaba de ofrecer el Instituto Nacional de Estadística referido al año 2009 era predecible, e ilustra de forma precisa hacia dónde se dirige el modelo familiar español del siglo XXI. En unas pocas décadas, los españoles hemos abandonado el modelo familiar tradicional, generalmente formado por una pareja casada canónicamente que engendraba una numerosa prole, y hemos pasado a otro en el cual los matrimonios civiles superan a los religiosos y las familias españolas han decidido que no quieren tener hijos. No estamos ante predicciones estadísticas sino ante la cruda realidad que, si bien viene a cerrar un proceso que comenzó a gestarse cuando, gracias a la instauración de la democracia, los españoles pudieron casarse o divorciarse civilmente con total libertad, nos permite apreciar en toda su plenitud el grado de secularización que ha alcanzado la sociedad española.

Ahora bien, ¿qué ha pasado para que en un espacio tan corto de tiempo nuestra sociedad haya mutado de una forma tan radical? La respuesta a este interrogante es tanto jurídica como sociológica. La configuración jurídica actual de las relaciones de pareja permite a sus integrantes elegir, en el caso de que decidan contraer matrimonio, entre: por una parte, un matrimonio religioso con plenos efectos civiles que, en el caso de ser católico, es indisoluble y está fundamentado en la generación de descendencia y en su educación en determinados principios religiosos; o por otra, un simple contrato civil cuyo contenido y duración deciden libremente las partes. Pues bien, a la vista de las estadísticas, parece que la sociedad española se está decantando mayoritariamente por la segunda opción, especialmente si se piensa que los matrimonios civiles superan holgadamente a los religiosos sin contabilizar las uniones de hecho. Asimismo, hay que tener en cuenta la lenta pero imparable inversión cultural que ha experimentado la sociedad española, en la cual poco a poco se ha ido difuminando lo que es y lo que no es políticamente correcto en el terreno de la familia, lo que ha permitido que las parejas decidan sin prejuicios ni complejos qué forma quieren dar a su relación, cuándo comenzar o finalizar la misma, o el número de hijos que quieren tener.

Así las cosas, parece que el modelo familiar tradicional está en caída libre, y es que la familia tampoco podía escaparse de pagar el precio de la libertad.




OSCAR CELADOR es Profesor de Derecho Eclesiástico del Estado y de Libertades Públicas

lunes, 12 de julio de 2010




Huelga general el 29-S: son muchas las razones




* Rodolfo Benito-NUEVATRIBUNA.ES - 11.7.2010




La reducción del paro registrado en el mes de junio confirma que es la actividad económica y no las Reformas Laborales lo que influye en la evolución del empleo, ya que aquella fue convalidada por el Parlamento el 22 de Junio...


...Cierto es que el dato del paro registrado tiene un alto componente estacional; componente estacional, no obstante, que no se produciría si no repuntara la actividad económica.Lo que también pone de manifiesto el dato de paro registrado en el mes de junio, es la altísima temporalidad, producida en muy buena medida por el citado componente estacional, aunque también por la cultura de la temporalidad injustificada que anida en determinados segmentos empresariales.Por tanto de nuevo hay que afirmar que la crisis económica no tiene sus causas ni sus respuestas en la regulación del mercado de trabajo. En todo caso la relación es inversa y el mercado de trabajo termina reflejando algunas de las consecuencias y efectos de las crisis.Pero lo que la Reforma si va a traer, de no modificarse tal y como se viene reaclamando desde los sindicatos, es un incremento de los despidos, eso sí, con un menor coste, así como el mantenimiento, cuando no crecimiento, de la temporalidad injustificada. Por cierto, de las anteriores reformas laborales impuestas, todavía hoy, sus autores, no han hecho balance.Y habría que realizarlo, pues de las reformas impuestas del 84, 94, 2001 y 2002, vienen los altos niveles de temporalidad que hoy tiene nuestro mercado laboral, los mecanismos de ajuste que se producen vía empleo, en momentos de dificultades como el actual, el despido Express…, en definitiva todas aquellas cuestiones como la precariedad laboral y otras, que han terminado por estabilizar y “normalizar” lo que estaba destinado a ser inestable y coyuntural, ante las que hoy, ciertos sectores se echan las manos a la cabeza, y que sin embargo en todos y cada uno de aquellos momentos las aplaudían bajo el mismo argumentario: “las rigideces del mercado laboral están en la raíz…”.Son aquellas reformas, como lo será ésta, de no modificarse, las que han contribuido a apuntalar los rasgos diferenciales que han caracterizado el patrón de crecimiento en España, con respecto a los países centrales de la Unión Europea, tanto en términos de estructura productiva como de mercado de trabajo, que han producido una estrecha relación entre una tendencia a la especialización productiva del crecimiento en actividades con bajos niveles de innovación y productividad y la segmentación de los mercados de trabajo.Y es que, aunque sea reiterativo, conviene repetir una y cien veces, que en relación al mayor impacto que la crisis ha tenido en España en términos de destrucción de empleo y aumento del desempleo, que algunos imputan a las disfunciones del mercado de trabajo, las causas ni están, ni estarán, en la regulación legal de las relaciones laborales, sino que son una consecuencia inexorable de la evolución del modelo productivo español y su mercado de trabajo en los últimos años.Las respuestas no están ni en la reducción de los salarios de los empleados públicos, ampliado en el caso de algunas Comunidades Autónomas, como la de Madrid, a las empresas publicas, o en la congelación de las pensiones para 2011, o en los recortes en la inversión publica, como tampoco lo está en la reforma laboral. Las respuestas hay que buscarlas en las causas y no en los efectos, que hacen que en España, con una caída del Producto Interior Bruto incluso menor que el producido en la mayoría de los países de la Unión Europea, tenga una tasa de desempleo que, sin embargo, es muy superior.La recuperación económica y el crecimiento vienen de otros factores, que son fundamentalmente económicos y que, en términos de empleo, han de orientarse a lo que es una prioridad en nuestro país: cambiar el modelo productivo.La dirección correcta por tanto no es por la que esta circulando la política económica del gobierno, que decide una reforma que no tiene relación con el recorte del déficit ni con la contención del gasto público. Tampoco busca la recuperación económica. Se dirige a otro objetivo: abarata, facilita y subvenciona el despido, obstaculizando y debilitando el control judicial del mismo, modifica de manera muy significativa las causas para los despidos objetivos por causas económicas, tecnológicas, organizativas o de producción; no impide el fraude en la contratación temporal ni impone límites eficaces a la misma, rompe el sistema de negociación colectiva sectorial a través de su inaplicación en las empresas que aleguen dificultades económicas, da un impulso a la precarización a través de las ETTs en varios sectores sensibles y de riesgo, como la construcción y las Administraciones públicas y liberaliza las agencias privadas de colocación. No esta en definitiva en la raíz del diferencial que en materia de desempleo existe entre España y la Unión Europea.Y es que es una nefasta orientación hoy igual que ayer la de asociar, flexibilidad negativa y mayor poder empresarial, con la creación de empleo.Son muchas las razones para la huelga general del 29 de Septiembre, razones que tiene una estrecha relación con la lucha sindical, que es una continua dialéctica entre la defensa de los derechos y los espacios democráticos conquistados y el impulso a otros nuevos.Cuando se atenta contra los derechos de los trabajadores, que con tantos sacrificios y esfuerzos se han conquistado, nos abocan a un serio conflicto social.El sindicato es y va a seguir siendo un firme valladar frente a retrocesos, a la vez que un decidido impulsor de cambios para una mejor consideración social y profesional del trabajo, para la mejora de las condiciones sociales y laborales de la clase trabajadora.Al igual que el movimiento sindical es consciente que su ámbito de actuación ha de trascender inevitablemente hacia el espacio supranacional, precisamente porque la descentralización de la producción no impide sino que favorece, que se siga centralizando el poder de decisión.
Rodolfo Benito Valenciano - Secretario Confederal de Estudios de CCOO, Presidente de la Fundación 1º de Mayo


La Religión es el problema
DONNA LEON-público-12 Jul 2010.
Hola! ¿Hay alguien ahí? ¿Hay alguien despierto? ¿Alguien está escuchando? Les aseguro que, al leer esas protestas horrorizadas por la avalancha de revelaciones sobre los abusos cometidos por curas católicos con niños (¿y qué significa esa palabra en términos reales, físicos, es decir, qué se hizo, dónde se hizo y cuántos años tenía el niño?), uno se pregunta dónde ha estado metido el resto del mundo desde hace décadas. Estuviesen donde estuviesen, no escuchaban a ese amigo que en la cena hablaba de lo largas que tenían las manos los religiosos de los colegios a los que iban de pequeños, ni hacían caso a sus amigos católicos cuando se reían de cómo los curas que oían sus confesiones infantiles insistían en que describiesen al detalle sus primeras experiencias sexuales. Ni prestaban atención a los periódicos de los últimos 20 años, ya que siempre ha habido noticias de ese estilo, al menos para quien quería leerlas.
Conque no perdamos el tiempo fingiendo que nos sorprende que algunos curas lleven décadas violando niños, ¿vale? En cambio, y ya que la Iglesia se irá por la tangente y gritará que pretenden atacar a la Santa Madre Iglesia siempre que alguien sugiera que el actual Papa lo sabía y le daba igual, llevemos la cuestión a un terreno donde podamos estudiarlo con claridad y pongámoslo en la sección económica del periódico, pues se trata de un desastre empresarial.
La Iglesia es, a fin de cuentas, una empresa. La gente le da dinero y es fiel a la marca a cambio de un producto, lo cual proporciona empleos a millones de personas y beneficios a sus accionistas y ejecutivos. El primer objetivo de una empresa, como el de una ameba o un paramecio, es la supervivencia; luego vienen los beneficios.
Pensemos que el actual Papa es el presidente de esta empresa. No era la elección más popular, pero llevaba algún tiempo en la junta directiva, no desentonaba y era fiel al producto. Sin embargo, al poco de trasladarse al mejor despacho, salieron a la luz unas embarazosas fotos en las que aparecía en uniforme militar (y todos sabemos de qué ejército), y luego un molesto periódico italiano lo llamó “Pastore Tedesco”; además, su acento alemán hace que cuando exhorta a la gente a pensar en “l’importanza del bene” suene como si dijese “l’importanza del pene”.
Después, como les sucedió a nuestros amigos de la industria tabaquera, llegaron los problemas de verdad. Bueno, pues habrá que aprender de nuestros amigos estadounidenses, negarlo todo, hacer que los médicos digan que los cigarrillos son inofensivos y cuestionar las motivaciones de quienes sugieren que podría haber conexión entre el tabaco y el cáncer. Y, cuando se demuestre que es una mentira criminal, cambiemos a marcas light, pero sigamos fabricando cigarrillos y seduciendo a los jóvenes para que fumen. La Iglesia actuó igual: lo negó todo (al tiempo que compensaba con miles de millones a quienes contaban aquellas terribles mentiras sobre los bondadosos padres) y cuestionó las motivaciones de quienes denunciaron a los hombres que habían abusado de ellos. Podemos esperar que antes o después la Iglesia siga el mejor modelo empresarial y admita que dar un poder ilimitado sobre los niños a hombres que renuncian a tener relaciones sexuales normales con adultos quizá no sea la mejor forma de protegerlos. Ardo en deseos de ver cómo se manifestará esa marca light: ¿mujeres curas?
En cuanto a Ratzinger (qué nombre tan desafortunado para un ejecutivo destinado en un país latino), no olvidemos que hablamos de una multinacional que en todo momento acata las órdenes de su presidente y que es él quien manda. Mientras sigue a salvo en su despacho, aparentemente indemne, sus secuaces condenan a la oposición, pero, igual que aquellos caballeros que el rey de Inglaterra envió a matar a Santo Tomás de Canterbury, han ido demasiado lejos y han dejado huellas. Algunos equiparan con la propaganda nazi contra los judíos las críticas al Papa por no haber puesto fin a la violación sistemática de niños. ¿Cómo? O fíjense en esta perla pronunciada durante la Semana Santa: el Santo Padre, como Jesús, ha vivido su semana de Pasión. Bueno, ya que los amigos del Papa han sacado el tema de Jesús, veamos qué opina Él (que, se supone, es el director ejecutivo de la empresa) sobre los “abusos” a niños (y sigo sin saber qué abarca exactamente ese término): “Y a quien ofenda a uno de esos pequeños que creen en mí, más le valdría que le atasen una rueda de molino al cuello y lo arrojasen al mar”. (Marcos, 9:42). Lástima que el Vaticano estuviese tan ocupado haciendo comparaciones con el nazismo que no se paró a pensar en esa frase.
En cuanto al futuro, la marca de la Iglesia católica lleva siglos obteniendo reconocimiento y fidelidad (a veces con la ayuda del fuego y la espada), conque no debemos engañarnos y pensar que este alboroto va a suponer diferencia alguna. Basta con esperar. Basta con sentarse, irse por la tangente, negarlo todo y pagar a quien haga falta para que la gente lo olvide, antes o después. Como las amebas, las empresas han de adaptarse para sobrevivir, y eso hará la Iglesia, bajo la iluminada tutela de Ratzinger. Los paquetes de cigarrillos llevan mensajes que advierten de sus riesgos, pero me temo que habrá que esperar mucho para que se coloquen mensajes similares a la entrada de los colegios religiosos, por muy necesarios que los consideren algunos.
Donna León es escritora
Traducción de Tamara Gil Somoza
REFLEXIONES DEL PASIEGO
Identidad de clase, identidad nacional.
J. Manuel Marañón.

Con un recuerdo emocionado a Mario
Onaindía-“El precio de la libertad”

El 30 de junio, en Santander como en otras ciudades de España, nos manifestamos en protesta por las medidas que está tomando el gobierno y por las que anuncia que va a tomar, a través de las cuáles va a hacer recaer en las clases populares los costes de la crisis.
No me voy a extender ni en las medidas ni en el análisis de sus causas y consecuencias más o menos profundas. Tendremos tiempo hasta el 29 de septiembre de ir incidiendo en esto en la línea de aportar lo que cada uno pueda para que la huelga general sea un éxito.
Por lo tanto, este artículo está dedicado a un detalle que observé en la manifestación y que me dio que pensar, eso sí, reconozco que desde el afloramiento de mi más profundos demonios antinacionalistas.
El tema de la identidad nacional es un tema que nunca he llegado a comprender muy bien. Y que conste que no solamente hablo de la identidad nacional catalana, que también, sino que hablo de la misma manera de la identidad nacional española y, por supuesto, de la cántabra.
El detalle que disparó mi proceso de reflexión fue el que unos compañeros/as del sindicato portaban unas banderas con el lábaro que algunos/as dicen que representa al identidad nacional cántabra. En un extremo de esa bandera aparecían las siglas de CC OO.
Insisto mi única identidad es la de ciudadano trabajador. Incluso mi apelación permanente a mi origen pasiego es más un signo de rebeldía que de identidad. Hasta los años 80, en Cantabria la palabra pasiego se utilizaba como un insulto que nos dirigían a los que procedíamos de los valles altos del Pas, Miera, Pisueña o Trueba. Y entonces uno reacciona diciendo pues sí, soy pasiego, a mucha honra.
Mi gran identidad, de entrada, es la identidad de clase, la conciencia de clase en términos marxistas. Aunque no sé si apelar al marxismo comienza a ser contraproducente en CC OO
Eso no implica que no esté interesado en la vida de la ciudadanía que se organiza en un determinado ente político. Ni muchísimo menos. Me interesa todo aquello que afecta a las personas y, sobre todo, a las personas pertenecientes a las clases populares que viven en mis entornos más inmediatos.
Pero lo que más me indigna de todo esto son las simplificaciones sesgadas de la historia, hecho que se produce porque el estudio de las identidades históricas se basa muchas veces en cuestiones simbólicas (el lábaro) o en cuestiones mitológicas (corocotta). Y claro la historia socioeconómica, clave para entender la identidad de clase, no interesa demasiado porque es profundamente desmitificadora.
No me resisto a poner un ejemplo ilustrativo. A finales del siglo XVI comienza en Gran Bretaña el fenómeno de las “enclousures”, el cerramiento y la privatización de los terrenos comunales, fenómeno que se puede dar por terminado en el XVIII, extendiéndose a lo largo de ese siglo y del siguiente a muchos lugares de Europa occidental. Las actas de cercamiento (enclosure acts) perjudicaron principalmente a los campesinos, que no podían ya usar los beneficios de los terrenos. Por lo tanto, se da una acumulación de tierras en manos de la aristocracia rural y se crea un ejército importante de mano de obra de reserva.
Tal sistema vino dado por el continuo aumento de la demanda de bienes agrícolas a los cuales el viejo sistema agrícola no podía hacer frente en cuanto los terrenos eran cultivados por campesinos que se ocupaban del mismo campo sólo por un año, y que por lo tanto no sentían motivación para mejorar las condiciones del terreno. Con el cercamiento, los grandes latifundistas pudieron introducir modificaciones cuantitativas y cualitativas en la agricultura inglesa, mejorándola. El cerramiento se acompañó generalmente de la utilización de nuevas técnicas, de nuevos cultivos, de nuevas rotaciones.
Como colofón de este proceso se da la acumulación de capital que está en la base financiera de la revolución industrial. Este fenómeno lo analiza muy bien Marx en “El Capital”. Y pido perdón si citar a D. Carlos supone un sacrilegio en los momentos que vivimos, incluso en CC OO.
Pues bien, en a lo largo del siglo XVI se produce ese mismo proceso en los valles pasiegos aunque con características diferenciales. La demanda de mantequilla en las clase nobiliarias y en las ciudades castellanas, conlleva que se acabe con el pastoreo extensivo en los terrenos comunales de los valles altos y medios de los cuatro ríos. Se cambia el tipo de vaca, dando origen a la vaca pasiega cuya leche tenia un alto porcentaje de grasa, vaca que se estabulaba en cabañas con terrenos adyacentes cercados.
La mantequilla salía a través del mercado de Espinosa de los Monteros. Primero eran comerciantes castellanos los que compraban la mantequilla en las propias cabañas y la revendían en el mercado de Espinosa, para pasar mas tarde este comercio a manos pasiegas.
Es decir, se produce un cambio en la vida de los campesinos del SE de Cantabria y el NE de Burgos basado no en identidades colectivas sino en elementos de cambio económico y social.
Y otra vez pidoperdón porque no sé si hablar del valle del río Trueba, que discurre por la provincia de Burgos hasta su desembocadura en el Ebro, es romper la identidad cántabra o es que debemos reivindicar la integración de Espinosa de los Monteros en Cantabria.
Pues bien, este fenómeno de cambio socioeconómico solo parece interesante para cuatro estudiosos del tema y para aquellos que ponemos la identidad de clase por encima de la identidad nacional.
Y finalmente, decir que, cuándo hablo de estos temas, no puedo por menos que recordar emocionadamente a Mario Onaindia, viejo militante de CC OO, así como el precio que tuvo que pagar para conseguir su libertad.