miércoles, 1 de diciembre de 2010

La guinda se llama Villa

El Barça perfecciona el juego de las temporadas anteriores gracias al fútbol asociativo del delantero

RAMON BESA - EL PAÍS - 01/12/2010
 
 
 
Acabado el partido, la lluvia fina calaba en el Camp Nou, una invitación más para permanecer en el asiento y rememorar la goleada endosada al Madrid. Ni un rayo, ni un trueno, ningún signo del temporal anunciado desde el Bernabéu, ni rastro de la explosividad del equipo de Mourinho, batido a campo abierto, incapaz de marcar diferencias en las áreas. Carles Rexach aguardaba en su localidad a que escampara porque había ido al estadio en moto y no se quería mojar. Charly estaba muy a gusto porque distintas emisoras de radio le solicitaban sin parar después de que Pep Guardiola le hubiera dedicado a Johan Cruyff y a él ese 5-0.
    El Guaje ha encajado por estilo y carácter mucho mejor que Ibra y compite con Eto'o


    "Ellos dos fueron quienes nos impulsaron a practicar ese juego, los pioneros, ambos nos enseñaron el camino y cuantos les seguimos intentamos no traicionarles", proclamó el entrenador del Barcelona. "Ha sido un espectáculo inolvidable", respondió Rexach. "No sé si ha sido el mejor partido del Barça, pero sí estoy seguro de que es la vez que el Barcelona más y mejor ha bailado al Madrid". Y remachó: "Los dos 5-0 que viví como jugador y entrenador no tienen ni punto de comparación con el del lunes".
    Los jugadores celebraron el triunfo más en la cancha que en el vestuario, sobre todo después del gol de Jeffren, que provocó una piña monumental a pie de campo entre futbolistas, masajistas, técnicos y demás personal azulgrana, una fotografía que certificó la solidaridad del equipo. Hasta Messi estaba contento a pesar de que se había roto su racha de marcar en los últimos 10 partidos. Alguien escribió en la pizarra:
    "Mañana con el Marca, dvd del 5-0". Iniesta envió la fotografía al twitter. Guardiola, mientras tanto, recibía mensajes de felicitación incluso de técnicos españoles y extranjeros. "Sed humildes", les dijo el entrenador a sus jugadores según Mundo Deportivo, "pero el partido que habéis hecho ha sido un puto espectáculo".
    El equipo se ha afinado tanto con el paso de los partidos que a veces alcanza casi la perfección. La jugada previa al 2-0, por ejemplo, fue un catálogo de toques, pases y desmarques, del buen juego de posición, posesión, presión y precisión: 21 toques en 58 segundos entre ocho futbolistas. La acción se repetiría después del 4-0 cuando los azulgrana ya habían superado al Madrid en todos los registros -goles a favor e incluso en contra, puesto que Casillas encajó en un partido prácticamente los mismos tantos que en 12: cinco frente a seis- y solo faltaba el dígito mágico del 5, alcanzado al final con una jug
    ada de dos suplentes como Bojan y Jeffren.


    El segundo gol resume la sinfonía: 21 toques de ocho jugadores en 58 segundos

    La sensación compartida por jugadores y entrenadores es que la actual versión del Barcelona es la mejor, superior a la de la primera temporada de Guardiola -tres títulos más tres al inicio de la siguiente-, y a la pasada de los 99 puntos en la Liga. El propio entrenador certifica la impresión: "Jugamos muy bien, con continuidad, y estamos por encima del nivel de los dos años anteriores". Xavi está de acuerdo con Guardiola: "Para mí somos mejores. El equipo es más maduro y hace mejor fútbol que cuando ganamos el triplete". El factor clave ha sido la incorporación de Villa, el mejor punto y final del equipo, un jugador concreto para un equipo a veces excesivamente retórico. Villa ha encajado momentáneamente mucho mejor que Ibrahimovic y compite seriamente con Eto'o.
    Guardiola ya quiso fichar a El Guaje como sustituto de Eto'o. El problema es que el camerunés solo aceptó jugar en el Inter y la operación llevó a adquirir a Ibrahimovic. Villa ayuda en la presión, ataca el espacio y le
    da profundidad, verticalidad y pegada al Barça, virtudes que también tuvo en su día Henry -uno de sus mejores partidos fue ante el Inter de Mourinho cuando ejerció de falso ariete en ausencia de Messi e Ibrahimovic-. Villa cuenta con el apoyo de los internacionales españoles, sobre todo de Xavi, y se ha integrado en el campo, en el vestuario y en la ciudad después de habilitar una vivienda en la zona alta, nada de una zona costera.
    El asturiano no es egoísta, nunca fue caprichoso y, en cambio, marca goles, reparte asistencias, tria desmarques y se machaca en el gimnasio. Villa entiende sobre todo el juego de Messi, que el lunes ejerció de volante y de enganche, y Messi el de Villa. Así que el Barça jugó muy a gusto y con naturalidad. Nadie habla, sin embargo, de títulos sino de disfrutar y respetar al rival, sobre todo al Madrid. Uno y otro han construido por separado un relato extraordinario. Una vez se han enfrentado, en cambio, la historia la ha escrito el Barça. "Hemos ganado un partido al que el rival daba mucha importancia, como si fuera una final", comentaba uno de los capitanes barcelonistas. "Y de ahí el impacto que ha tenido el resultado. Sabemos, en cualquier caso, que no se disputaba ningún título. Fue el mejor regalo para el 111 aniversario de nuestro club". Villa ni siquiera salió a responder a Mourinho ni a presumir de sus dos goles sino que prefirió el calor de sus compañeros en el vestuario mientras caía lluvia fina en el Camp Nou. No se escuchó ni un relámpago.

     

    El modelo consolidado del Barça gana al proyecto del Madrid. La humildad gana a la soberbia. Xavi, Iniesta y Busquets aplican su ley. El vendaval se moja en la lluvia de Barcelona. Gana la cantera, pierden los millones. Mou acobarda a los suyos y potencia al Barça.

    nuevatribuna.es | José Luis Egido | 30.11.2010



    Cualquiera de estas frases valdrían para titular otra derrota histórica del Madrid ante un inalcanzable Barça que ganó por un contundente 5-0 y porque no quiso más. Antes de comenzar el partido apostaba por un empate a dos goles. Veía a un Madrid fortísimo ante el Barça de siempre. Pensaba que si a los culés no les salía el partido el Madrid les podía pasar por encima. En definitiva me senté ante el televisor para ver un combate de dos colosos. La realidad me apeó de ese sueño.
    Pensaba que el Madrid lo había conseguido todo. Buenos jugadores, el mejor entrenador y un modelo reconocible, mimbres suficientes para tutear al Barça en su propia casa. El Madrid salió acobardado porque su entrenador se acobardó. Echó atrás a Di María y puso a Özil a defender para regocijo de Xavi y los suyos. Resultado: un control apabullante del Barça que en todo el partido jugó como un equipo mientras que el Madrid no jugó ni siquiera con sus famosas individualidades y su contundencia goleadora. El Madrid creía que había hecho su trabajo, eso sí desde la nebulosa de la comunicación, no del fútbol. Después del rifirafe con el Gijón, Mou había calentado todo lo que podía para llevar el agua a su molino, incluso presionó al árbitro. Ni Guardiola, ni su escudero Xavi picaron el anzuelo y se dedicaron a lo suyo. Florentino y Valdano son conocidos expertos en convertir el humo de un cigarrillo en una humareda universal ayudados por un desenfreno millonario. Un modelo que ayer el Barça se encargó de hundir, una vez más.
    En cuanto al partido en sí, dicen los entendidos que un instante, un detalle, condiciona los grandes partidos. Si es así ese momento estuvo en el minuto cinco cuando después de un corner Messi, en un ladrillo del área, donde había siete madridistas con su inexpugnable defensa y su imbatible portero protegiendo la portería, mandó con sutileza una vaselina inalcanzable que dio en el palo y no fue gol de milagro. A mi juicio ahí perdió el partido el Madrid porque les aplicaron el tan cacareado miedo escénico de Valdano. El vendaval arrollador quedaba herido de muerte por su propia medicina. El resto fue coser y cantar, por muy duro que resulte decirlo, a excepción de unos ocho minutos que el Madrid consiguió enloquecer el partido y poner en aprietos al Barça tras el incidente de Ronaldo con Guardiola. Xavi paró el espejismo y volvió el juego a su cauce.
    En cuanto al árbitro, claramente condicionado por el poder del Madrid y de Mourinho, perdonó varias jugadas claves al Madrid, por mucho que se quiera pedir un penalti a CR7 con 2-0 en contra. Hay que agradecerle que aguantara la presión y no expulsara a nadie hasta el minuto 92. El sábado en el partido Atleti-Español un leve empujón del entrenador Quique a un españolista en el suelo fuera del campo le costó la expulsión automática y fulgurante. No se aplicó el mismo rasero en el empujón de CR7 a Guardiola que sólo le costó la tarjeta amarilla. Ni expulsó a Pepe siendo el último jugador cuando Messi se le escapaba en un contragolpe; ni a Carvalho por un codazo al mismo jugador que en otros equipos se considera agresión sin balón. Solo al final se vio obligado a expulsar a un desquiciado Ramos como símbolo del desquiciamiento general del Madrid en el segundo tiempo.
    Respecto al juego, en el primer tiempo el Madrid se echó atrás para robar el balón en el centro del campo y salir como aviones. En el minuto 17 llevaba un palo y dos goles. En toda una declaración de intenciones y de impotencia, en el segundo tiempo Mou cambió a Özil por Lass y adelantó la defensa para presionar más y mejor. Otros dos goles en tres minutos, esta vez al contraataque con el modelo del vendaval. Un minuto después Mourinho escenificó su impotencia y su desquicie al cambiar a la revelación Marcelo por Arbeloa. Con él y Lass más patadas y más desquicie. Quinto gol del canterano Jefren y explosión del globo mediático por todas las costuras.
    Quien haya seguido mis crónicas recordará que me preguntaba hasta cuando le duraría al Madrid ese frenesí desmesurado, ese correr como guepardos, esa presión con turboélice. El partido de ayer dio algunas respuestas. Después del partido del Madrid con el Sportin un jugador gijonés criado en los pechos del Madrid relataba su sorpresa porque no reconocía en el equipo actual el modelo que a él le habían enseñado. Florentino, Valdano, Moutinho y los pectorales deberían pensar en ello.
    Del Barça no he escrito mucho. No es necesario, se explicaron en el campo y después de él. Comparto con Guardiola que un resultado tan abultado está ahí pero es algo engañoso porque no hay tanta diferencia entre los dos grandes. El resto de la liga le dará o quitará la razón. Del resto de la jornada ni a mí ni a casi ningún colega nos queda espacio para escribir. En fin…lo dejo aquí. Señoras, señores, amen la vida, amen el fútbol.

    martes, 30 de noviembre de 2010

    LIGA | BARCELONA 5 - REAL MADRID 0

    De fútbol habla el Barça

    Soberbia lección de juego del equipo azulgrana, que desmonta a un Madrid impotente

    RAMON BESA - EL PAÍS- 29/11/2010
     
     
     
    Los goles caen en el Camp Nou como las hojas en otoño, de manera natural, con la cadencia justa, de forma bella y serena, signo de bonanza y salud futbolística. No hay mejor equipo por ahora que el Barça y cuando se le discute tal condición, en el momento en que más se cuestiona su jerarquía, el rival corre el serio riesgo de ser ridiculizado, como por ejemplo le pasó al famoso Madrid, que cargó con un saco de goles. La propaganda anunciaba que por fin había dado el equipo blanco con el antídoto azulgrana, que Mourinho no es Juande ni Pellegrini ni Schuster, que Cristiano Ronaldo le sacaba dos palmos a Messi, que Özil es la monda y no hay delantero mejor que Di María, que si patatín que si patatán. El día que Real Madrid tenía que ganar el Camp Nou salió marcado con una soberana tunda futbolística.
       

      Barcelona 5 - Madrid 0

      FC Barcelona: Valdés; Alves, Puyol, Piqué, Abidal; Busquets, Xavi (Keita, m.86), Iniesta; Pedro (Jeffren, m.86), Messi y Villa (Bojan, m.76).
      Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Pepe, Carvalho, Marcelo (Arbeloa, m.60); Xabi Alonso, Khedira; Di Maria, Özil (Lass Diarra, m.46), Cristiano Ronaldo y Benzema.
      Goles: 1-0, m. 10: Xavi. 2-0, m.18: Pedro. 3-0, m.55: Villa, 4-0, m.57: Villa. 5-0, m. 90+1: Jeffren.
      Árbitro: Iturralde González (col. vasco). Mostró cartulina amarilla a Víctor Valdés (m.32), Cristiano Ronaldo (m.32), Villa (m.34), Pepe (m.36), Messi (m.45), Xabi Alonso (m.51), Marcelo (m.56), Casillas (m.56), Carvalho (m.71), Sergio Ramos (m.73), Khedira (m.75) y a Puyol (m.80). Expulsó a Sergio Ramos (m.92) por
      agredir a Puyol
      Incidencias: 98.255 espectadores asistieron al encuentro correspondiente a la decimotercera jornada de Primera División, disputado en el Camp Nou. En el palco se encontraban, entre otras autoridades, el presidente en funciones de la Generalitat, José Montilla; el vicepresidente en funciones de la Generalitat, Josep Lluís Carod Rovira; y el presidente del Parlament, Ernest Benach.

      Fueron cinco goles y pudieron ser seis, siete, cuatro, tanto da, porque el monólogo del Barcelona fue imparable para el Madrid. Nunca le habían metido un 5-0 a un equipo de Mourinho, del que no hubo noticias en el que fue su estadio en los tiempos de aprendizaje, superado por Guardiola. Desde el liderato de la Liga, invicto hasta anoche, el técnico portugués había cuestionado la trayectoria barcelonista y hasta se había permitido señalar a los árbitros y a los entrenadores rivales como cómplices de la jerarquía azulgrana. Pagó muy cara su bravata porque enfureció al Barcelona, tan suave con su juego y sus goles como colérico en su determinación por la victoria, más enfebrecido que nunca, tan romántico que no se dio por satisfecho hasta que cayó el quinto, el dígito que mejor simboliza su hegemonía futbolística.
      El Madrid se perdió desde la lesión de Higuaín, mal sustituido por Benzema, un delantero que le da grandeza a la alineación a cambio de empequeñecer al equipo, muy desmejorado, excesivamente contemplativo, nada protagonista, siempre espectador. El absentismo y la melancolía del ariete francés fueron contagiosos para el plantel de Mourinho, desbordado por la exuberancia del Barça, muy enchufado en el partido. Achicaban fuerte los zagueros, mezclaban bien los medios y se desmarcaban rápidamente los delanteros, todos muy concentrados y sintonizados en la misma frecuencia, como si hubieran convenido que el partido se decidía en cada jugada. Así que se imponía una defensa sin concesiones, siempre tensa, y una delantera muy concreta, nada retórica.
      La intensidad azulgrana dejó en fuera del juego a los madridistas. Pasado el cuarto de hora, el Barça ya contaba dos goles, los dos inapelables, expresión inequívoca del dominio ejercido por los actores aparentemente secundarios del encuentro, jugadores que a menudo solo cuentan como acompañantes de figuras del calibre de Messi, peleado con la madera nada más empezar la contienda. A la cabeza del pelotón barcelonista está siempre Xavi, excelente en la conducción, barómetro inequívoco del juego, referente del equipo de Guardiola. El protagonismo de Xavi fue tan categórico que se permitió la licencia de inaugurar el marcador con un toque sutil, delicioso, la mejor de las respuestas al centro desde la banda izquierda de Iniesta y a la apurada defensa de Marcelo, vendido por los centrales.
      Al rato repicó Pedro después de un centro malicioso de Villa, de manera que el clásico presumiblemente más igualado de los últimos años se había desequilibrado en un abrir y cerrar de ojos. Acababa el Barça las jugadas mientras el Madrid buscaba munición en las acciones episódicas, siempre fuera de las áreas, su zona preferida. La continuidad en el juego de los azulgrana solo fue interrumpida por Ronaldo, cuando empujó a Guardiola, y por Carvalho, que le dejó el codo en la barbilla de Messi, impaciente por meterse en el partido. Obcecados los madridistas con La Pulga, los barcelonistas marcaron las diferencias con el fútbol de sus medios y el oportunismo de los delanteros, más afilados y agresivos que los del rival, sorprendentemente dóciles, superados por el ímpetu del contrario y la carga ambiental.
      Acostumbrado a atacar en línea recta, el Madrid fue sorprendido por el juego circular y de triangulación del Barça. A Mourinho no le quedó más remedio que recuperar su versión más conservadora, como si hubiera recuperado el traje del Inter después de tirar la zamarra del Madrid. Quitó a Özil, la bandera del futuro más atrevido y excelso del club, para poner a Lass, el símbolo del pasado, el hilo conductor de tantos entrenadores fracasado en Chamartín. Al Barcelona había que jugarle desde la trinchera y no a campo abierto, como un equipo pequeño y no con grandeza, desde el estraperlo y no del intercambio de propuestas futbolísticas. Ni dando un paso atrás atemperó el Madrid la fiebre del Barcelona, soberano, supremo y campeón, más efectivo que nunca, siempre dispuesto a poner punto y final a cada ocasión.
      Desapareció la figura de Cristiano Ronaldo mientras Mourinho se retiraba al banquillo, encogido, incapaz de corregir un partido tan decantado a favor del juego colectivo barcelonista que permitió la defensa de las causas personales, como por ejemplo la de Villa, asistido doblemente por Messi, dos veces goleador el asturiano frente a Casillas. Acostumbrado a resolver los partidos de entretiempo, Messi fue más generoso que nunca la noche del clásico, como se pide a los fuera de serie. El bisturí de La Pulga se impuso al cañón enmudecido de Ronaldo. La velocidad del juego azulgrana cuestionó la calidad física del Madrid y su mejor organización con Mourinho. A los muchachos de Mou les queda todavía muchas sopas por tomar para alcanzar la madurez de los chicos de Guardiola.
      La sala de prensa es propiedad de Mourinho y de Cristiano. El terreno de juego, en cambio, pertenece a Guardiola, Xavi y Messi, que pusieron cinco goles de diferencia en el que se anunciaba como el clásico más igualado de todos los tiempos. Alguien mentía y no era el Barça, más futbolero que nunca, siempre fiable, especialmente querido. No hay mejor respuesta a la mayor de las chulerías que un humillante 5-0. No hubo ni rastro del Grupo Salvaje de Mourinho sino que en el Camp Nou continúan cayendo los goles como las hojas en otoño. El Barça le cierra la boca al Madrid.