domingo, 20 de diciembre de 2015


El Barça gana el Mundial de Clubes

El equipo azulgrana, liderado por Messi y definido por Suárez, doblega a la intensidad del River Plate y su afición

 
FC Barcelona vs River Plate en el Mundial de Clubes
Iniesta levanta el tercer Mundial de Clubes del Barcelona. / Shaun Botterill (Getty Images)

El Barcelona es el mejor equipo del mundo. Así lo dice su fútbol y su año, pletórico en cuanto a títulos porque ha levantado cinco copas de seis posibles. La última ha sido en el Mundial de Clubes y ante el River Plate, un equipo con más garra que gancho, fiero sin la pelota pero cordero con ella entre los pies. Poca cosa para un tridente que no tiene remedio y que tanto le da salir de una lesión (Neymar) como acabar de expulsar una piedra (Messi); cuando se ponen a jugar no hay quien les eche el lazo y sus actuaciones doradas ya forman parte de la bella historia del juego porque así también lo dicen los laureles obtenidos.

River Plate, 0 - Barcelona, 3

River Plate: Barovero; Mercado, Maidana, Balanta, Vangioni; Sánchez, Kranevitter, Ponzio (Lucho González, m. 46), Viudez (Driussi, m. 55); Mora (Martínez, m. 46) y Alario. No utilizados: Chiarini, Batalla; Vega, Casco, Mammana, Mayada, Pisculichi, Bertolo y Saviola.
Barcelona: Bravo; Alves, Piqué, Mascherano (Vermaelen, m. 81), Jordi Alba; Busquets, Rakitic (Sergi Roberto, m. 66), Iniesta, Messi, Suárez y Neymar (Mathieu, m. 89). No utilizados: Ter Stegen, Masip; Bartra, Munir, Sandro, Adriano, Samper y Gumbau.
Goles: 0-1. M. 35. Messi. 0-2. M. 49. Luis Suárez. 0-3. M. 68. Luis Suárez.
Árbitro: Alireza Faghani (Irán) amonestó a Kranevitter, Jordi Alba, Ponzio, Rakitic, Neymar y Sergi Roberto.
Estadio internacional de Yokohama72.327 espectadores.

De piernas largas y tacos vistosos, los jugadores del River no se andaban con remilgos ni paparruchas. Se trataba de que el Barça no manufacturara fútbol y de ahí que se empeñaran en restarle cualquier tipo de continuidad al duelo con puntapiés, desequilibrios con el cuerpo y lo que fuera menester. Así se lo aclaró Kranevitter a Messi en la primera pelota que tocó y así lo ratificó Ponzio sobre Iniesta segundos después. O el rival o la pelota, pero nunca los dos. Era tal la intensidad del equipo de Gallardo, el acoso en cada baldosa del tapete, que los jugadores azulgrana apenas disfrutaban de unas pocas décimas de segundo para pensar, las mismas que para actuar. Si bien repetían los gestos de calidad técnica -sombrero de Iniesta, espuela de Neymar, quiebro sin balón de Alba, autopase de Messi…-, iban demasiado exigidos y en los metros finales la pelota ya no llegaba con precisión, rémora que negaba la inspiración de los metros finales. O casi porque a Messi no le tumba ni una piedra ni nadie, que por algo es el mejor.
Valiente, Gallardo situó la línea de presión alta para que la zaga azulgrana errara en la entrega o se desprendiera de la pelota. Pero eso no entra en los planes del Barça, ya ni siquiera con Luis Enrique. De Mascherano a Piqué y de ahí a las bandas para que Busquets bajara y se volviera a empezar. No había prisa y tampoco errores, más allá de ese de Rakitic en un pase hacia atrás que Mora aprovechó para probar a Bravo –jugó contra pronóstico porque Ter Stegen fue quien llevó al equipo a esta competición-, que atajó sin complicaciones como también ese otro de Alario.
Hizo el equipo argentino de la pillería un arte porque cualquier falta o córner era el escenario ideal para la protesta generalizada o para un pequeño rifirrafe. “¡Pongan huevos, vamos River Plate, pongan huevos!”, cantaba pertinaz la marea millonaria. Y de eso no les faltó a sus jugadores, definitivamente alimentados por una marea que se prodigó sin cesar. Bravos, despechados bastantes, los aficionados se entregaron a un ejercicio de aliento espectacular que atronó en el Nissan Stadium, también porque no hubo más que una tímida réplica de Barça, escasos los hinchas y en ningún caso acompañados por los japoneses. El estadio era del River pero el césped y el balón del Barcelona.
A medida que pasaron los minutos, las piernas de los argentinos pesaban por correr detrás de la pelota. Y el corazón, el argumento de Gallardo en la previa, ya no alcanzaba para luchar contra el pie de los azulgrana. Sobre todo de Messi, que ponía el desequilibrio en la zona caliente. Primero fue Iniesta el que le validó con un pase sobre el balcón del área; media vuelta y disparo ajustado al palo y atrapado por un Barovero que llegó donde no lo hizo la imaginación de nadie. También acunó ese remate de Alves de volea tras el centro de Neymar y de nuevo a Messi le sacó la mano en el mismo sitio, tras un lanzamiento de falta envenenado. Pero Leo se moría de ganas por marcar y a la tercera fue la vencida. Fue después de que Alves centrara al segundo palo, donde Neymar durmió la pelota con la cabeza y se la puso hacia atrás al 10, que controló con la derecha, le dio en el brazo mientras se echaba atrás y la remató cayéndose con la izquierda. Gol y morfina al encuentro porque River ya no tiró la presión alta y sobre todo porque Luis Suárez, nada más comenzar el segundo acto, también supo definir ese gran pase de Busquets ante Barovero.
Con la necesidad de River de tirar hacia delante, de marcar un gol que reparara su orgullo herido, se creó el desaguisado argentino. Los mediocentros ya no guardaban la posición, uno de los dos centrales saltaba y los jugadores de banda las veían venir sin cerrar ni ayudar. Y los espacios son el edén del Barça, de un tridente universal que se junta para separar a los rivales. “Papá, a ese lo tengo controlado”, le dijo por teléfono unos días antes Mercado cuando le mostró el primero su preocupación por Neymar. Pero aunque el 11 entró en la refriega como suele, siempre provocador, también entró de lleno en el partido y le hizo todo un descosido a su pareja de baile para actuar de surtidor. Dos centros a Messi que no supo finalizar al darle flojo y desviado, y otro para Suárez que, de cabeza, la cruzó para convertirse con cinco goles en el máximo goleador de la breve historia del Mundial de Clubes junto a Leo. Era el final, el triunfo del fútbol, la victoria mundial.

viernes, 18 de diciembre de 2015


Aitor Egurrola, el coleccionista de títulos

El portero del Barça de hockey, elogiado por su “inteligencia y liderazgo”, suma 58 torneos ganados e iguala el récord de Borregán


 
Aitor Egurrola, en el Palau Blaugrana. / JUAN BARBOSA

Para la mayoría, Aitor Egurrola (Barcelona, 1980), portero y capitán de la sección de hockey patines del F.C. Barcelona, es desconocido a pesar de tener más del doble de títulos que Messi, Xavi Hernández o Iniesta. En noviembre consiguió su título número 58, tras imponerse su equipo en Vic al Liceo por 6-5, en un partido en el que fue determinante parando un penalti. Egurrola es uno de los tres jugadores con más títulos de la historia del Barça: empata con Beto Borregán (exjugador de la misma disciplina) y solo es superado por David Barrufet, exportero de la sección de balonmano, que acumula en su palmarés la friolera de 70 títulos.
Egurrola comenzó en el hockey patines por casualidad cuando la madre de uno de sus compañeros de colegio convenció a varios alumnos para practicar este deporte en Castelldefels. En la temporada 1992-1993 jugó en el UE Horta y tres años después fichó por el Barça, con el que ha ganado 15 Ligas, 10 Copas de Europa y 10 Copas Continentales entre otros títulos. “Es una pena que en España el hockey sea un deporte minoritario. Si hubiese equipos más competitivos en el resto de España y no se concentrasen todos en Cataluña, sería más seguido. A ver si la temporada que viene asciende el Alcobendas. Quizás la gente se anime a seguir más este deporte con el gancho que supone la rivalidad entre Madrid y Barcelona”, declara Egurrola.
Si hubiese equipos más competitivos en el resto de España y no se concentrasen todos en Cataluña, sería más seguido. A ver si asciende el Alcobendas”
En el vestuario, El Pulpo es un referente: “Es un jugador muy inteligente, con mucha visión de juego. Sabe organizar muy bien a la defensa desde atrás. Creo que es como el buen vino, mejora con los años”, dice Ricard Muñoz, entrenador del conjunto azulgrana desde marzo de 2013. “Es un ejemplo para todos, no solo por su impresionante palmarés sino también por su humildad. Es sin duda el líder del grupo”, concluye Muñoz. Sergi Fernández (Mallorca, 1985), también portero del equipo, considera beneficiosa la competencia por dicho puesto: “Todos queremos jugar el mayor número posible de partidos, a nadie le gusta ser suplente. Pero un equipo como el Barça debe tener la máxima competencia en todas las posiciones. Aquí juegan los mejores”.
El protagonista resta importancia a su logro: “Es cierto que el número de títulos impresiona, pero el mérito no es mío sino de todo el grupo. Tengo la suerte de jugar en un equipo tan grande como el Barça. En otro club esto habría sido impensable”, responde con modestia Egurrola. Al preguntarle qué título es el que más ilusión le hizo ganar, responde sin pensarlo: “Claramente me quedo con las Copas de Europa. Fue igual de emocionante ganar cada una de ellas, no podría escoger solo una”.
Tanto el entrenador como sus compañeros tienen claro que Egurrola cuenta con muchas posibilidades de superar la colección de títulos de Beto Borregán: “Ojalá lo logre, eso significará que seguimos ganando. Aún quedan en juego cuatro títulos esta temporada —Copa Intercontinental, Copa del Rey, Liga Europea y OK Liga— y vamos a ir a por todos”, dice Sergi Fernández. Hasta el propio Borregán desea que el portero bata su récord: “Los porteros, por suerte para ellos, siempre son más longevos que el resto de jugadores. Viendo cómo se cuida Aitor y los años que le quedan de contrato estoy seguro de que superará mi número de títulos con creces”. Habrá que esperar cuatro años por lo menos para ver hasta dónde es capaz de agrandar su leyenda el capitán.

Con Luis Suárez basta para llegar a la final del Mundialito

Tres goles del uruguayo dan la victoria a los de Luis Enrique, que se imponen al Guangzhou con las ausencias de Messi y Neymar

El País-18/12/2015

Mundial de Clubes: FC Barcelona
Suárez celebra la consecución de su primer gol ante el Guangzhou en la semifinal del Mundial de Clubes. / Koji Sasahara (AP)

A Luis Suárez tanto le da. No es que se la repampinfle no tener a Neymar y Messi –sufrió un cólico nefrítico la noche anterior que le impidió jugar- al lado, porque con ellos siempre se garantiza varias ocasiones de gol, pero le alcanza consigo mismo para crear el mayor de los desaguisados. Como ante el Guangzhou Evergrande, que padeció la viveza y la puntería de un delantero centro sin igual, de un 9 de los de verdad que se las bastó para descomponer al contrario y clasificar al Barcelona en la final del Mundial de Clubes, que será el domingo frente al River Plate argentino.

FC Barcelona, 3 - Guangzhou, 0

FC Barcelona: Bravo; Alves, Piqué, Mascherano, Alba (Adriano, m.76); Sergio Busquets, Rakitic, Iniesta (Sergi Samper, m.81); Munir, Sergi Roberto (Sandro, m.72) y Luis Suárez.
Guangzhou Evergrande: Li Shuai; Zhang Linpeng, Feng Xiaoting, Kim Younggwon, Zou Zheng (Li Xuepeng, m.35); Paulinho, Zheng Zhi Ricardo Goulart; Huang Bowen, Zheng Long (Yu Hanchao, m.56) y Elkeson (Gao Lin, m.67).
Goles: 1-0, m.39. Luis Suárez. 2-0, m.50. Luis Suárez. 3-0, m.67. Luis Suárez, de penalti.
Arbitro: Joel Aguilar (ESA). Amonestó a Feng Xiaoting (m.16).

Suelen ser los equipos asiáticos de lo más dinámicos e intensos, predispuestos a la carrera de área a área. No así el Guangzhou, la excepción que confirma la regla debido a la acentuada influencia de Luiz Felipe Scolari, un entrenador bien tacaño con el juego porque siempre se entregó al talento de los de arriba, como ocurriera, por ejemplo, en el exitoso Mundial de 2002 cuando Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho se las apañaban para encontrarse entre ellos y perder a los rivales. Pero más que despersonalizado, el equipo chino ha mutado de piel porque ante el Barça supo de sobra a lo que quería jugar y proponer, con la zaga cosida al portero y dos líneas de cuatro bien abrochadas. Existían, en cualquier caso, dos salvedades: la de Goulart, que se quedaba al rebote por si le caía el balón y debía actuar de trampolín; y la de Elkeson, presto para el sprint definitivo por detrás de las espaldas de la zaga rival. Tampoco la vieron. Resulta que apenas tocó el balón el Guangzhou, por más que no le importara –hasta su afición celebraba casi como goles las ocasiones repelidas-, confiado a su inspiración y buen tino en los metros finales. No se dio.

Se amontonaban las piezas en el área del Guangzhou y al Barcelona se le multiplicaban los problemas porque no había rendija por donde filtrar el último pase

Se amontonaban las piezas en el recibidor del área del Guangzhou y al Barcelona, que le gusta entrar hasta la cocina con el juego asociativo, se le multiplicaban los problemas porque no había rendija por donde filtrar el último pase. No le quedaba otra que ejecutar una pared oportuna, dar la sorpresa con la profundidad de los laterales o probar fortuna con un disparo lejano. Soluciones que tardaron en llegar porque Munir no supo resolver ese pase interior que le puso Iniesta y chutó al bulto, desatino demasiado pertinaz en lo que va de curso. Tampoco Alba y Alves lograban crear el guirigay con sus ascensiones porque saltaban los laterales rivales y los interiores cerraban por dentro en caso de que se diera el centro. Aunque sí que funcionó la tercera vía, validada por el portero Li, que tiene manos de mantequilla. Así, no supo blocar un chut fuerte pero centrado de Rakitic, y Suárez, que se las sabe todas y que jamás deja un balón huérfano porque para él sería engañar al fútbol, acudió al rechazo y puso la punta de la bota para festejar el gol.
Es lo que tiene Suárez, que con media te hace dos. Messi es un genio que descascarilla cualquier defensa, que se las basta por sí solo para romper tantas cinturas como redes, pero que genera juego con el balón en los pies. También Neymar reivindicó ese protagonismo en ausencia del 10 porque puso el desequilibrio y absorbió el esférico para hacer jugar a los demás. No es así Suárez, por más que ahora sea el mejor delantero centro del planeta. Lo suyo es iniciar la presión y acabar las jugadas, futbolista que convierte todo lo que ocurre a su alrededor en oro, pero al que ni le van ni le vienen los preliminares porque para él todo se reduce al gol. Y no falla. Sobre todo si pone de su parte Iniesta, excelente una vez más porque fue el único que supo mirar al frente en la zona de creación. Así, el uruguayo se la cedió al 8, que se la devolvió por arriba y con precisión –la vía de la pared-, y Luis Suárez puso de nuevo el gancho para marcar el segundo.


Poco replicó el Guangzhou, encerrado como estaba a la espera de un fallo en la entrega o un robo avispado para salir a la contra. Se ayudó, eso sí, en las jugadas a balón parado porque en una falta lateral Elkeson exigió la estirada de turno de Bravo del mismo modo que Paulinho remató un córner que obligó la intervención de Piqué para despejarlo. Poca cosa y más ante un Suárez en racha, que aprovechó que Munir se dejó caer en el área y provocó un penalti para que el uruguayo hiciera el tercero. Un hat-trick que evidencia que el Barça tiene una salud envidiable en cuanto al gol, que expresa que Luis Suárez, al menos ante el Guangzhou, se las basta solito.

miércoles, 25 de noviembre de 2015


Bienvenido señor Messi

El delantero reaparece en el Camp Nou en un partido a la carta. El Barcelona, lanzado por su tridente, golea a la Roma y se mete como primera de grupo en octavos


 
Champions League | Barcelona, 6 - Roma, 1
Messi, Suárez y Piqué celebran un gol. / Emilio Morenatti (AP)

Luis Suárez sigue marcando goles, bonitos y feos, siempre a punto y resolutivo, en partidos fáciles y difíciles, y Neymar continúa exhibiendo su excelente surtido de gestos técnicos, al inicio y al final de cada encuentro, tan desequilibrante en el regate e inalcanzable en la carrera como impreciso desde el punto de penalti, errático ante Szczesny. Ambos mantuvieron su cartel de figuras la noche en que después de dos meses reaparecía Messi en el Camp Nou. Ningún futbolista calza mejor en el juego azulgrana que el 10. El club es tan afortunado como el futbolista, ayer titular y capitán, líder de un Barça que goleó al Roma.
Acabó tocando muy bien el Barça sin Messi, como ya se vio en el Bernabéu, y fue todavía más equipo con Messi. La diferencia es que la Roma no es el Madrid. Los italianos, diezmados por las lesiones de sus extremos, dimitieron de manera escandalosa ante un adversario en plena forma, muy serio desde la alineación —solo faltaba Iniesta—, ya clasificado como líder para los octavos de la Champions. La noche hubiera sido redonda si no hubiera sido por la lesión de Sergi Roberto y el penalti fallado por Neymar. El tridente regresó con un marcador de impacto: 6-1.

Barcelona, 6 - Roma, 1

Barcelona: Ter Stegen; Alves, Piqué (Bartra, m. 57), Vermaelen, Alba; Rakitic, Busquets (Samper, m. 46), Sergi Roberto (Adriano, m. 64); Messi, Luis Suárez y Neymar. No utilizados: Bravo, Mathieu, Iniesta y Munir.
Roma: Szcesny; Maicon, Manolas, Rüdiger, Digné; Pjanic (Uçan, m. 75), Keita, Nainggolan (Iturbe, m. 46); Florenzi (Vainqueur, m. 58), Dzeko y Falqué. No utilizados: De Sanctis, Leandro Castán, Torosidis y De Rossi.
Goles: 1-0. M. 15. Luis Suárez. 2-0. M. 18. Messi. 3-0. M. 44. Luis Suárez. 4-0. M. 56. Piqué. 5-0. M. 60. Messi. 6-0. M. 76. Adriano.
Árbitro: Cüneyt Çakir (Turquía). Mostró tarjeta amarilla a Piqué, Alves y Vainqueur.
Camp Nou. 71.433 espectadores.

El Barça se divirtió con la Roma. Jugó fácil y alegre, tan cómodo que anduvo por el Camp Nou como Pedro por su casa, la cancha abierta de portería a portería, sin noticias de la Roma. Las ocasiones caían sin parar y al poco de cumplirse el cuarto de hora ya ganaban los azulgrana por 2-0. Hubo un momento en que se levantó un hincha de tribuna y preguntó: ¿Quiénes son los blancos? No parecían un equipo de fútbol porque ni jugaban ni pegaban, tampoco defendían y menos atacaban, ni siquiera protestaban al trío arbitral, concentrado exclusivamente en decidir si había o no fuera de juego en cada ataque del Barcelona.
A Busquets, siempre serio y muy puesto como medio centro, incluso se le escapó la risa después de poner dos pelotas de gol en dos minutos, ambas para Messi. No atinó entonces el 10. No había planteada más cuestión que sincronizar el pase y el desmarque para enfrentar a Szczesny. La conexión llegó cuando Neymar se vistió de centrocampista y profundizó para Alves, asistente del liquidador Luis Suárez: 1-0. El segundo llegó poco después en una combinación deliciosa del uruguayo con Messi, un tuya mía que acabó el argentino con una vaselina saludada por Alves. A nadie se le ocurrió negar el gol al 10.
Espantada al inicio, destensada después y siempre relajada por el empate del Bayer con el Bate, resultado que avala sus opciones de clasificación, la Roma se convirtió en un adversario invisible para el Barça. Aunque su presión era alta, su fútbol no tenía agresividad, mucho menos intensidad, inocua en el frío Camp Nou, que solo se irritó como ya es costumbre cuando sonó el himno de la Champions, momento en que la rechifla se mezcló una jornada más con las estelades, siempre numerosas en el estadio del Barça. La falta de tensión competitiva acabó por destemplar al plantel de Luis Enrique.

Messi ataja un balón ante Manuel Iturbe. / Luciano Rossi (Getty Images)

Piqué tomó una tarjeta y más tarde fue amonestado Busquets. El ritmo bajó, disminuyó también la velocidad de la pelota, ya nadie jugaba al espacio ni se ajustaban los envíos de los medios con las recepciones de los delanteros y el partido se puso tonto, cosa que convenía a la Roma. Nada distrae, sin embargo, a Suárez. El ariete cazó a la media vuelta un remate incontestable tras un rechazo a tiro de Neymar y puso el 3-0. Nada atemperó la voracidad del tridente, que siguió repicando en el marco de Szczesny, ya con Samper en el campo en el sitio de Busquets.
Hubo tiempo de sobras para que Piqué marcara el gol que perseguía desde el Bernabéu antes de ser sustituido ante el clamor de la hinchada; también para que Ter Stegen sacara un brazo de gigante a un tiro de Falque y le parara un penalti a Dzeko; no faltó tampoco un segundo gol de Messi, precedido de un virguería de Neymar —un control con la espuela—; y se vio incluso cómo el 10 se replegaba hasta su área para tirar a Iturbe antes de que apuntara a la meta del Barcelona. Solo faltó el gol de Neymar, invitado por Messi a tirar un penalti que el brasileño falló, neutralizado por el portero y remachado después por Adriano.
No hay manera de meter un penalti en la portería del Gol Norte, y tampoco resulta sencillo mantener el marco propio a cero —Dzeko acabó por batir a Ter Stegen— detalles que apenas tuvieron peso en un partido relajante para el Barcelona y marcado por la reaparición a la carta del 10. Bienvenido señor Messi.

domingo, 22 de noviembre de 2015

El Barcelona deja muy sonado al Real Madrid

Los azulgrana arrollan a su gran adversario y la hinchada madridista pide como nunca la dimisión de Florentino Pérez



Los jugadores del Barcelona celebran uno de los goles. / JuanJo Martín (EFE)

Un excelente y puro Barça abrió en el Madrid una herida de proporciones muy inquietantes para la entidad de Chamartín, sonada en lo deportivo y con el palco ya en la diana. Del clásico todo el mundo blanco salió mal parado: el entrenador, los jugadores y el presidente, Florentino Pérez, al que la gente pidió la dimisión en el intermedio y en varias fases del segundo tiempo. En la traca final, con el salón principal del estadio ya vacío, el volumen musical sofocó el vocerío. Las cargas previas contra el alto mando resultaron un hecho insólito. La hinchada, tan desconcertada ante el meneo azulgrana, ya no sabía hacia dónde apuntar y repartió estopa por igual. Nadie quedó a salvo y nadie recibió más aplausos que Iniesta. El madridismo tiene gusto. Como entre los suyos no había a quién engancharse, los asistentes acabaron por desfogarse con una ovación a Isco, retrato de la pérdida total de papeles con un estacazo a Neymar que le costó la expulsión.

Real Madrid, 0 - Barcelona, 4

Real Madrid: Keylor Navas; Danilo, Varane, Sergio Ramos, Marcelo (Carvajal, m. 58); Kroos, Modric; James (Isco, m. 54), Bale, Cristiano; y Benzema. No utilizados: Casilla, Pepe, Casemiro, Kovacic y Jesé.
Barcelona: Bravo; Alves, Piqué, Mascherano (Mathieu, m. 27), Jordi Alba; Rakitic (Messi, m. 56), Busquets, Iniesta (Munir, m. 77); Sergi Roberto, Suárez y Neymar. No utilizados: Ter Stegen, Vermaelen, Adriano y Sandro Ramírez.
Goles: 0-1. M. 11. Suárez. 0-2. M. 39. Neymar. 0-3. M. 53. Iniesta. 0-4. M. 73. Suárez.
Árbitro: Fernández Borbalán. Expulsó por roja directa a Isco. Amonestó a James, Alves, Sergio Ramos, Carvajal y Busquets.
Santiago Bernabéu: 80.000 espectadores.

El Madrid se alineó como gusta en los despachos, como hasta ahora no había predicado el técnico. En el día grande, Rafa Benítez fue Carlo Ancelotti, tiró del núcleo del italiano y despachó a Casemiro, su principal apuesta. Aliviada la enfermería, había que hacer hueco a los actores principales, a los de la gran pasarela. Como respuesta, se vio a un Madrid momificado, con tiritonas, sin pulso, descolocado. Todo ante un Barça que le quitó la pelota y el ánimo. Y peor aún: con Messi en la sala de espera hasta el 0-3, complacido por el enésimo relevo exitoso de Luis Suárez y Neymar, dos máquinas. Si encima al escarnio se suma el arte de Iniesta, el reloj de Busquets y la graduación de Sergi Roberto…
Imposible para este Real deshuesado, sin una pizca de Cristiano, cuyas únicas pisadas fueron dos duelos frustrados por Bravo cuando el partido ya era colegial, con el meta chileno en alza y los visitantes con poca saña ante Keylor, falla que falla goles. Tampoco hubo una miga de Bale, un goteo de quien fuera. El único respiro local fue cuando se bajó la persiana y se llevó una cartulinada. Hoy se llevan poco los pañuelos. Un final estrepitoso para el Madrid. En el Bernabéu ya atizan la hoguera, veremos en qué acaba este crepitar.
En Chamartín solo se asomó de puntillas un Madrid desteñido, a merced de los barcelonistas, que se plantaron con cuatro volantes y no con tres puntas, como acostumbran. Lo mismo dio, el Barça le cantó una nana a su rival, de palique con el balón y los espacios a resguardo, siempre con tramas azulgrana por el césped. Los blancos, a la intemperie, precipitados cuando ganaban algún asalto, más bien pocos, y sin mandíbula para apretar al contrario. De una parsimoniosa cháchara con la pelota en los morros locales llegó el primer aguijón azulgrana. En medio de ese fútbol tertulia que le distingue despegó Sergi Roberto. El chico saltó las tibias alambradas contrarias y conectó con ojo clínico con Luis Suárez, que armó un disparo estupendo, sin más toque que el definitivo, con el empeine exterior. Un toquecito más y Sergio Ramos le hubiera acorralado.
A la faena inicial del uruguayo se añadió Neymar, que decidió atormentar a su compatriota Danilo, que pasó una tarde calamitosa. Por el flanco izquierdo del ataque culé también emergió un Iniesta imperial, ese que juega con un termómetro en las botas: ahora ventilo a un enemigo, ahora paro por aquí y ordeno por allá. Suyo fue el quite a Modric que derivó en una asistencia con precisión de cirujano para Neymar, que embocó bajo el sobaco izquierdo de Keylor, que en jornadas así no está para milagros. El Madrid defensivo de Benítez quedaba subrayado por el inusual tembleque de Varane y el sufrimiento de Danilo. Mientras hubo chicha, de ese Madrid ofensivo que autoproclama el entrenador ante el espejo público solo quedaron señas con dos arreones de Marcelo y James recién iniciado el segundo acto. El Madrid perseguía moscas sin fe.
En nada rectificó Benítez al descanso, pero el Barça, pilotado por Iniesta y Busquets, bien anclado por Piqué y con los dos picadores a la caza comprendió que todavía precisaba una marcha más. Ni en las peores conviene fiarse del Madrid: lo dice su leyenda, no su presente. Así que los muchachos de Luis Enrique se pusieron a ello. Otra vez Iniesta al frente. Otro jugadón, una pared con Neymar que el brasileño le devolvió de taco y que el manchego cerró con un misil a la escuadra izquierda de Navas. Chamartín era una caldera salvo para el puñado de seguidores azulgrana. Solo ellos tenían motivos para la verbena, con su equipo líder, con seis puntos de ventaja sobre el gran opositor, con Messi de regreso y ya jugando con buen ritmo y Arda y Vidal a punto de lograr el pernocta deportivo.
Para el Madrid, un desengaño colosal, mareado por el PSG, fulminado en Sevilla y atropellado por el Barça. No hay duda del desequilibrio deportivo e institucional, con un entrenador que ya no suena tan auténtico tras claudicar en el día de autos, un Cristiano extraviado en estos días y el alto dirigente cuestionado como nunca. El fútbol va y viene, pero hoy el Barça vuela y el Madrid se come las entrañas y ya no sabe en qué dar. ¿Jugadores? Se fichan y fichan. ¿Entrenadores? Quita y pon, quita y pon. ¿Entonces?

viernes, 20 de noviembre de 2015


Arroyo se sube al podio de Tomic

El base puertorriqueño y el pívot croata espolean a un Barça vibrante y directo ante el Karsiyaka turco (107-79)

 
Navarro, ante Kenny Gabriel. / Alejandro García (EFE)

Carlos Arroyo, para bien y para mal. El puertorriqueño se apoderó del escenario en el Palau, del que casi nunca se baja Tomic, espléndido en el inicio de temporada. Pero se veía venir. Arroyo iba a afinar un día la mirilla. Lo hizo ante el Pinar Karsiyaka turco y puso en órbita al Barcelona. Sus cinco triples en sus cinco primeros intentos rompieron la defensa del equipo turco y aceleraron el ritmo ya vibrante de un partido librado al instinto ofensivo de ambos equipos.

BARCELONA, 107; KARSIYAKA, 79

Barcelona Lassa: Satoransky (7), Navarro (10), Perperoglou (6), Doellman (14), Tomic (16) –equipo inicial-; Pau Ribas (4), Lawal (19), Abrines (3), Vezenkov (0), Samuels (7), Oleson (3) y Arroyo (18).
Pinar Karsiyaka: Ragland (26), Altintig (2), Josh Carter (3), Gabriel (10), Iverson (9) –equipo inicial-; Baygul (6), Guven (4), Gonlum (6) y Sipahi (13).
Parciales: 26-16, 22-21, 31-20 y 28-22.
Árbitros: Christodoulou (Grecia), Javor (Eslovenia) y Obradovic (Bosnia).
Palau Blaugrana. Sexta jornada de la Euroliga. 4.771 espectadores.

La pólvora del Karsiyaka la puso su base estadounidense Joe Ragland. Rompió a los bases azulgrana, Satoransky primero y Arroyo después, a base de velocidad. Sus penetraciones evidenciaron la dificultad de sus marcadores para resistir su esprín y de la defensa blaugrana para negarle los atajos. El Karsiyaka sufrió la baja del colombiano Juan Palacios y, antes del descanso, también perdió a Altintig, malparado tras un bloqueo de Tomic.
El Barcelona tomó carrerilla pronto (34-21), aunque perdió pie con la rueda de cambios, cuando Gabriel y Gonlum trenzaron el juego interior del Karsiyaka y propiciaron un parcial de 2-10. Arroyo volvió a la carga, anotó su quinto triple nada más dar inicio el tercer cuarto (51-37) y a partir de ahí, Navarro, Abrines y Lawal se añadieron a una fiesta en la que siempre se mantuvo Tomic como maestro de ceremonias.
Arroyo concluyó con 18 puntos en 19 minutos, fruto de seis triples en siete intentos. Tomic tuvo bastante con 18 minutos para sumar 16 puntos, siete rebotes dos asistencias. El Barça se recreó hasta batir su récord anotador en la Euroliga. Sus 107 puntos superan los 104 que obtuvo en febrero de 2002 ante el Cibona de Zagreb y en diciembre de 2014 ante el Turow polaco. Un festival que hace todavía más inaudita la derrota que sufrió el Barcelona en la cancha del Karsiyaka en el primer partido de la Euroliga.

lunes, 9 de noviembre de 2015


Neymar ilumina al Barcelona

El delantero, que firmó un tercer tanto genial y al alcance de muy pocos, catapultó al Barcelona en el triunfo sobre el Villarreal


Luis Suárez celebra un gol del Barça junto a Neymar y Sergi Roberto.
Luis Suárez celebra un gol del Barça junto a Neymar y Sergi Roberto. / ALBERT GEA (REUTERS)

No hay mejor jugador ahora mismo para resolver el partido más difícil que Neymar. No repara en el contrario por más complicado que sea: el Villarreal. Ni en el horario: las 16.00, malo en el historial del Barça. Tampoco le preocupa el calendario: aguarda el Madrid. Y menos le importa que el árbitro le advierta antes del partido y después le saque una tarjeta: Clos Gómez le obligó a dejar la cinta del pelo y su pendiente en el vestuario después del calentamiento en el Camp Nou. Incluso la ausencia de Messi le anima y motiva más que preocupa cuando el partido va 0-0. Neymar se divierte en el estadio, en Getafe y en Port Aventura, fuera y dentro de la cancha, desinhibido camino del Bernabéu.

BARCELONA, 3 – VILLARREAL, 0

Barcelona: Bravo; Alves, Piqué (Bartra, m. 81), Mathieu, Jordi Alba; Sergi Roberto, Busquets, Iniesta; Munir (Sandro, m. 78), Luis Suárez y Neymar. No utilizados: Ter Stegen; Adriano, Vermaelen, Samper y Gumbau.
Villarreal: Areola; Mario, Bonera, Víctor Ruiz, Jaume Costa; Castillejo (Samuel, m. 79), Pina (Bakambu, m. 65), Bruno, Dos Santos, Denis Suárez; y Soldado. No utilizados: Barbosa; Nahuel, Jokic, Trigueros y Rukavina.
Goles: 1-0. M. 60. Neymar. 2-0. Luis Suárez, de penalti. 3-0. M. 85. Neymar.
Árbitro: Clos Gómez amonestó a Mathieu, Iniesta, Mario, Suárez, Neymar, Piqué y Costa.
Camp Nou. 74.109 espectadores.

Neymar se parece por sus gestos técnicos a Ronaldinho. También define como solía Patapalo Rivaldo. Y es capaz igualmente de evocar con sus movimientos a Romario. El fútbol más añorado de Brasil está personificado en la figura de Neymar, rey también del Barça, autor de un gol monumental en el Camp Nou. La añoranza por Messi ha remitido desde que ha comparecido el 11. A juzgar por su trayectoria desde la lesión del 10, Neymar parece dispuesto a batirse en solitario con Cristiano en Chamartín. La consigna es que no conviene apurar con la recuperación de Messi. La hinchada se felicita por lo bien que se entienden Neymar y Suárez, y se pellizca en espera de Leo.
El juego dulce y lúdico de Neymar fue el mejor antídoto para un encuentro tenso y que habitualmente escapa del control emocional, a gusto de técnicos metódicos como Marcelino. El 11 acabó con la resistencia del Villarreal, cedió después generosa y estratégicamente el tiro de un penalti a Luis Suárez y remató la tarde con un prodigioso 3-0: tomó la pelota en una transición a campo abierto, abrió para Luis Suárez y pisó el área para recibir, controlar con el pecho en carrera, sortear la marca de Jaume Costa de espaldas con un sombrero y, de reverso, rematar con la derecha sin dejar caer el cuero, imposible para Areola. Los pañuelos sustituyeron a las estelades en el Camp Nou.

Una obra de arte de Neymar
Nada parece imposible para Neymar. Necesitó el Barça de la mejor versión del brasileño para doblegar a un rival admirado por las aficiones sin bufanda, aquellas a las que les gusta el fútbol, los buenos jugadores como Bruno. El Villarreal exigió siempre del Barcelona mucha dedicación, paciencia, desequilibrio y concentración, por más que últimamente defiende mejor su arco que ataca el contrario, también en el Camp Nou. Al Barça le costó llegar hasta Areola. Apenas había espacio para armar el tiro a pesar de las exquisiteces de Iniesta y Neymar. Hay que ser preciso para vencer a un equipo que presiona alto y compite excelentemente a partir de la buena organización de García Toral.
Las ocasiones escasean, el estrés es extremo y las intervenciones del árbitro son muy escrutadas, sobre todo si se trata de Clos Gómez, tan autoritario que amonestó a Iniesta, Luis Suárez y Neymar. La suerte de la contienda quedó a expensas de cualquier error o acción individual, circunstancia que incidió en el ánimo de los espectadores, sentados en una cancha de fútbol como si estuvieran en un cine, pendientes de un thriller futbolístico en el Camp Nou. Al Barça no le quedaba más remedio que aguardar a una oportunidad y aprovecharla porque en el banquillo no había más alternativa que la de Sandro, hoy más rematador y menos jugador que Munir.

La hinchada se felicita por lo bien que se entienden Neymar y Suárez, y se pellizca en espera de Leo

El colegiado despabiló a Neymar después del descanso y calentó al público, que rompió a cantar “¡Árbitro que malo eres!”. Aumentó la intensidad barcelonista, asomó Busquets para descifrar el encuentro y compareció definitivamente Neymar. Busquets entendió que al Villarreal se le podía ganar desde la presión y la recuperación, menos desde la elaboración, y diseñó la jugada que resolvió el choque: salió al encuentro de Bruno en una cancha contraria, le rebanó el cuero y profundizó para el desmarque de Neymar, atinado en la recepción y definición: 1-0. Hasta Bruno, el excelente medio del Villarreal, se venció ante el saber estar y leer los encuentros del excelso y discreto Busquets.
Abierto el marcador, se vieron las carencias ofensivas del Villarreal y los excelentes y vertiginosos despliegues del Barça. Jaume Costa se equivocó ante Munir y el penalti lo transformó Luis Suárez por gentileza de Neymar. El brasileño se reservó para el 3-0. Una obra de arte. El brasileño y el uruguayo suman 20 de los 23 goles desde que no está Messi y el equipo ha dejado de encajar goles —ninguno en los últimos cuatro encuentros— para recuperar solidez y confianza, en vigilias del clásico de Madrid.
Ya no se habla de que Neymar falta al respeto al rival sino que se celebran sus goles, ninguno hasta ahora como el tercero de ayer contra el Villarreal, a la altura de los mejores de Messi.

lunes, 26 de octubre de 2015


El Barça vive de Luis Suárez

Tres goles del delantero uruguayo, de nuevo asistido en todas las jugadas por Neymar doblegan a un combativo Eibar


Luis Suárez
Luis Suárez celebra uno de sus goles ante el Eibar. / David Ramos (Getty Images)

Los partidos del Barça han dejado de ser un ejercicio de supervivencia para convertirse en una sesión de aburrimiento en el Camp Nou. A falta de interiores, el único futbolista es Busquets y no queda más remedio que encomendarse a los arrebatos de Neymar y a los goles de Luis Suárez, suficientes para tumbar a contrarios como el Eibar, el Rayo o el Bayer Leverkusen. La sociedad que forman el brasileño y el uruguayo sostiene a los azulgrana en la cabeza de la Liga con el Madrid. No fluye el fútbol, el juego se enreda, interviene para mal el árbitro, capaz de cualquier disparate, y se impone aguardar a que la pelota llegue de vez en cuando a Neymar para que habilite a Luis Suárez.
El uruguayo funciona como en su día Hugo Sánchez en el Madrid. Tiene una pegada que soluciona los peores partidos, jornadas desagradables como la de ayer, rematada por un colegiado horroroso, errático en la concesión del 1-0, permisivo con las tarascadas, sorprendente en la expulsión de Mascherano y reprobable cuando pitó el final en el momento que volvía a armar la pierna Luis Suárez. El delantero centro celebró el año que lleva de azulgrana con un triplete irreprochable en un partido descontrolado, sin hilo, salpicado de incidentes, mal arbitrado por el bien considerado del Cerro Grande.

BARCELONA, 3; EIBAR, 1

Barcelona: Bravo; Alves, Piqué, Bartra (Mathieu, m.55), Jordi Alba; Rakitic, Mascherano, Busquets; Sandro (Munir, m.55), Luis Suárez y Neymar. No utilizados: Ter Stegen, Douglas, Adriano, Vermaelen y Gombau.
Eibar: Riesgo; Capa, Dos Santos, Pantic, Juncà; Escalante, Dani García (Silvestre, m.45); Keko, Verdi (Sergi Enric, m.53), Inui (Saúl Berjón, m.79); y Borja Bastón. No utilizados: Irureta, Hajrovic, Lillo y Ekiza.
Goles: 0-1. M.9. Borja Bastón. 1-1. M.21. Luis Suárez. 2-1. M.48: Luis Suárez. 3-1. M. Luis Suárez.
Árbitro: Del Cerro Grande. Expulsó con la tarjeta roja directa a Mascherano (m. 83) y amonestó a Rakitic, Escalante, Juncà. Pantic, Piqué, Capa, Neymar y Silvestre.
Camp Nou: 78.228 espectadores.

Aunque la declaración de intenciones fue la misma que la del martes en Borisov, al menos desde la alineación, el partido del Barça discurrió por el camino habitual de la Liga. Al Barcelona le cuesta Dios y ayuda entrar en juego y al rival le alcanza con rematar a portería para cantar gol, incluso en el Camp Nou. Bartra perdió la pelota cuando salía de la cancha azulgrana y Borja Bastón, el goleador del Eibar —seis tantos en los últimos cinco partidos— remató a la red el rechazo de Bravo después del tiro de Keko.
Resbalaban los azulgrana, más fríos que destemplados, fuera de foco, nada finos, lentos, sin ritmo ni fluidez, y el partido oscurecía como la tarde, hasta que compareció Neymar, que llegó al estadio con un sombrero como el del Mago Pop. A partir del regate del brasileño, el Barça elaboró una jugada de mérito que acabó en gol de Luis Suárez. Tomó Busquets el balón de Neymar, abrió para Sandro y el centro sin parar del delantero canario, que templó en fuera de juego, fue cabeceado a la red por el insaciable 9.
A excepción de una pifia de Sandro, no hubo más fútbol azulgrana hasta el descanso, gobernado el partido por el Eibar, mejor que el Barça. Keko no marcó el 1-2 porque Bartra sacó el balón en la línea de meta después de una pérdida de Alves. No se recuerda una versión barcelonista más lúgubre en mucho tiempo, incluso si se rebobina la etapa de Martino. Ausentes los volantes, al Barça les sobraba el cuero, no sabía combinar, ni presionar, ausente del encuentro, irreconocible por más que sus vistiera de azulgrana, a merced del Eibar. El silencio era sepulcral en el Camp Nou.
No servía de nada mirar al banquillo, repleto de zagueros, sin más recurso ofensivo que Munir y Gombau, y tampoco los gustos de Luis Enrique invitan precisamente a animarse, ni siquiera contra rivales aparentemente menores como el de ayer, por más que el equipo armero no hubiera perdido en cancha ajena en la Liga. Hubo un momento, con 1-1, en que quien tiraba caños era Keko.
No le quedaba más remedio al Barça que encomendarse a Neymar, inconformista, revoltoso y desequilibrante, el mejor socio para un ariete rematador como Luis Suárez. El brasileño compareció un momento para tomar la pelota y no dejarla hasta ponerla a merced del uruguayo, que no perdonó el 2-1. Aunque irregular y discontinuo, Neymar era el único que descentraba al Eibar. Ninguna acción definió mejor el partido que una conducción de Mathieu por el costado izquierdo del ataque del Barça. Tomó carrera el francés y empezó a eliminar rivales, con un autopase de por medio, hasta poner un centro, acción muy aplaudida en el Camp Nou.
No hubo nada hasta que el árbitro expulsó a Mascherano y se convirtió en el protagonista de una contienda barroca y fea, resuelta cuando volvió a conectar la efectiva pareja Neymar y Suárez. Los goles salvaron una jornada tediosa, en el campo y en la asamblea, sin juego, todo muy previsible: la gent blaugrana asumió que para un día como el de ayer, después de una semana de multas de la UEFA, denuncias arbitrales y malas noticias como la de Cruyff, le valía el discurso austero de Bartomeu, una ración de Neymar y tres goles de Luis Suárez.