sábado, 20 de marzo de 2010


Auge y caída de los parias de la Tierra.
ÁLVARO VALIÑO CARLOS PRIETO - PÚBLICO- 20/03/2010
David Priestland analiza las claves de 'Bandera roja', monumental historia política y cultural del comunismo llamada a convertirse en un clásico sobre las luces y sombras del movimiento rojo

Paradojas históricas. En 1789, una multitud arrebatada tomó la Bastilla parisina. Doscientos años después, en 1989, manifestantes alemanes jubilosos tiraron abajo el Muro de Berlín. Lo que ocurrió entre medias se llama historia del comunismo.
"Dos siglos después de que el pueblo de París asaltara con éxito un símbolo del poder autoritario, volvía a surgir la revolución, aunque en esta ocasión no tuviera como objetivo demoler los bastiones tradicionales de la riqueza y los privilegios aristocráticos, sino estados supuestamente comprometidos con la causa de los pobres y los oprimidos", explica el historiador británico David Priestland en el antológico ensayo Bandera roja (Crítica), que se publica el miércoles.
La compleja historia del comunismo está repleta de contradicciones, pero los esfuerzos por entenderla "se han visto obstaculizados por el carácter altamente politizado de la literatura al respecto", dice Priestland con la seguridad que da haber escrito una obra de referencia que, para colmo, llega en buen momento. "La actual crisis financiera ha demostrado que el orden económico posterior a 1989 no ha conseguido crear una prosperidad estable. Por tanto, la historia del comunismo parece más relevante para las preocupaciones de hoy día que en 1990", razona.
Gorbachov era un marxista
romántico con muchas identidades dentro
En efecto, en las últimas dos décadas "se impuso la idea de que el libre mercado era el orden natural de las cosas" y "se tendió a ver el comunismo como una extraña aberración creada por un pequeño grupo de extremistas explica Priestland a Público. Pero esta visión ignora las condiciones de extrema desigualdad y conflictividad social que propiciaron su ascenso, y el amplio apoyo disfrutado por algunos (no todos) de sus regímenes".
Jacobinos precursores
El relato de Priestland comienza con la Revolución Francesa. Ni antes ni después. "La idea comunista se encuentra ya en Platón o en los cristianos primitivos. Pero la Revolución Francesa es el mejor punto de arranque. Los jacobinos de Robespierre, aunque no se opusieron a la propiedad privada, intentaron construir un Estado fuerte y desplegaron políticas populistas igualitarias. Y el primer activista comunista revolucionario moderno, François-Noël Babeuf, fue un jacobino radical", razona.
"La violencia de los
régímenes minó su atractivo moral"
Sí, revolucionarios filocomunistas con ganas de liarla no faltaron a principios del siglo XIX (Owen, Fourier), pero aún no había aparecido el hombre que proporcionara el armazón teórico a la nueva doctrina. Y en eso llegó Karl Marx. "Mostró el auténtico poder de una forma de socialismo que combinaba la rebelión con la razón y la modernidad", dice Priestland.
La obra del alemán, que basculaba entre el idealismo proletario (Manifiesto Comunista, 1848) y el rigor analítico de sus estudios sobre la economía política (El capital, 1867), era lo suficientemente amplia como para suscitar un alud de lecturas. "Lenin interpretó a Marx de un modo elitista y tecnocrático, lo que contribuyó a darle unos rasgos poco atractivos a los estados comunistas. Pero su teoría de un partido a la vanguardia del proceso fue crucial para el éxito del comunismo en los países en vías de desarrollo, donde fue vista como una herramienta modernizadora extremadamente útil".
Economía planificada
El movimiento se extendió, pero pronto salió a la luz su personalidad bipolar: el comunista era bombero tecnócrata de día, revolucionario incendiario de noche. "Los marxistas-leninistas querían hacer la revolución y, al mismo tiempo, construir un Estado moderno de economía planificada, pero inevitablemente tuvieron problemas para conciliar ambas cosas. Cada forma tenía sus pros y sus contras. La planificación requería un sistema tecnocrático muy jerarquizado y dirigido por expertos (eficaz, pero gris y aburrido). Mientras que las políticas revolucionarias fueron útiles en periodos de guerra, pero también extremadamente violentas y desestabilizadoras", cuenta el historiador antes de poner nombres a las dos almas del comunismo:
"Algunos líderes marxistas-leninistas Lenin y Deng Xiaoping, por ejemplo enfatizaron el lado tecnocrático del marxismo; otros creían en algo que podría denominarse un punto de vista más romántico: la idea de que una heroica movilización casi bélica de masas podría servir para alcanzar un extraordinario salto adelante económico. Las políticas maoístas son el mejor ejemplo de este tipo de romanticismo militarista marxista-leninista, aunque Stalin también adoptó estas estrategias a ratos", explica a este periódico.
El comunismo se extendió y
reveló su naturaleza bipolar
Lo que nos lleva de cabeza al mal rollo. Dice Priestland que el comunismo inspiró tanto idealismo en ciertos momentos del siglo XX porque "buscaba alcanzar tanto la modernidad como la igualdad total, algo especialmente atrayente en una época en la que las élites aristocráticas y empresariales podían ser reaccionarias y profundamente jerárquicas.
En esas condiciones no es ninguna sorpresa que muchos vieran en él una alternativa atractiva al capitalismo. Pero la violencia perpetrada por muchos regímenes minó su atractivo moral".
El hombre del saco
Pocos dudan hoy de que los métodos del padrecito Stalin no tendrían sitio en una historia de la ética. "El Gran Terror de 1936-38 fue un intento de erradicar todo aquello que creía que podía oponerse al régimen (o simplemente que mostrara falta de entusiasmo), a través de purgas y asesinatos en masa", cuenta. Paradójicamente, los tanques nazis salvaron a los pobres rusos. "Stalin detuvo el terror cuando amenazó con írsele de las manos y comenzó a afectar a los preparativos bélicos. Aunque no renunció a la conformidad ideológica después de la guerra y siguió persiguiendo a determinados grupos, la represión pasó a ser más limitada. Tras su muerte, los líderes soviéticos no volvieron a usar el terror de masas", recuerda.
"El orden económico posterior a 1989 no
ha conseguido crear una prosperidad estable", razona
Priestland
Curiosamente, Priestland también incluye a Gorbachov en la lista de marxistas románticos, aunque el padre de la Perestroika, cual muñeca rusa, escondía muchas identidades en su interior. "Sus ideas eran una confusa mezcla de marxismo, social democracia y liberalismo. Primero adoptó una visión romántica marxista: pensaba que podía revivir la economía sin contar con el mercado apelando al compromiso colectivo del pueblo y su entusiasmo por el trabajo aunque renunció a aplicar la violencia de otros románticos.
Cuando eso falló, giró hacia un enfoque más orientado al mercado. Pero nunca encontró el modo de combinar planificación y mercado, y comenzó a desmantelar el sistema planificado antes de que el mercado ocupara su lugar". Lo que no quiere decir que el futuro premio Nobel de la Paz supiera lo que hacía. "El régimen soviético colapsó porque Gorbachov, consciente de sus defectos y de su incapacidad para competir con Occidente, intentó reformarlo. Y al hacerlo, lo destruyó sin querer", dice Priestland.
El autor defiende la tesis de que el planeta rojo no se desmoronó debido a la presión popular, sino a las maniobras de un sector de la elite del partido: "No es que no hubiera una gran insatisfacción, especialmente entre los trabajadores de cuello blanco, pero era más fuerte en los satélites que en la URSS. La mayoría de los regímenes neutralizaron a la oposición eficazmente con una mezcla de represión y concesiones económicas. La principal excepción fue Polonia, donde todos los grupos sociales se unieron contra el régimen con la ayuda de la Iglesia".
Mitos neoliberales
Lo que nos lleva a una de las tesis favoritas del neoliberalismo: Reagan, Thatcher y Juan Pablo II acabaron con el comunismo. El escritor no lo ve claro. "Las políticas de Reagan pusieron bajo presión al comunismo, pero afectaron más a los regímenes de los países en vías de desarrollo, a través de la contrainsurgencia militar, que al mandato soviético sobre Europa del Este. Más bien podría decirse que la presión reforzó a la línea dura dentro del Kremlin, y que las políticas más suaves de Reagan durante su segundo mandato fueron más efectivas. Es cierto que el Papa minó el mando soviético en Polonia, pero también que este país no fue decisivo para la caída del comunismo".
La derrota de la URSS fue interpretada como la prueba del fiasco del proyecto progresista. El mercado sin barreras es la solución a todos los problemas, concluyeron los neoliberales a coro. Una moraleja que ha perdido fuerza. "La caída del comunismo contribuyó al triunfo de las ideas neoliberales que han reinado en Occidente. El comunismo fue un ejemplo extremo de poder estatal y hostilidad hacia los mercados. Pero sus fallos no desacreditabana la izquierda en su conjunto. Ahora que vemos el daño hecho por los fundamentalistas del mercado, quedan más claras las malinterpretaciones que se hicieron en 1989", zanja.

lunes, 15 de marzo de 2010




Pensiones: realidades y mitos interesados.


J.Manuel Marañón


Desde hace mucho tiempo el tema de al reforma de las pensiones es un tema latente que explota con virulencia de manera cíclica. Y siempre explota con el mismo discurso de trazo grueso. Dice, ese discurso que el sistema público de pensiones es insostenible a medio plazo y, por lo tanto, la reforma debe ir en la dirección de un recorte de derechos de los trabajadores y trabajadoras en activo que serán los futuros pensionistas. Y se hace desde los gobiernos, desde organismos y de los Sres. Expertos que supuestamente saben mucho del tema. Y no importa que sistemáticamente sus previsiones no se cumplan. Ellos insisten. Y no vale tampoco que algunos avisemos que detrás de esos Sres. Expertos y organismos esté la idea de arramblar con el sistema público de pensiones para potenciar los planes privados de pensiones, planes que, para CC OO, deben ser complementarias de un sistema público que goza y seguirá gozando de buena salud en tanto en cuánto los sindicatos estemos vigilantes de su viabilidad.
Pretendemos, a continuación, poner encima de la mesa una serie de elementos de reflexión para aportar al debate sin ánimo de pontificar, eso se lo dejamos a los Sres. Expertos, porque solamente somos simples sindicalistas que queremos hacer valer los derechos de los trabajadores y trabajadoras. Y que quede muy claro, la viabilidad futura del sistema Público Pensiones es una prioridad para el sindicato y, por lo tanto, es algo que debe estar sometido permanentemente a análisis y, en su caso, a reformas. El problema es cuales son las reformas a introducir y en qué momento.
En primer lugar, para CC OO la primera reforma que hay que hacer es una reforma fiscal, dicho sea de paso. España está en un 37% de tasa de imposición fiscal (incluida la Seguridad Social), 4 puntos por debajo de la media de la UE-27. Y 14 por debajo de países como Finlandia, tan admirado, también por muchos Sres. Expertos, por sus logros educativos. Por lo tanto hay margen. Y el margen no se pude cubrir con más subidas del IVA. Quizás podríamos hacerlo a partir de poner los recursos necesarios para combatir el fraude fiscal, que en esto sí estamos a la cabeza de Europa, en ser rigurosos con inventos como las SICAV o en desandar el camino que este Gobierno ha hecho con la supresión del impuesto de sucesiones o del patrimonio.
CC OO viene postulando desde hace mucho tiempo que al hablar de pensiones no solamente hay que hablar de gastos sino que hay que hacerlo de ingresos. Y solamente, le ponemos, a este Gobierno y a los Sres. Expertos, algunos ”deberes” sencillos. Por ejemplo, integrar los Regímenes Especiales agrarios y de las empleadas de hogar en el Régimen General o de que cumpla su promesa electoral de subida del SMI a 800€, o mejor, aún al 60% el salario medio como pedimos desde el sindicato. Solamente con eso se incrementarían sustancialmente los ingresos.
Pero si el Gobierno y los Sres. Expertos quieren “deberes” más complicados podríamos hablar de relanzar la actividad económica para que una parte sustancial de los parados/as tengan la oportunidad de cotizar. Y a eso tendrían que añadir el que la tasa de población activa de las mujeres entre 16 y 64 años que es del 65% se vaya igualando a la de los hombres que es del 81%. Para eso, el Gobierno podía usar lo que se ahorre suprimiendo la asignación indiscriminada del cheque bebé de los 2500€ en crear una red de centros infantiles que permitan a los padres y madres conjugar las tareas de crianza y educación de los hijos/as con su trabajo.
Pero, hablemos también de los gastos. En 2006, CC OO firmó un acuerdo con el Gobierno para cerrar definitivamente el proceso de separación de fuentes. Si como habíamos acordado, las pensiones no contributivas, los complementos de mínimos o los gastos de gestión fueran a los PGE y no derivaran a la propia Seguridad Social, en el año 2009, la entidad se hubiera ahorrado 7000 millones de € de gasto y la aportación al fondo de reserva hubiera pasado de 9000 a 16000 millones de €.
Pero los Sres. Expertos nos hablan de futuro y, en ese futuro ellos ven una catástrofe a partir de un solo parámetro, la relación entre el nº de cotizantes y el nº de pensionistas, relación que ellos prevén que bajará en picado. Y eso lo dicen a partir de una serie de proyecciones económicas y demográficas que ellos hacen a 15, 30, 50 años.
A mediados los 90, el Círculo de Empresarios pronosticaba que el déficit de la Seguridad Social iba a alcanzar, en 2010, un déficit del 10% del PIB. Y en a la misma línea se manifestaban los Servicios de Estudios de algunas entidades bancarias. Y lo hacía basándose en previsiones demográficas que decían que pasaríamos de 40 a 42 millones de habitantes en nuestros país, y que en la misma proporción crecerían la población activa (que pasaría de 16 a 17 millones y la población ocupada (que pasaría de 12 a 12,5 millones).
Pues bien, la población total subió a los 47 millones, la población activa pasó a 23 millones y la ocupada a 18,5 millones, con un pico cercano a los 21 millones en 2007. Y el fondo de reserva de la Seguridad Social alcanzó el 6% del PIB.
No importan estos errores en las previsiones de los Sres. Expertos. Cada vez que estamos en un ciclo de crisis económica se vaticana el derrumbe el sistema público de pensiones en unos 15, 20 años. Y si asustan mucho quizás se incrementen sustancialmente las aportaciones a los fondos privados de pensiones.
Deberíamos hablar también de la utilización de la variable que relaciona el volumen al riqueza nacional con el nº de pensionistas no está decreciendo n muncho menos. Porque hay menos cotizantes pero la productividad de cada cotizante ha crecido al menos en la misma medida en que ha decrecido la relación entre el nº de cotizantes y el de pensionistas.
En fin, lo único que como sindicalistas de CC O exigimos es que se sea riguroso en el análisis y se ponga encima la mesa todas las cartas y todas las variables del tema, sin pensar, automáticamente, en recortes de derechos.