jueves, 6 de noviembre de 2014


“La vida ha sido generosa conmigo, no tengo resabios, se duerme mejor”

'Antología desordenada' es la recopilación de 50 canciones de Serrat


Joan Manuel Serrat, este martes en Madrid. / atlas / samuel Sánchez

De no haber tenido éxito Cançó de matinada, su primer gran número uno, a lo mejor Joan Manuel Serrat hubiese hecho avances en el campo de la biología. “Como investigador”, asegura, “aunque como maestro tampoco hubiese estado mal. En otras épocas, digo, no en esta…”. De todas formas, en su balance con la vida se muestra más que satisfecho, como se desprende de esta recopilación, Antología desordenada, presentada ayer y cocinada al alimón con más de 30 compañeros que han reinventado 50 canciones suyas para celebrar medio siglo de carrera.
A pesar de tan férrea resistencia en su campo, tampoco quiere ahorrar críticas a lo que le rodea o mostrarse indiferente. Eso nunca. Por ejemplo, con respecto a lo que vaya a determinar el domingo 9, día en que está convocado ese duelo al sol entre el envite soberanista y el Estado. “Pues todavía no sé lo que haré, depende de cómo se desarrollen los acontecimientos esta semana. Pase lo que pase, quiero dejar claro que la gente tiene todo el derecho a decidir sobre su futuro, aunque a mí se me hace muy difícil pensar en Cataluña fuera de España”.
Ni esas tensiones le llevan a experimentar una sensación que dice desconocer: la amargura. “No, nunca”. Desde que escribió su primera canción, Ella em deixa, con 19 años, “y no era autobiográfica”, confiesa haber aportado tristeza, nostalgia, alegría. Recuerda también cómo al principio de la década de los setenta se fue colando la ironía en sus textos y en las melodías: “La ironía como algo reconocible, se me aparece entonces y la percibo como un mecanismo estupendo para desdramatizar asuntos sensibles”, afirma. “Además, la censura, entonces, la precipitaba”.
Creo que la gente tiene todo el derecho a decidir sobre su futuro

Pero aquella sal de mirada con retranca a las cosas nunca se tornó salmuera, ni le rozó heridas que le hicieran supurar a quien encarnara como pocos la ilusión colectiva del final del franquismo y los primeros pasos de la democracia. “Amargura, no, insisto, amargura no he tenido nunca. La vida es y ha sido muy generosa conmigo, no tengo resabios, se duerme mejor”. No quiere entrar en los arrepentimientos. “Los tengo y muchos, pero no me da la gana contarlos. Sí puedo admitir que, allá donde los he detectado, he tratado de corregirlos, pero sobre todo para mi tranquilidad, en defensa propia. Lo que cuenta, al final, no es haberme equivocado, sino haber obrado en consecuencia con lo que uno piensa”.
Tampoco ha sido muy favorable a regodearse en su trabajo quien desde el minuto uno fue reconocido pilar de la Nova Cançó. El noi de Poble Sec, que se movía como nadie entre la dualidad catalana por parte de padre y la aragonesa, herencia de una madre maña, confiesa que después de una composición, pasa página: “No las escucho en casa ni en el coche. Si voy por el pasillo y de la habitación de alguno de mis hijos noto que sale o, mejor dicho, salía, una de ellas, me llena de orgullo”.
A mí se me hace muy difícil pensar en Cataluñafuera de España

Aunque para este trabajo se ha esmerado y se ha vuelto a enfrentar a muchas de ellas. “Ha sido un año duro. Me empeñé en tratar directamente por teléfono o correo con todos los que han colaborado en esta antología. Con cada uno he realizado los arreglos, en la experiencia hemos aportado cada uno un 50% para cada tema escogido”. Se nota su afán perfeccionista: “Este trabajo cuenta con algo de dedicación y otro tanto de talento. Ambas virtudes conjuntadas suelen dar como resultado eso que llamamos inspiración”. La ha tenido a raudales para poner en marcha este macroproyecto en el que ha contado con la complicidad de artistas dispares que le reconocen la maestría. La lista da idea de su impacto: de Les Luthiers a Lolita, Poveda, Carmen Linares o Silvia Pérez Cruz; de Paquita la del Barrio a Calle 13 o Rubén Blades. De Estopa, Pablo Alborán o Alejandro Sanz a Dulce Pontes. De Joaquín Sabina, Miguel Ríos o Víctor Manuel y Ana Belén a Soledad Giménez, Aute o Mercedes Sosa, un carrusel de artistas de varias nacionalidades hacen suyas las influencias de un autor que renovó la música popular y la dignificó hasta sus cotas más altas.
Los homenajes no le dan urticaria. Ni siquiera este, en cuatro volúmenes. “Todos los días trato de darme uno, siempre que el cuerpo lo permita”. De aquellos problemas de salud con un par de cánceres bien agarrados a tiempo, no queda rastro: “Siempre hay que estar atento, pero ya pasó".
Queda un legado que va magnificándose con el tiempo y flexibilizándose en la garganta de tantos otros que lo tratan como a un maestro. Menos sus vecinos, dice Serrat. “Ahora, como voy a salir tanto en la tele, se fijarán. Pero cuando me ven ir a comprar el pan o a por el periódico o acercarme a la farmacia, ni se dan cuenta. Allí soy el que pasea al perro, ese que ladra tanto”.
A veces le echan en falta. Como ocurrirá a partir del año que viene, cuando emprenda carretera y manta de nuevo: le esperan 90 conciertos por todo el mundo. Desde febrero por Uruguay, Argentina, Paraguay y Chile. Después, en verano, España y, en otoño, vuelta a América: Caribe, Centro y Norteamérica (México y Estados Unidos), Colombia, Ecuador y Perú. Su mayor reconocimiento, pues: no hablar ni en broma, de retiradas.

miércoles, 5 de noviembre de 2014


Un Serrat panorámico

La caja 'Antología desordenada' ofrece un recorrido por los diversos registros creativos del trovador de Poble Sec a través de 50 canciones y 31 dúos, algunos con arreglos inesperados


JORDI BIANCIOTTO / EL PERIÓDICO DE CATALUÑA/Miércoles, 5 de noviembre del 2014
Joan Manuel Serrat, durante la presentación de 'Antología desordenada', ayer en Madrid.
El 18 de febrero de 1965, Joan Manuel Serrat actuó por primera vez en público, en el estudio Toreski de Radio Barcelona, para el programa Radioscope, conducido por Salvador Escamilla. Con la inminencia de ese 50º aniversario de carrera, el cantautor publica esta semana Antología desordenada, una caja de cuatro compactos que reúne 50 canciones destacadas de su trayectoria, la mayoría regrabadas expresamente, 31 de ellas en dúos con voces selectas. Desafiando el título de la obra, recorremos su contenido tratando de ponerle, precisamente, un orden a ese cancionero a partir de áreas temáticas.

MEMORIA

Los fantasmas de 'Cançó de bressol'

Serrat ha querido que ese recorrido por su obra se abriera con una nueva versión de Cançó de bressol, una pieza enraízada en sus recuerdos más íntimos, dedicada a su madre, la aragonesa Ángeles, nacida en la martirizada Belchite. De ahí, de ese recuerdo familiar envuelto en la tragedia de la Guerra Civil, viene el cantautor, que revisa la composición desde un encuadre sobrio y un poco fantasmal, con piano y cuerdas dramáticas. La memoria histórica, particularmente vinculada a aquellos tiempos de contienda y posguerra, se deja oír en otras piezas de la antología, como Romance de Curro el Palmo, un drama que evoca, con ánimo coplero, la España más oscurantista, y que aquí revive con la voz intensa de Alejandro Sanz (que siempre la mencionó como su favorita de Serrat), y Pueblo blanco, con su retrato hiperrealista de unas calles en las que «por no pasar, ni pasó la guerra».

AMOR

Una desnuda 'Lucía' con Silvio Rodríguez

En una antología provista de arreglos sofisticados, llama la atención la toma desnuda de Lucía, a dúo con Silvio Rodríguez, sin teclados ni aditivos complejos, solo dos voces y una guitarra. Más figuras femeninas evocadas: la melancólica Helena, que Serrat ha regrabado con voz madura, cuatro décadas después del disco Per al meu amic, y Penélope, con sus imágenes de emigración, revisada con Gino Paoli, la voz de Sapore di sale. El sentimiento romántico se impone en otras muchas piezas, como Paraules d'amor, que cierra la antología en un sentido dúo con Pablo Alborán, partenaire propenso a unos melismas flamencos aquí bastantes contenidos (y que ya cantó en el pasado en catalán su célebre Solamente tú). Serrat busca otros aliados para cantar al amor: la temperamental intérprete mexicana Paquita la del Barrio en No hago otra cosa que pensar en ti; Luis Eduardo Aute en Y el amor, que, con su fusión de trascendencia y sensualidad, parece hecha para él; Joaquín Sabina en la melévola Me gusta todo de ti (pero tú no), y Noa en la recuperación simplemente remasterizada de Es caprichoso el azar. 

IDENTIDAD

'Mediterráneo' renace con guitarras y palmas

La canción que de una manera más concluyente define a su autor es Mediterráneo, un tótem al que Serrat le ha dado un buen meneo, lejos de la orquestación original de Juan Carlos Calderón, con palmas, guitarreo meridional y el poderoso carácter vocal de Lolita. Si ahí, el cantautor se definía, sobre todo, como mediterráneo, otras canciones precisan en qué rincones de ese mar creció. Barcelona i jo resurge con sus citas a Cerdà y Porcioles, y unas estrofas que quizá suenan ahora aún más vigentes que cuando fue grabada por primera vez, en 1989: Serrat dice que ama la ciudad «per què es viva i perquè es queixa». Canta también a la capital catalana, en tonos poco amables, en El meu carrer, un retrato sombrío de sus orígenes al que invita a una ilustre voz jonda, la de Miguel Poveda, sobre acordes de guitarra y cadencia rumbera. Más lejos en su recuerdo, pero también ligada a su paisaje emocional, está Cançó de matinada, evocación del entorno rural más remoto.

ACTITUD

Estopa, cómplices en 'Me'n vaig a peu'

Algunas de las más memorables canciones de Serrat tienen que ver con la actitud vital y la determinación, como en la juvenil Me'n vaig a peu, que anuncia al mundo la intención de abordar las cuestas por muy empinadas que sean. Aquí, sus aliados son los hermanos Muñoz, Estopa, en una toma cálida y con toques de rock latino. La contagiosa Hoy puede ser un gran día procede del disco El gusto es nuestro, con Víctor Manuel, Ana Belén y Miguel Ríos, como la emprendedora Cantares. Para las estrofas fatalistas, irónicas, de Seria fantàstic, Serrat ha preferido quedarse solo.

COSTUMBRISMO

Supergrupo con Fito Páez y Adriana Varela

El retratismo social, familiar, vecinal, una constante de la obra de Serrat, se manifiesta en La tieta, en una versión que podría haber calado más hondo con más piano y menos sintetizador. Temps era temps, enmarcada en un imaginario generacional, tiene en Pi de la Serra a un creíble cómplice, y Las malas compañías se crece en su diálogo burlesco con los argentinos Les Luthiers. Para dar más lustre a Fiesta irrumpe un supergrupo argentino, Resaca Sucada, en el que figuran Fito Páez, Adriana Varela, León Gieco y Celeste Carballo.

COMPROMISO

Mestizaje latino y una sentida Pérez Cruz

Tres invitados latinos asoman en piezas con mensaje comprometido: Pablo Milanés en el canto mestizo Te guste o no, Rubén Blades en Para la libertad (Miguel Hernández), con osado tratamiento latino, y Calle 13, inyectando todo un rap en la ácida Algo personal. Serrat aborda en solitario Niño silvestre, sobre la infancia maltratada en el Tercer Mundo, e incluye en la antología dos piezas prematuramente ecologistas, Pare y Plany al mar. Esta última cobra una nueva dimensión con la voz arrebatada de Sílvia Pérez Cruz, que canta como si estuviera viendo arder su paisaje marinero del Empordà: «Quanta abundància / Quanta bellesa / Quanta energia / (ai, qui ho diria!) / Feta malbé!».