viernes, 6 de febrero de 2015

Lola

Se llamaba María Dolores González Ruiz, y era una abogada laboralista que tuvo una mala suerte legendaria


Se llamaba María Dolores González Ruiz, y era una abogada laboralista que tuvo una mala suerte legendaria. Lola fue novia de Enrique Ruano, asesinado por la policía franquista y el Abc del momento. Luego, fue la pareja de Javier Sahuquillo, también asesinado por una banda de extrema derecha. Lola recompuso a medias su vida y su compañero fue víctima de un cáncer. No pudo aguantar más.
El mal no tiene un cuerpo cierto que nos permita señalarlo y actuar contra él. Pero el mal existe. Y está claro que se enamoró de Lola. Es difícil encontrar una biografía reciente tan torturada como la de esta mujer. Y es difícil encontrar una mujer que haya sufrido tanto por ese mal, ligado además a la notoriedad.
Lola no quería hablar de su pasado. Quizás habría sido bueno, pero seguramente el pudor se lo impidió.
Su última oportunidad fue truncada por una enfermedad que no tenía nada que ver con la política. Era doblemente maligna porque indicaba que ni fuera de lo público podía tener descanso.
Yo la conocí muy poco. Menos de lo que habría deseado. Quería escribir sobre algunos aspectos de su pasado. Con enorme tacto, y con mucho cariño, se fue deshaciendo de las peticiones que le hacía para refugiarse en su derecho al silencio, que no debía tener del todo claro, porque siempre decía: “Para ti, sí hablo”.
No habló nunca. No conseguí de ella lo que de verdad no quería contarle a nadie. Quizá porque le parecía que todo estaba ya contado, y lo que no, le pertenecía sólo a ella y a sus muertos.
Lola, a su pesar, era ya un símbolo. Símbolo del dolor y la mala suerte.
Yo voy a hacerle un homenaje que consiste en poner a todo trapo el Lola de los Kinks. Champagne.

LA SONRISA DE LOLA GONZALEZ

Del blog de Javi López

https://ccooblog.wordpress.com/

lunes, 2 de febrero de 2015


El corazón helado en enero

Dolores González Ruiz murió en ese mes tan ligado a su recuerdo, al nuestro, a su dolor y a nuestro dolor



La abogada laboralista Dolores González Ruiz. / GORKA LEJARCEGI

Hoy, 1 de febrero, hemos despedido a nuestra compañera y amiga Dolores González Ruiz y a su compañero de estos últimos 20 años José María Zahera, en un frío día de invierno en el que el calor del recuerdo y el orgullo de nuestra vivencia con ellos ha sido un aliciente toda nuestra vida.
Lola murió en enero, en ese mes tan ligado a su recuerdo, al nuestro, a su dolor y a nuestro dolor. Y por ese recuerdo quiero hablaros, personal y colectivamente, sobre todo de Lola, sin dejar de reconocer el afecto a José María, con el que ella vivió todos estos últimos años, pero sabiendo que con Lola nos ha unido, y nos seguirá uniendo, una larga y vibrante historia.
Nos conocimos la mayoría de nosotr@s en la Facultad de Derecho de Madrid, en distintos años, pero unidos al final por un común compromiso en la militancia de izquierdas de nuestro país. Ella empezó en el Frente de Liberación Popular (FELIPE), otr@s veníamos de la FUDE, del sindicato democrático de estudiantes y de los cristianos de base, para confluir en la Organización de Abogad@s del Partido Comunista de España, que después dejaríamos tras diversas vicisitudes, pero siempre hemos mantenido un compromiso con la izquierda.

Les dispararon a ellos, indefensos,que solo tenían leyes en sus manos

Nuestra actividad la ejercíamos sobre todo como abogad@s defensores de las fuerzas antifranquistas, de los sindicatos clandestinos, sobre todo CC OO, y de las personas que necesitaban ser defendidas en la reclamación de sus derechos. Personalmente, con Lola trabajamos juntas desde principios de los años setenta, cuando unimos nuestros despachos profesionales de General Oraá y Modesto Lafuente, formando un único despacho, el de Españoleto 13, en el que nos mantuvimos unidos hasta después de 1977, cuando tuvo lugar la legalización de los partidos y de los sindicatos que defendíamos hasta entonces. He de recordar los innumerables despachos de profesionales dedicados a estas tareas en muchos puntos de España, pero en Madrid, desde el de la calle Cruz 16 con María Luisa Suárez, Antonio Montesinos, etcétera, que fueron nuestros maestros, continuando sus enseñanzas en despachos como Atocha, Españoleto, Alcalá, etcétera y con distintos centros en Getafe, Torrejón, Vallecas, etcétera, etcétera, donde se asesoraba a las asociaciones de vecinos en sus luchas importantes en esos años.
Valga esta enumeración mínima de la vida profesional vibrante a la que nos enfrentamos cientos de abogad@s en aquellos años, pero lo que me interesa destacar hoy, después del adiós a Lola, es el dolor que vivimos junt@s en los últimos años del franquismo y la llamada Transición democrática.
Lola tenía el corazón helado por el mes de enero. Enero la separó de su primer compañero de amores, Enrique Ruano, asesinado por la policía el 20 de enero de 1969, sin poder estar a su lado porque ella estaba detenida en la propia policía. Un 24 de enero de 1977 unos asesinos de la extrema derecha entraron en el despacho de Atocha 55 y, reunidos allí los abogados del partido que asesoraban a las asociaciones de vecinos, les dispararon sus armas a ellos, indefensos, que solo tenían leyes en sus manos para defender a los más combativos y luchar por la democracia. Allí cayeron Javier Sauquillo, Enrique Valdelvira, Luis Javier Benavides, Ángel Rodríguez y Serafín Holgado. Sobrevivieron con graves lesiones, tú, Lola, Luis Ramos, Miguel Sarabia y Alejandro Ruiz Huertas. Luis y Miguel también murieron años después. Tú, ahora, y solo nos queda Alejandro en vida, pero vosotros en nuestros corazones.
También ese 24 de enero te heló y nos heló el corazón a tod@s, pero muy especialmente a ti, pues allí perdió la vida tu compañero inseparable en tu amor, Javier Sauquillo, hermano de Paca, amiga y compañera del alma, y tampoco pudiste estar a su lado, pues te debatías entre la vida y la muerte en el hospital 12 de Octubre. Pero en ambas fechas trágicas de enero pudimos estar a tu lado y compartir contigo tu dolor y el nuestro.
Cuando ayer estaba hecha polvo al saber la noticia, vi en televisión la imagen de un gentío impresionante que reclamaba democracia y que gritaba que era la hora del cambio y de la ilusión.
Pues aunque hayan pasado tantas y tan terribles cosas después de todos estos años, yo recordé aquel silencio impresionante de cientos de miles de personas con lágrimas en los ojos que garantizaron la seguridad que las autoridades de entonces no podían asegurarnos en ese entierro y que, sin hablar, sabían que no se podía negar la democracia, no por la Transición que ellos dicen hicieron, sino por el dolor y la muerte de tanta gente en todo ese tiempo del franquismo y después, en enero de ese año, las de Arturo Ruiz, Ray Luiz Nájera y los compañeros de Atocha. Además de las cárceles y condenas de cientos de miles de represaliados, exiliados, que clamaban por restaurar la democracia arrancada a los españoles por el golpe militar del general Franco, al que hoy, incluso autoridades del actual Gobierno, llaman “cruzada nacional”.
Por eso reivindico el dolor de Lola, el dolor de todos los que lucharon por la democracia, que el silencio de aquel entierro de ojos rojos del llanto supusieron la misma ilusión de cambio que hoy, cuando otras generaciones que tienen el compromiso con su tiempo piden un cambio para hacer real la democracia que con tanto dolor conseguimos. Por eso tenemos que recordar para atrás con ilusión e igualmente tenemos que rebelarnos con compromiso contra la situación de destrozo democrático que estamos viviendo.
Hace pocos días, la Fundación Abogados de Atocha, que creó CC OO en 2004 en vuestro recuerdo y de la que eras presidenta de honor, ha dado como todos estos años los premios Abogados de Atocha a la jueza María Servini, que lleva la querella argentina por los crímenes del franquismo y a los actores que lucharon más de 40 años por la mejora de sus condiciones. Tú no pudiste venir porque todavía te dolía la historia.
Lo malo para nosotros es que en estos eneros que te helaron y que nos helaron el corazón podíamos estar a tu lado, pero hoy nos has dejado solos, con nuestro corazón helado pero con nuestro compromiso inquebrantable contigo, y queremos vivir hoy dando consuelo a vuestras familias, con nuestro abrazo a tus hermanos y a sus hijos, tus queridos sobrinos, y a los hijos de José María. Con Paca, con Margot, con los compañeros que te queremos pasaremos un nuevo enero para llenar de ilusión la democracia como las llenasteis vosotros incluso con vuestra vida. ¡¡¡Hasta siempre Lola!!! Que descanses en tu Santander querido, con tus cenizas cara al mar, como diría Serrat: “En la ladera de un monte, más alto que el horizonte quiero tener buena vista...”.

Cristina Almeida en nombre de todos tus compañeros y amigos y de la Fundación Abogados de Atocha.






Messi decide entre gigantes

El Barcelona protagoniza un excelente remonte en un partido muy bien jugado por el Villarreal ● Rafinha, autor del segundo gol, el mejor aliado de los delanteros azulgrana

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Messi, entre Cheryshev y Trigueros. / Vicens Gimenez

Messi y Neymar siguen contando goles, incluso en las noches más difíciles, y el Villarreal continúa jugando muy bien, también en el Camp Nou. Anoche se batió con grandeza en un excelente partido con el Barça. La hinchada acabó tan cansada como los jugadores después de un ejercicio trepidante y agradecido en la Liga. No está el Barcelona para concesiones ni Messi para ceder terreno en ausencia de Cristiano Ronaldo.
El 10 apareció cuando era necesario, en las tres jugadas de gol,punto final después de que Luis Suárez se cegara ante Asenjo. El uruguayo pone en juego los balones más imposibles, le da continuidad al fútbol para Messi y Neymar, y en cambio no atina en el remate, tampoco ante Asenjo. El argentino marcó las diferencias en un plantel enfebrecido y muy bien orientado por Rafinha.

Barcelona, 3-Villarreal, 2

Barcelona: Bravo; Alves, Piqué, Mascherano, Alba; Rafinha (Rakitic, m. 88), Busquets (Mathieu, m. 71), Iniesta; Messi, Suárez (Pedro, m. 78) y Neymar. No utilizados: Ter Stegen; Xavi, Sergi Roberto y Adriano.
Villarreal: Asenjo; Mario, Musacchio, Víctor Ruiz, Costa; Bruno, Pina (Trigueros, m. 76), J. Dos Santos (Moi Gómez, m. 85), Cheryshev; Vietto y Giovani (Uche, m. 89). No utilizados: Sánchez; Dorado, Rukavina y Gerard.
Goles: 0-1. M. 30. Cheryshev desvía un chut de Mario. 1-1. M.45. Neymar remacha ante Asenjo. 1-2. M. 51. Vietto recibe de Giovani. 2-2. M. 53. Rafinha, tras un rechazo. 3-2. M. 55. Messi, desde fuera del área.
Árbitro: Vicandi Garrido. Amonestó a Bruno, Dos Santos y Rafinha,
65.005 espectadores en el Camp Nou.
Los dos resultaron capitales para abatir a un Villarreal en racha, excelente, muy bien organizado, futbolísticamente rico, plagado de jugadores sutiles y tácticos, bien dirigido por un técnico que no encuentra la manera de ganar al Barça, ni siquiera cuando tiene el partido de su parte, como pasó por dos veces, una afortunada y la otra por mérito de Giovani.
El partido empezó con el balón a pies del Villarreal y una recuperación de Messi. Así acostumbra a ser cada jornada desde que el 10 tomó el liderato del Barça. El delantero argentino interceptó la pelota para después asistir a Luis Suárez, más tarde regatear con un arrastre a Cheryshev y finalmente combinar en un palmo con Neymar. No hubo ni ocasión ni tiro, sino una declaración de las intenciones del Barcelona.
A partir de Messi, los azulgrana acamparon en campo del Villarreal y buscaron la profundidad de los laterales, la entrada de los interiores y la definición de Suárez. A la intensidad y velocidad del fútbol barcelonista, sin embargo, les faltó desequilibrio, un punto de pausa y finura, sobre todo por parte del 9, tan esforzado y bien puesto como estéril, negado hasta en tres tiros ante Asenjo.
Agresivo en ataque, también funcionaba la transición defensiva en el Barcelona, de manera que al Villarreal no le quedó más remedio que aplicarse en su área, excelente en las ayudas, empeñado en enfriar el encuentro por más ritmo que le pusiera el combativo Barça. La presión funcionaba tan bien como mala era la precisión en el último pase o también en el tiro, necesitado el equipo de que rematara Messi.

La hinchada acabó tan cansada como los jugadores después de un ejercicio trepidante

La hinchada del Camp Nou aguardaba el gol con insistencia cuando en una salida del Villarreal, a la media hora, Mario enganchó un disparo que parecía escaparse por el lateral del campo hasta que Cheryshev puso el pie y desvió el balón al fondo de la red de Bravo. El gol desmontó al Barça. La desmoralización colectiva fue notoria y se pasó de los aplausos comprensivos hacia Suárez al murmullo porque no atinaba el 9. Tampoco había noticias de Neymar, reiterativo en las pérdidas, de manera que había que aguardar una jornada más a Messi.
Apareció el 10 por la derecha, tocó para Rafinha y el joven interior, la única novedad en la alineación en perjuicio de Rakitic, encontró un hueco para rematar con su zurda hacia el palo derecho de Asenjo. Ningún defensa consiguió controlar el rechace del meta, que quedó a merced de la voracidad de Neymar: 22 goles.
No quedaba ni un minuto para el descanso, de manera que respiró el Barça. Igualado, el partido recuperó en la reanudación el guion del inicio: apretaba el Barça, muy expuesto, y amenazaba el Villarreal. Muy pocos equipos causan tanto pánico con y sin balón, en defensa y en ataque, admirable en el despliegue, como el de Marcelino. Alcanzó con un mal control de Piqué para constatar la calidad del Villarreal y el arrebato del Barça. Giovani sancionó el error del central con una veloz carrera, un regate al portero y una asistencia para Vietto: 1-2. Y, acto seguido, cayeron dos goles como dos truenos protagonizados por Messi. El 10 cabeceó un centro de Suárez, habilitado por Iniesta, y el rechazo quedó para el tiro de Rafinha; después Messi puso el balón desde el balcón del área al ángulo izquierdo de Asenjo tras ser rebanado por Suárez.
El remonte azulgrana provocó la réplica del Villarreal y el partido enloqueció, imposible para el árbitro —anuló un gol al Villarreal y no vio un penalti a Neymar— descontrolado también para el Barça. No encuentra el Barça la pausa para firmar sus mejores victorias, como la conseguida ante el Villarreal, alcanzada por su determinación y carácter y por la clase de Messi. El remonte fue tan lúcido como difícil resultó la administración del triunfo en un final desbocado, más propio de la Copa que de la Liga.

domingo, 1 de febrero de 2015




Dolores González Ruiz, un corazón superviviente

La abogada laboralista sobrevivió a la matanza de Atocha


La abogada laboralista Dolores González Ruiz. / GORKA LEJARCEGI
Dolores González Ruiz, abogada laboralista y vecinal, sindicalista y presidenta de honor de la Fundación Abogados de Atocha de Comisiones Obreras, ha fallecido en Madrid a los 68 años a consecuencia de un cáncer de pulmón. Estaba casada. No tenía hijos. Sus restos mortales fueron trasladados al cementerio de Tres Cantos (Madrid), donde este domingo será incinerada a las siete de la tarde tras una corta ceremonia civil.
Fue la empleada de hogar que acudía a su domicilio, en la céntrica calle de Arapiles, los martes y los viernes, la que la encontró la mañana del 30 de enero muerta en su cama. También había fallecido su marido José María Zaera, que se encontraba caído en el pasillo. El portero de la finca subió tras ser alertado por la empleada. La policía acudió al domicilio y no encontró nada sospechoso. “Hacía ya bastante tiempo que no salía de su casa ni nada. Tras estar una temporada en Santander, regresó hacia septiembre y ya casi no salía”, reconoció el conserje.
La vida de Dolores González Ruiz, nacida en León en 1946 y asentada en Madrid, en una familia de comerciantes de textiles, ejemplifica las trágicas vicisitudes en las que se desenvolvieron numerosas mujeres como ella, víctima consecutiva de la dictadura franquista y de las secuelas dictatoriales durante la Transición a la democracia.
En el atentado fascista  falleció
su marido, Javier Sauquillo
Cuando en enero de 1969, bajo el franquismo, estaba a punto de casarse con su compañero Enrique Ruano, estudiante de Derecho como ella y con ella también miembro del Frente Obrero del clandestino Frente de Liberación Popular, él murió asesinado, precipitado por una escalera, durante la inspección policial, a la que fue conducido por la fuerza, de un piso de la calle Príncipe de Vergara donde se alojaban unos amigos de ambos.
“Al conocer la muerte de su novio, Dolores perdió el conocimiento y cayó en una profunda depresión que le impidió asistir al entierro de su amado”, cuenta su amigo el abogado y ex alto cargo del Ministerio de Defensa Francisco Javier García Fernández. Años después, Dolores logró rehacer su vida sentimental y emprendió una relación con el abogado Javier Sauquillo, con el que se casaría en 1973. Juntos compartieron un despacho laboralista en la calle del General Oráa, hasta que la dirección del Partido Comunista de España, a la que se habían integrado los dos, decidió unificar en un gran despacho, en la calle del Españoleto, numerosos otros bufetes de letrados comunistas y sindicalistas dedicados a la defensa de los trabajadores y de las organizaciones vecinales y ciudadanas, especialidad ésta que tanto Dolores como Javier adoptaron tras su etapa inicial propiamente laboralista como letrados de Comisiones Obreras.
Precisamente en una reunión de la célula de abogados de barrios celebrada el 24 de enero de 1977 en el bufete de letrados de Comisiones Obreras ubicado en la calle de Atocha, 55, irrumpió violentamente un comando armado de ultraderechistas, entre los que se hallaba un guardaespaldas de Blas Piñar, líder del partido fascista Fuerza Nueva, que tras empujar a la pared de la sala que ocupaban a una decena de los reunidos, los ametralló a mansalva. Javier Sauquillo, así como los abogados Enrique Valdelvira, Serafín Holgado y Luis Javier Benavides, además del empleado represaliado de Telefónica Ángel Rodríguez Leal, murieron en unas horas y cuatro personas más resultaron heridas de diversa consideración: Lola González Ruiz, Alejandro Ruiz Huerta, Miguel Saravia y Luis Ramos Pardo. Aquel atentado implicó uno de los episodios más dramáticos y de mayor tensión, por su carácter provocador, en la Transición.
En aquel atentado Lola González Ruiz, como la conocían sus compañeros, recibió en el maxilar impactos de bala, con lesiones que le dejaron daños permanentes y por las que necesitó intervenciones quirúrgicas consecutivas.
Amante de la lectura, del cine y de los viajes, “volcada en la amistad”, como reconocen sus allegados, Dolores González Ruiz llevó con enorme entereza, signada por intermitentes fases de melancolía, los tres dramas que sufrió en carne propia y también en su corazón, doblemente asesinado, a consecuencia del carácter represivo del franquismo y de la larga sombra que su dictadura dejó en España también a lo largo de la Transición. Tras aquel segundo trance, ella trabajó en un gabinete de urbanismo del PCE en Madrid, luego en varios despachos laboralistas de Comisiones Obreras, en Santander, y se jubiló hace cuatro años.



Markaris: “Mi comisario no espera nada de la Grecia de Syriza”

El escritor griego analiza, en el Hay de Cartagena de Indias, el panorama que se ha abierto en su país con el nuevo gobierno y el destino de su personaje literario


El escritor griego Pétros Markaris, fotografiado por Daniel Mordzinski, en Cartagena de Indias (Colombiia)
Hay personajes que han necesitado el cine para llegar, no a la gloria literaria, donde ya campaban a sus anchas, sino al gran público. El Marlowe de Humphrey Bogart o el Ripley de Matt Damon no añadieron estrellas al firmamento de Raymond Chandler o Patricia Highsmith, que ya fulguraban con suficiente luz propia, pero sí una proyección masiva que les hizo masticables, adorables, temidos o queridos.
Hay otros personajes, sin embargo, que no necesitaron el cine. Solo una crisis.
El comisario Jaritos, el entrañable policía creado por Pétros Markaris, ha ganado ya más empatía por cómo se las arregla para llegar a fin de mes que por su forma de resolver los crímenes. El autor griego (Estambul, 1937) logró esa magia mediterránea que comparte con el Carvalho de Vázquez Montalbán o el Montalbano de Camilleri: la de saber crear un investigador cercano, humano, con la dosis suficiente de humor y de neurosis en su rutina como para convertirse en un tío adoptivo, muy lejos del tipo solitario colgado del whisky en una barra de los barrios bajos de Los Ángeles. Por eso nos puede interesar más preguntar a Jaritos que a su autor, que estos días está en el Hay Festival de Cartagena de Indias (Colombia). Para empezar.
Pregunta. ¿Qué espera Jaritos de la Grecia de Syriza?
Respuesta. Nada. Él es conservador y nunca está satisfecho con nada, siempre se está quejando de todo. Recordemos que viene de la región fronteriza con Albania, muy golpeada por la guerra y la pobreza, y la única forma que tenía de huir de allí era meterse en la academia de policía. Es lo que hizo, pero sigue siendo conservador. Él, su mujer y su hija han hecho muchos sacrificios para sobrevivir. Como los griegos. Por eso no esperan nada.
P. ¿Y Márkaris? ¿Qué espera Petros Márkaris de la Grecia de Syriza?
No soy entusiasta con el nuevo gobierno, nunca he apoyado a Syriza. No se acaba Jaritos, ni se acaba la crisis, se acaba el Jaritos de la crisis
R. No soy entusiasta con el nuevo gobierno, nunca he apoyado a Syriza. Lo primero por la confusión: es un partido confuso, cada líder te cuenta una historia y contradice a todos los demás, hay muchos grupos y tendencias distintas en él. Lo segundo, por pactar con la ultraderecha. Si eres de izquierdas no puedes pactar con la extrema derecha dejando de lado la ideología. Han demostrado que para ellos la prioridad es la política contra la troika, que une a los dos, y no todo en Grecia es economía. Cómo van a afrontar la educación con la extrema derecha, la política hacia Turquía, la inmigración. 
Eso es lo que preocupa a Márkaris, de izquierdas confeso, que fuma en pipa y bebe un café negro mientras espanta el calor húmedo de Cartagena de Indias, donde es una estrella del Hay festival. Cuando empezó la crisis, el escritor griego cambió de registro y decidió meterse en harina con una trilogía que ha estirado en una cuarta,Hasta aquí hemos llegado (Tusquets, en abril en España), y que se ha ganado el corazón del lector europeo.
P. ¿Por qué se acaba?
R. No se acaba Jaritos, ni se acaba la crisis, se acaba el Jaritos de la crisis. Nunca me había involucrado emocionalmente en mis novelas, con la excepción de Muerte en Estambul, y en esta serie lo he hecho. Ha sido difícil, estoy agotado. No hay familia que no tenga graves dificultades, la mía también. Y escuchar y escribir sobre ello no es fácil, estoy exhausto. He puesto mucho de mí. Se acabó.
P. ¿Y por qué lo alargó entonces? ¿Por qué la cuarta?
R. Me di cuenta de que había abordado la banca, la evasión fiscal y la generación de los políticos que nos metieron en esto. Me faltaba la gente. La cuarta es sobre la gente común. 
Gente común. Puro caviar en boca de un escritor que hizo bingo cuando quiso crear su personaje. ¿Dentista o policía? Ambas opciones encajaban en el protagonista terco que buscaba, pero el dentista no iba a generar simpatías, cuenta riendo. Le dio vueltas. Policía. Y no uno solitario, duro e irreal. No en el Mediterráneo, donde un poli es gente sencilla, quiere familia, hijos, odia estar solo. Y donde el lector quiere identificarse, no con un agente, sino con su familia entera. Para concebir a Jaritos, a su mujer y su hija miró hacia dentro, miró cerca, en busca del hombre común, y encontró a su propio padre. A su madre. A su hija. De ellos robó los trazos que han convertido a esa familia en la que todos pueden encontrarse al llegar a casa. La que ve recortarse el sueldo, perder empleos a su alrededor y estrecharse el margen de visibilidad en el futuro. La que sobrevive a ello con imaginación, con unidad y con cierto humor. La Grecia que hoy se ha despertado sin sueños.
P. ¿Qué ha pasado?
R. Los griegos siempre supieron sobrevivir en la pobreza, tienen una cultura de supervivencia en la pobreza y eso se había acabado. Los valores ya no estaban.
P. ¿Cuáles eran esos valores?
R. Ser decentes y saber ser felices con poco, se trataba de eso. Bastaba cantar rebetika, el folk de la gente común, y beberse un ouzo para ser los más felices del mundo. Sabíamos ser pobres y felices. Pero hicimos todo mal. Los griegos dejaron que dos familias nos gobernaran, se cometieron muchos errores, había dinero, se creó un sistema clientelar y eso es nuestra responsabilidad. Llegó el sueño del segundo piso. Todos querían una casa de dos pisos. Se endeudaron y cuando llegó la crisis hubo que recortar en comida y ropa para pagar la hipoteca. Con los valores perdidos. Hemos perdido cinco años porque la gente no estaba preparada.
P. ¿Han vuelto los valores?
R. Los jóvenes se han dado cuenta de que hay que luchar, empiezan a inventar sus posibilidades, a construir empresas, son excelentes en Internet, se ayudan, ayudarse es su nuevo valor. Y tienen algo en común: no creen en política. No quieren ni oír hablar de la política.
Armenio por parte de padre, miembro de la minoría griega de Estambul por parte de madre y educado en alemán, Márkaris lo tiene todo para afirmar que lo que hoy vive Grecia no es solo una crisis griega, sino europea. No es solo responsabilidad griega, sino europea. Y no se resuelve con división, sino entendiendo al diferente, buscando el consenso. Pero el optimismo ahora mismo en Grecia, dice parafraseando a Heiner Müller, es solo falta de información. ¿Y el pesismismo? Es ignorar la Biblia porque, ríe, “el universo se creó del caos”.
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“Soy un competidor”

A sus 30 años, Karabatic colecciona títulos mundiales, europeos y olímpicos. Líder nato, dispone y ordena en Francia, que este domingo (17.15, Tdp) busca una nueva corona

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Karabatic lanza a portería ante Morros / SRDJAN SUKI (EFE
Es imponente. Cuando Nikola Karabatic (Niš, Serbia; 30 años) entra en la habitación, el espacio mengua y el resto de asistentes parecen liliputienses. Deposita su 1,97 y sus 100 kilos en el sofá, con mimo. Hijo de la inmigración, habla cinco idiomas (francés, alemán, inglés, español y serbocroata) y soporta el peso de ser uno de los símbolos deportivos de Francia. Él, un hombre que lo ha ganado todo, lo asume con naturalidad. Recibe a EL PAÍS en la embajada francesa de Doha, bajo un sol de justicia. Tiene la nariz aplastada y ancha, como la de un boxeador, y luce algunas heridas de guerra del pasado. Hoy (19.00, Tdp) libra otra batalla decisiva en la final del Mundial frente a Qatar.
Pregunta. ¿Qué le preocupa lejos de la pista?
Respuesta. Soy un chico abierto. Me gusta el deporte en general y el balonmano es mi pasión. Intento ver mucho deporte en la tele, pero también me gustan el cine y la gastronomía. Más allá del juego soy una persona normal, con las inquietudes propias de cualquier otra.
P. ¿Cómo vivió los atentados recientes en su país?
R. Fue terrible. Le han dañado el corazón a Francia. Estamos muy tristes por las familias de los dibujantes de Charlie Hebdo y por las de todas las víctimas, por los policías y los civiles que murieron. Fue algo atroz. Nos ha hecho mucho daño a todos los franceses. Es horrible que alguien muera por una cuestión de libertad de expresión. A nuestro equipo, este episodio le ha dado un plus de energía para ganar este Mundial y poder dedicárselo a todo el pueblo francés.
Me siento muy francés, aunque me considero, por encima de todo, un ciudadano del mundo"
P. Religión, cultura y raza. ¿Son insalvables las barreras?
R. Es un problema lejano, pero por desgracia no sólo ocurre en Francia, sino en muchos otros países. Tenemos una sociedad multicultural y eso no es nada negativo; al revés, creo que eso nos hace más fuertes. Yo, por ejemplo, nací en Serbia, pero Francia me acogió. Es un problema global. Hoy día vivimos en un mundo multicultural y eso es enriquecedor. No hay que mirar la nacionalidad o la religión de las personas, sino cómo son y cómo actúan, sus valores.
P. Y usted, ¿cómo se definiría?
R. Eso es complicado. Soy de padre croata y madre serbia, y tengo a toda mi familia allí, pero emigramos cuando yo tenía 14 años. Mi hermano Luka nació en Estrasburgo y ambos nos criamos y crecimos en Francia, así que me siento muy francés. Luego me fui a jugar cuatro años a Alemania y ahora llevo ya dos en España. Me considero, por encima de todo, un ciudadano del mundo.
P. Y también un ganador nato, ¿no?
R. Sí, soy un ganador. Se nace con eso. Tengo ese sentimiento desde que era pequeño y empecé a practicar deporte. No sólo era así en el balonmano, sino en todas las cosas que hacía en mi vida. Todo lo enfocaba a ser el mejor y ganar. En el colegio, por ejemplo, siempre quería tener mejores notas que los otros chicos de la clase. Es mi manera de ver la vida. Soy un competidor. Todo lo que hago lo hago para superar a los demás. Cuando era un niño y perdía un partido me pasaba toda la semana llorando. Por suerte, a lo largo de mi carrera he ganado muchas más veces de las que he perdido.
Karabatic lanza ante Maqueda / STRINGER (REUTERS)
P. ¿Le inculcó su padre esa mentalidad?
R. No, para nada. Él sólo me acompañó mis decisiones. Se dio cuenta muy pronto de mi potencial y de mi forma de ver el deporte y siempre me ayudó. Fue muy entrenador y también mi profesor de educación física en la escuela. Me transmitió muchos valores, era un hombre muy respetuoso y cariñoso. Era un ejemplo como deportista y como persona. No respondía a ese estereotipo de los padres yugoslavos o rusos, no era así. Era lo opuesto a eso. Tanto a mí como a mi hermano nos lo dio todo para estar donde estamos ahora.
P. En la cumbre, desde hace tiempo. ¿Cuánta hambre le queda a la generación de Les Experts?
R. El hambre no se acaba nunca. Somos deportistas de alto nivel. He ganado todos los títulos que podía ganar, tanto a nivel de clubes como con la selección, pero no se me sube a la cabeza. Nunca pienso que soy mejor que el otro porque en el deporte de élite y en el mundo actual ganas un día y tres después pierdes y todo empieza de cero. Si no lo haces bien te vas a la calle, nada más, así que hay que ganar. Ganar, ganar y ganar. Después pones los títulos en la nevera y vuelta a empezar. Ahora, por ejemplo, juego la final del Mundial y la semana que viene tengo la Copa con el Barcelona. Si no sabes llevar eso, mal. Eso marca la diferencia entre los buenos, los que dejan una marca en la historia de su deporte, y el resto. El secreto es la constancia.
¿Las apuestas? No entiendo por qué hubo tanto ruido"
P. Y el liderazgo. El que manda en Francia es usted, ¿no es así?
R. Es el funcionamiento que tenemos en la selección desde hace tiempo y eso nos ha dado mucho éxito. Claude [Onesta] se dio cuenta rápidamente de que tenía a los mejores jugadores del mundo, pero también de que tenía hombres con mucho carisma y carácter, con mucha experiencia. Él nos ha dejado manejar el proyecto. De la táctica y el juego nos encargamos nosotros. Él está ahí para dar una hostia al que no lo respeta y para asegurarse de que todo el mundo rema en la misma dirección. Yo no sólo trabajo en la pista. Antes de los partidos veo los vídeos con Didier [Dinart] y analizamos juntos al oponente. Me gusta mucho el rol que tengo, poder transmitir mi experiencia.
P. ¿Temió por su carrera tras el presunto caso de amaño de 2012?
R. Aún no está resuelto el tema, el juez debe decidir y el proceso puede durar muchos años. Por suerte yo sé relativizar en mi vida. El mayor problema que he tenido es la muerte de mi padre, eso sí que es verdaderamente duro. ¿Las apuestas? No entiendo por qué hubo tanto ruido. No comprendo cómo pueden acusarme de un amaño si ni siquiera jugué ese partido y mi hermano tampoco. Esto nos ha hecho más fuertes. Lo duro fue lo de mi padre, que pasó un año antes.
Karabatic celebra el pase a la final /SRDJAN SUKI (EFE)
P. Se marchó de su país y firmó por el Barça. ¿Vive más liberado?
R. Ahora tengo menos presión mediática porque los medios franceses están más lejos [ríe]. Vivo más tranquilo, porque cuando estaba en el Montpellier tenía todos los días entrevistas y eventos. No es fácil de llevar, pero es parte de nuestro trabajo. Yo lo asumo porque siempre he intentado que nuestro deporte tenga más protagonismo en los medios, y lo he conseguido. No puedo quejarme de que alguien quiera entrevistarme o pedirme un autógrafo, lo asumo y punto.
P. ¿Y cómo le tratan en Barcelona?
R. Es un privilegio poder conocer otro país, otra cultura, y poder jugar en el mejor club del mundo. Es un orgullo poder ponerme la camiseta del Barça. Ir allí me ha dado un plus de motivación para poder conseguir nuevos objetivos después de haber estado en el Kiel y el Montpellier. Me llevo muy bien con todo el mundo, con el staff y con los compañeros. Soy muy feliz allí.

Por José Ramos | Ha fallecido Dolores González Ruiz, abogada y presidenta de honor de la Fundación Abogados de Atocha.
 | 31 Enero 2015 
 
 

Ha fallecido en Madrid a la edad de 69 años, Mª Dolores González Ruiz, abogada y presidenta de honor de la Fundación Abogados de Atocha.
Dolores González Ruiz, o como la conocíamos, Lola, era una de las supervivientes de Atocha, junto con mi padre Luis Ramos Pardo y dos compañeros más Miguel Sarabia yAlejandro Ruiz-Huerta. En aquel atentado murieron cuatro abogados y un sindicalista.
Cuando era joven, en 1969, la policía franquista mató a su novio Enrique Ruano y ocho años después, el 24 de enero de 1977 en el atentado de Atocha, mataron a su marido Javier Sahuquillo y ella quedó gravemente herida... En aquella  fecha Lola tenía 31 años.
Lola representa o representaba como nadie todo el sufrimiento de una generación que decidió plantar cara a la dictadura franquista y que pagó cara su osadía... Su vida nunca ha sido fácil... Me da, nos da, una pena inmensa...
Siempre estarás con nosotros en nuestra memoria y en nuestros corazones.
Espero, esperamos, que por fin puedas descansar.
¡¡ Hasta siempre Lola!!

Por José Ramos, CCOO de Madrid y Fundación Abogados de Atocha