miércoles, 6 de agosto de 2014


El centrocampista por excelencia


Xavi, en el partido ante Holanda en el pasado Mundial. / cordon press

La selección española conquistó el mundo cuando dejó de apelar a la furia de los defensas y a la pillería de los delanteros para encomendarse a la sabiduría los centrocampistas como Xavi. No se ganó la Copa con Belauste ni con Butragueño, ni siquiera con Raúl, porque siempre había un zaguero más alto y fuerte y un ariete mucho mejor, sino que los títulos se alcanzaron con futbolistas que organizaban el juego a partir de la pelota. No es casualidad que el único Balón de Oro español sea Luis Suárez. Ni tampoco que el seleccionador responda al nombre de Vicente Del Bosque, sustituto a su vez de Luis Aragonés, contemporáneo de Javier Clemente. La mayoría de aficionados retiene en su memoria a un volante o interior favorito que ha sido redimido en el tiempo por la figura de Xavi.
La Quinta del Buitre no sólo es célebre por la pluma de Julio César Iglesias y los goles de Butragueño, sino por los pases de Martín Vázquez y los centros de Michel de la misma manera que el Dream Team de Johan Cruyff en el Barcelona se vertebró desde la figura del 4 encarnada por Luis Milla y posteriormente por Pep Guardiola, arquitecto después del gran Barça campeón de Europa y de la Copa del Mundo. Las grandes revoluciones del fútbol español han sido protagonizadas por centrocampistas, la última por Xavi, un jugador que ha marcado el estilo con la misma suavidad y elegancia que un Rolls Royce. Aunque pueda ser oportunista no está de más recordar que Pelé insiste en que Brasil no volverá a ser Brasil hasta que encuentre a su Xavi. O Rey al fin al cabo jugó en un equipo con cinco dieces en el Mundial del 70.
Xavi hacía jugar a La Roja con y sin 9. El ascendente del futbolista azulgrana, coronado como el número 1 en el Europeo 2008, ha menguado con los años, hasta el extremo de ser considerado prescindible en la selección y en el Barça. Nadie se cortó las venas cuando no fue titular en el momento decisivo del último Mundial y de la Liga. Incluso hubo quien aplaudió a Del Bosque y Tata Martino. Hay una corriente mayoritaria que apuesta por la jubilación o retirada progresiva de Xavi. Ocurre que en su ausencia el equipo no sólo ha seguido sin ganar sino que nadie ha sido capaz de asumir el rol de metrónomo. Y es que, como buen centrocampista, Xavi es decisivo por lo que representa y sobre todo porque hace buenos a los demás, incluido Messi.
Xavi simboliza el culto al juego y el amor a la pelota en un deporte de equipo cada vez más canibalizado por los egos de los delanteros y porteros, nada que ver con los centrocampistas, protagonistas del fútbol español.