viernes, 18 de diciembre de 2015


Aitor Egurrola, el coleccionista de títulos

El portero del Barça de hockey, elogiado por su “inteligencia y liderazgo”, suma 58 torneos ganados e iguala el récord de Borregán


 
Aitor Egurrola, en el Palau Blaugrana. / JUAN BARBOSA

Para la mayoría, Aitor Egurrola (Barcelona, 1980), portero y capitán de la sección de hockey patines del F.C. Barcelona, es desconocido a pesar de tener más del doble de títulos que Messi, Xavi Hernández o Iniesta. En noviembre consiguió su título número 58, tras imponerse su equipo en Vic al Liceo por 6-5, en un partido en el que fue determinante parando un penalti. Egurrola es uno de los tres jugadores con más títulos de la historia del Barça: empata con Beto Borregán (exjugador de la misma disciplina) y solo es superado por David Barrufet, exportero de la sección de balonmano, que acumula en su palmarés la friolera de 70 títulos.
Egurrola comenzó en el hockey patines por casualidad cuando la madre de uno de sus compañeros de colegio convenció a varios alumnos para practicar este deporte en Castelldefels. En la temporada 1992-1993 jugó en el UE Horta y tres años después fichó por el Barça, con el que ha ganado 15 Ligas, 10 Copas de Europa y 10 Copas Continentales entre otros títulos. “Es una pena que en España el hockey sea un deporte minoritario. Si hubiese equipos más competitivos en el resto de España y no se concentrasen todos en Cataluña, sería más seguido. A ver si la temporada que viene asciende el Alcobendas. Quizás la gente se anime a seguir más este deporte con el gancho que supone la rivalidad entre Madrid y Barcelona”, declara Egurrola.
Si hubiese equipos más competitivos en el resto de España y no se concentrasen todos en Cataluña, sería más seguido. A ver si asciende el Alcobendas”
En el vestuario, El Pulpo es un referente: “Es un jugador muy inteligente, con mucha visión de juego. Sabe organizar muy bien a la defensa desde atrás. Creo que es como el buen vino, mejora con los años”, dice Ricard Muñoz, entrenador del conjunto azulgrana desde marzo de 2013. “Es un ejemplo para todos, no solo por su impresionante palmarés sino también por su humildad. Es sin duda el líder del grupo”, concluye Muñoz. Sergi Fernández (Mallorca, 1985), también portero del equipo, considera beneficiosa la competencia por dicho puesto: “Todos queremos jugar el mayor número posible de partidos, a nadie le gusta ser suplente. Pero un equipo como el Barça debe tener la máxima competencia en todas las posiciones. Aquí juegan los mejores”.
El protagonista resta importancia a su logro: “Es cierto que el número de títulos impresiona, pero el mérito no es mío sino de todo el grupo. Tengo la suerte de jugar en un equipo tan grande como el Barça. En otro club esto habría sido impensable”, responde con modestia Egurrola. Al preguntarle qué título es el que más ilusión le hizo ganar, responde sin pensarlo: “Claramente me quedo con las Copas de Europa. Fue igual de emocionante ganar cada una de ellas, no podría escoger solo una”.
Tanto el entrenador como sus compañeros tienen claro que Egurrola cuenta con muchas posibilidades de superar la colección de títulos de Beto Borregán: “Ojalá lo logre, eso significará que seguimos ganando. Aún quedan en juego cuatro títulos esta temporada —Copa Intercontinental, Copa del Rey, Liga Europea y OK Liga— y vamos a ir a por todos”, dice Sergi Fernández. Hasta el propio Borregán desea que el portero bata su récord: “Los porteros, por suerte para ellos, siempre son más longevos que el resto de jugadores. Viendo cómo se cuida Aitor y los años que le quedan de contrato estoy seguro de que superará mi número de títulos con creces”. Habrá que esperar cuatro años por lo menos para ver hasta dónde es capaz de agrandar su leyenda el capitán.

Con Luis Suárez basta para llegar a la final del Mundialito

Tres goles del uruguayo dan la victoria a los de Luis Enrique, que se imponen al Guangzhou con las ausencias de Messi y Neymar

El País-18/12/2015

Mundial de Clubes: FC Barcelona
Suárez celebra la consecución de su primer gol ante el Guangzhou en la semifinal del Mundial de Clubes. / Koji Sasahara (AP)

A Luis Suárez tanto le da. No es que se la repampinfle no tener a Neymar y Messi –sufrió un cólico nefrítico la noche anterior que le impidió jugar- al lado, porque con ellos siempre se garantiza varias ocasiones de gol, pero le alcanza consigo mismo para crear el mayor de los desaguisados. Como ante el Guangzhou Evergrande, que padeció la viveza y la puntería de un delantero centro sin igual, de un 9 de los de verdad que se las bastó para descomponer al contrario y clasificar al Barcelona en la final del Mundial de Clubes, que será el domingo frente al River Plate argentino.

FC Barcelona, 3 - Guangzhou, 0

FC Barcelona: Bravo; Alves, Piqué, Mascherano, Alba (Adriano, m.76); Sergio Busquets, Rakitic, Iniesta (Sergi Samper, m.81); Munir, Sergi Roberto (Sandro, m.72) y Luis Suárez.
Guangzhou Evergrande: Li Shuai; Zhang Linpeng, Feng Xiaoting, Kim Younggwon, Zou Zheng (Li Xuepeng, m.35); Paulinho, Zheng Zhi Ricardo Goulart; Huang Bowen, Zheng Long (Yu Hanchao, m.56) y Elkeson (Gao Lin, m.67).
Goles: 1-0, m.39. Luis Suárez. 2-0, m.50. Luis Suárez. 3-0, m.67. Luis Suárez, de penalti.
Arbitro: Joel Aguilar (ESA). Amonestó a Feng Xiaoting (m.16).

Suelen ser los equipos asiáticos de lo más dinámicos e intensos, predispuestos a la carrera de área a área. No así el Guangzhou, la excepción que confirma la regla debido a la acentuada influencia de Luiz Felipe Scolari, un entrenador bien tacaño con el juego porque siempre se entregó al talento de los de arriba, como ocurriera, por ejemplo, en el exitoso Mundial de 2002 cuando Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho se las apañaban para encontrarse entre ellos y perder a los rivales. Pero más que despersonalizado, el equipo chino ha mutado de piel porque ante el Barça supo de sobra a lo que quería jugar y proponer, con la zaga cosida al portero y dos líneas de cuatro bien abrochadas. Existían, en cualquier caso, dos salvedades: la de Goulart, que se quedaba al rebote por si le caía el balón y debía actuar de trampolín; y la de Elkeson, presto para el sprint definitivo por detrás de las espaldas de la zaga rival. Tampoco la vieron. Resulta que apenas tocó el balón el Guangzhou, por más que no le importara –hasta su afición celebraba casi como goles las ocasiones repelidas-, confiado a su inspiración y buen tino en los metros finales. No se dio.

Se amontonaban las piezas en el área del Guangzhou y al Barcelona se le multiplicaban los problemas porque no había rendija por donde filtrar el último pase

Se amontonaban las piezas en el recibidor del área del Guangzhou y al Barcelona, que le gusta entrar hasta la cocina con el juego asociativo, se le multiplicaban los problemas porque no había rendija por donde filtrar el último pase. No le quedaba otra que ejecutar una pared oportuna, dar la sorpresa con la profundidad de los laterales o probar fortuna con un disparo lejano. Soluciones que tardaron en llegar porque Munir no supo resolver ese pase interior que le puso Iniesta y chutó al bulto, desatino demasiado pertinaz en lo que va de curso. Tampoco Alba y Alves lograban crear el guirigay con sus ascensiones porque saltaban los laterales rivales y los interiores cerraban por dentro en caso de que se diera el centro. Aunque sí que funcionó la tercera vía, validada por el portero Li, que tiene manos de mantequilla. Así, no supo blocar un chut fuerte pero centrado de Rakitic, y Suárez, que se las sabe todas y que jamás deja un balón huérfano porque para él sería engañar al fútbol, acudió al rechazo y puso la punta de la bota para festejar el gol.
Es lo que tiene Suárez, que con media te hace dos. Messi es un genio que descascarilla cualquier defensa, que se las basta por sí solo para romper tantas cinturas como redes, pero que genera juego con el balón en los pies. También Neymar reivindicó ese protagonismo en ausencia del 10 porque puso el desequilibrio y absorbió el esférico para hacer jugar a los demás. No es así Suárez, por más que ahora sea el mejor delantero centro del planeta. Lo suyo es iniciar la presión y acabar las jugadas, futbolista que convierte todo lo que ocurre a su alrededor en oro, pero al que ni le van ni le vienen los preliminares porque para él todo se reduce al gol. Y no falla. Sobre todo si pone de su parte Iniesta, excelente una vez más porque fue el único que supo mirar al frente en la zona de creación. Así, el uruguayo se la cedió al 8, que se la devolvió por arriba y con precisión –la vía de la pared-, y Luis Suárez puso de nuevo el gancho para marcar el segundo.


Poco replicó el Guangzhou, encerrado como estaba a la espera de un fallo en la entrega o un robo avispado para salir a la contra. Se ayudó, eso sí, en las jugadas a balón parado porque en una falta lateral Elkeson exigió la estirada de turno de Bravo del mismo modo que Paulinho remató un córner que obligó la intervención de Piqué para despejarlo. Poca cosa y más ante un Suárez en racha, que aprovechó que Munir se dejó caer en el área y provocó un penalti para que el uruguayo hiciera el tercero. Un hat-trick que evidencia que el Barça tiene una salud envidiable en cuanto al gol, que expresa que Luis Suárez, al menos ante el Guangzhou, se las basta solito.