sábado, 19 de junio de 2010

La Religión es el problema.
Del 'niqab' a la 'sharia'
ANTONIO ELORZA-EL PAÍS- 19/06/2010


En la Galería de la Academia veneciana, el martirio del patrón San Marcos es representado en una brillante serie de cuadros, obra de un discípulo de Gentile Bellini. Es tiempo de amenaza otomana, principios del siglo XVI, y la muerte del evangelista es ilustrada anacrónicamente como si tuviera lugar en una ciudad turca. Entre la vestimenta cuidadosamente reproducida destacan unas mujeres que asisten al acontecimiento desde una terraza, ataviadas con niqab blancos. Por si no hubiera tantas imágenes en el mismo sentido, el cuadro prueba que el niqab, lo mismo que otras variantes de cubrimiento integral del cuerpo femenino, forma parte de la vestimenta tradicional del mundo islámico. Algunos verán en ello una razón más para exigir tolerancia al mundo occidental en nombre del respeto a las demás culturas y religiones. Las cosas no son tan simples.
El colectivo musulmán ha de
respetar la normativa vigente
Para empezar, la existencia de un uso ampliamente practicado por un colectivo no significa que pertenezca al conjunto de mandatos religiosos a que ese colectivo se adscribe. Otro tanto sucede con la ablación del clítoris. El islam es una religión rica en prescripciones, pero también posee una estricta jerarquía de ordenamientos, cuya cúspide es lógicamente el Corán, seguido por las sentencias del Profeta -hadices-, la Sunna; dentro de esta hay seis compilaciones aceptadas, y entre las seis, dos, las de Bujarí y Muslim, reputadas como las más seguras. En ninguna de esas fuentes superiores aparecen ni las variantes del burka ni la ablación del clítoris. En la compilación tercera, de Abu Daud, encontramos la fórmula más utilizada para el vestido femenino: limitación a mostrar cara y manos cuando la mujer alcanza la menstruación. Luego prohibir o autorizar el niqab afecta a los usos de un colectivo, la minoría que lo propugna, no a la religión islámica. Esto es importante a la hora de valorar el significado de su prohibición. La cuestión no es pues religiosa, aunque afecte a algunos practicantes de un credo. Se trata de valorar si es aceptable que un grupo de ciudadanos/as puedan entrar en edificios públicos ocultando totalmente su identidad. Simple cuestión de seguridad. Son conocidos los intentos de atentado en los que el niqab ha servido de cobertura, y eso sin considerar el nivel máximo de despersonalización de la mujer al cual lleva en sus normas vestimentarias una ilegítima deriva integrista del islam. Si en edificios públicos es permitido, valdrá la pena entrar en bancos o universidades con pasamontañas de zapatista, que también es muestra de multiculturalidad. Como cualquier otro, el colectivo musulmán en nuestras sociedades ha de respetar la normativa vigente (por ejemplo en un colegio, la eliminación del hiyab para hacer gimnasia), del mismo modo que los no musulmanes (y sobre todo los poderes públicos) deben saber distinguir entre lo que resulta de un mandato religioso compatible con la igualdad de derechos, lo que es signo cultural, y lo que introduce discriminación de la mujer o vulneración de unos derechos que por universales estamos obligados a respetar. Porque en contra de lo que propone Tariq Ramadan, en la sharia hay múltiples mandatos compatibles con la Declaración Universal de Derechos Humanos, pero también otros que no lo son. La sharia no forma parte de nuestro ordenamiento jurídico y las posibles incompatibilidades normativas no son negociables.
Pensemos en el imán de Cartagena, tenaz cumplidor de la máxima coránica de "ordenar lo lícito e impedir lo ilícito". Persigue a las prostitutas ahora, probablemente luego a las tabernas. Solo que no está en el distrito argelino de Bab el Ued y la violencia auspiciada desde la sharia es abiertamente condenable por nuestra ley. Recientemente, en este diario, una filóloga española, colaboradora del nacionalismo árabe, celebraba la labor del Consejo Europeo de Fatuas, "que viene dando respuesta a las inquietudes de los musulmanes europeos que precisan de directrices aclimatadas a sus circunstancias". El Consejo está dirigido por el Yusuf al Qaradawi, defensor de la ablación parcial del clítoris, y entre sus fatuas -primera edición francesa en 2001- figuran la prohibición para la mujer de cortarse el pelo sin el permiso del marido, el derecho del hombre a impedir que su esposa visite a quien él decida, la licitud de la pena de muerte para el apóstata (al converso todo son cuidados), y la defensa de la poligamia.
Curiosa "aclimatación", y anticonstitucional. Vistas estas fatuas y otras muchas centradas en la mujer, ¿no van configurando un gueto islamista, ante el aplauso de apologistas que ocultan cuidadosamente su contenido, sin percibir que así dan alas al racismo y a la verdadera islamofobia?

La Religión es el problema.
Laicidad y 'burka'
SAMI NAÏR-EL PAÍS- 19/06/2010


En toda Europa, debido a la presencia de una inmigración de origen magrebí y ahora asiática, el tema de la integración del islam se plantea de forma apremiante. Pero no se trata de cualquier inmigración. En los años cincuenta, sesenta y setenta del siglo XX, la inmigración procedente de estas regiones no causaba tantos "problemas" de integración. ¿Por qué? Esencialmente por dos razones. Por un lado, se trataba sobre todo de trabajadores, a menudo solteros, que tenían el proyecto de volver a sus países y aceptaban unas condiciones de vida precarias y, con frecuencia, indignas. En cambio, la inmigración actual es tendencialmente familiar e implica que el inmigrante que se define como musulmán, como su familia, se quedará definitivamente en el país de acogida. El tema de su identidad (y no solo socio-profesional) se le plantea, pues, tanto a él como a su familia.

En el espacio público, la
libertad colectiva prevalece sobre la individual
Por otro lado, la inmigración actual procedente de estos países no es contemporánea de los nacionalismos y socialismos tercermundistas de antaño, sino de sociedades en las que el islam se ha convertido a menudo en sistema de oposición política, en identidad político-religiosa. Esta mutación identitaria afecta a gran parte de los recién llegados, pero el más grave error sería creer que significa automáticamente la adhesión de estos inmigrantes a los credos integristas y fundamentalistas. En realidad, los sondeos de opinión de estos últimos años en Francia y en Alemania demuestran la voluntad de estos musulmanes europeos de integrarse en las normas, los valores, los usos y costumbres de las sociedades de acogida, mientras que se respete su religión y ello dentro de los límites del derecho en vigor. El porte de signos religiosos nunca ha sido utilizado como un arma para desafiar los códigos de la sociedad de acogida. Expresa más bien la fe religiosa en un contexto en el que la separación de lo público y lo privado tiende a difuminarse. Pero en cuanto explicamos las normas que rigen las relaciones de lo político y lo religioso en las sociedades de acogida, la inmensa mayoría de estos musulmanes se adapta a ellas. Además, el burka no forma parte de la tradición del islam suní y malekita norteafricano. Es una importación asiática (de Arabia Saudí hasta Irán, pasando por Pakistán y Afganistán), que no tiene ninguna posibilidad de imponerse en el islam magrebí, aunque algunas mujeres magrebíes lo utilicen.
En cambio, si los países europeos transforman el islam en objeto de batalla política y electoral, corremos el riesgo de asistir a graves repliegues identitarios. El Gobierno de Zapatero acaba de anunciar que quiere legislar el uso del velo y del burka, siguiendo en ello a Francia y a Bélgica. Por otro lado, prepara la Ley de Libertad Religiosa que prohibirá con toda legitimidad, entre otras cosas, los símbolos religiosos en los establecimientos públicos. Es la mejor manera de ratificar que los establecimientos de enseñanza son lugares en los que se dispensa un saber certero, y no espacios de competencia entre las pertenencias confesionales. Aun así, la prohibición del burka no debiera correlacionarse, como algunos reclaman, con el tema de la dignidad de la mujer y de la igualdad de género. Efectivamente, tanto la velación como la disimulación total de la mujer ofenden violentamente los sentimientos propios del igualitarismo moderno y el reconocimiento de la dignidad de la mujer. Pero desde el punto de vista del derecho, lo que cuenta es la libertad del sujeto y si este, como es el caso de muchas mujeres veladas, afirma querer llevar estos símbolos, está en su derecho.
En cambio, no puede hacerlo en el espacio público por dos razones. Primero, porque, en el caso del burka, existe claramente un problema de seguridad pública y de identificación legal del sujeto; después, porque el espacio público, en un Estado laico, está separado del espacio privado o, dicho de otro modo, en su seno, la libertad colectiva, garantizada por el Estado, prevalece sobre la libertad individual. Este es el punto clave. Es por ello que la prohibición del burka puede depender de una decisión penal prevista ya por el Código Penal, en la medida en que este saque las consecuencias represivas de las obligaciones contenidas en la Ley de Libertad Religiosa. Pero el verdadero problema es el de la ley en sí misma. Esta debe definir de manera muy clara la neutralidad general del espacio público, la separación de lo privado y lo público, de lo espiritual y lo temporal. Y, sobre todo, debe afirmar un principio de tratamiento por igual de todas las religiones. Entonces, los musulmanes, como los demás, sabrán a qué atenerse, y los políticos que, para prosperar, encienden el odio entre las comunidades confesionales deberán ellos mismos rendir cuentas.
Traducción de M. Sampons

miércoles, 16 de junio de 2010



CC OO se suma a la campaña 'Saca tarjeta roja al maltratador'
CC OO de Cantabria se ha sumado a la campaña ‘Saca tarjeta roja al maltratador"’ promovida por el Ministerio de Igualdad contra la violencia de género.

Para expresar su apoyo a esta iniciativa, el secretario general, Vicente Arce, y diferentes miembros de la Ejecutivo regional del sindicato se han fotografiado sacando la tarjeta roja al maltratador para "concienciar a la sociedad de la necesidad de decir no a la violencia y sí a la convivencia pacífica".Con esta campaña, disponible en la dirección http://www.sacatarjetaroja.es/, el Ministerio de Igualdad ha querido dar un paso más en el desafío de erradicar la violencia de género mediante la colaboración de personas reconocidas en el ámbito profesional, de los partidos políticos, las organizaciones sociales y sindicales, pero también de cuantas personas estén dispuestas a hacer un spot de televisión o a fotografiarse sacando Tarjeta Roja al maltratador, y mostrar así el rechazo de la sociedad.

lunes, 14 de junio de 2010


EL NUEVO MODELO PRODUCTIVO. EL CASO FINLANDÉS
Hay salida: educación e innovación
ADRIÁN SOTO - Helsinki -el país- 14/06/2010
Finlandia dedica el 3% de su PIB a I+D, el doble que España - Su tasa de paro es la mitad que la española y el déficit público, cinco veces menor


Durante la crisis de los noventa, Finlandia salió de la crisis gracias a la formación de sus trabajadores y a la inversión en innovación y tecnología. Su sistema educativo ha fortalecido al país, que hoy afronta la crisis con mayor ventaja competitiva
El país que superó la crisis de los años noventa gracias a la mezcla de educación e investigación también ha sufrido los golpes de una tormenta financiera que no respeta galones. Finlandia, que encabeza la lista de países europeos inversores en I+D, sufrió el año pasado una caída del PIB del 7,8% y prevé cerrar el año con un déficit público del 4,1%. Pero el embate es ridículo si se compara con el de España, Reino Unido o EE UU.



La inversión en educación
se sitúa por encima de la media de la UE



Con unas previsiones de débil crecimiento -del 1,2% en 2010 y en torno al 2,2% para los siguientes cinco años-, Helsinki mantendrá las tijeras a buen recaudo, a pesar de que el Fondo Monetario Internacional le insta a ahorrar mil millones de euros.
El desmembramiento de la Unión Soviética dejó a Finlandia sin su principal mercado. En ese periodo ya apostaba fuerte por la formación de sus profesionales, con un presupuesto en I+D que desde entonces ha rondado el 3% del PIB. Mientras, España ha variado del 0,8% que tenía a mediados de los años noventa al 1,3%, récord que alcanzó en 2008. Nokia es el mejor ejemplo del avance que experimentó en tecnología de la información con la ayuda de los incentivos del Estado. Este sector llegó a ocupar una tercera parte de la actividad económica.
La economía del país báltico cayó un
7,8% en 2009 por la recesión mundial
Pero la clave del éxito finlandés reside en un sistema educativo modélico que empieza por los recursos. Finlandia invertía en 2006 un 6,14% de su producto interior bruto en educación, sólo por detrás de Suecia (6,85%) en el conjunto de la Unión Europea, donde se invierte un 5,05% de media.
"La inversión en formación ya comenzó en los años setenta. Finlandia se ha esforzado por coordinar la educación y hacer evaluaciones en todo el país. Algunos han criticado el excesivo número de ingenieros, pero eso ha permitido crear una base para las empresas tecnológicas", asegura Totti Könnölä, finlandés que da clases en el madrileño IE Business School. La sólida formación de los profesores, su evaluación permanente y el respeto del que gozan entre la sociedad catapultó a Finlandia a los primeros puestos de la clasificación internacional de Pisa.
Könnölä, sin embargo, destaca las diferencias entre los dos países para advertir sobre el riesgo de trasplantar automáticamente el modelo a España. Este experto en gestión sostenible destaca asimismo la colaboración entre empresas y universidad. "La alta rentabilidad de los negocios inmobiliarios en España hacía muy difícil durante los años del boom conseguir financiación para un proyecto innovador, que siempre es más arriesgado", añade, informa Luis Doncel.
Casi la mitad del PIB finlandés
depende de las exportaciones
La rápida recuperación de la economía del país nórdico se explica en parte por el crecimiento de Rusia. El 47,5% del PIB finlandés depende de sus exportaciones, en gran parte dirigidas a su gran vecino del Este. Pero la recuperación de su economía no aleja los fantasmas de inestabilidad política. "Tenemos elecciones generales en 10 meses. El primer ministro se retira bajo acusaciones de corrupción. El Gobierno está paralizado y todas las decisiones se están posponiendo para dentro de dos años", asegura Jaakko Kiander, director del Instituto Laboral de Investigaciones Económicas.
Esta tardanza, sin duda, se paga. Pero Finlandia puede darse ese gusto porque le sale relativamente barato financiarse. La prima de riesgo que tiene que pagar sobre el bono alemán está en 30 puntos básicos, mientras la española ronda los 180. "Finlandia puede pagar su deuda con un crecimiento moderado del 3%, mientras que algunos países del Sur de Europa, con un crecimiento similar, no podrán pagar ni los intereses", dice Martti Nyberg, economista jefe de Nordea, la principal institución bancaria del país.
El problema es que Finlandia no volverá a crecer el 5%, como hacía antes de la crisis. "Tenemos grandes desafíos. Nokia ya no es la empresa que nos puede sacar de los apuros", dice Kiander. En efecto, Nokia, el principal productor de móviles del mundo y buque insignia de la ingeniería finlandesa, ha perdido terreno y sus beneficios ya no son los de antes. La empresa pagaba hasta hace unos años el 30% de los impuestos corporativos del país. Hoy, esa cifra no llega al 12%.
Además, la industria papelera, un sector crucial en la economía del país, también ha perdido mucho músculo por la caída en picado del consumo. Sin duda, las papeleras están detrás de la reciente decisión del Gobierno de centro-derecha de construir otras dos centrales nucleares. "El Gobierno dice que las construye para cubrir el aumento del consumo de electricidad. Pero el motivo de fondo es que las papeleras han decidido entrar en el negocio energético", asegura Lauri Myllyvirta, de Greenpeace.
Hasta mediados de la década, Helsinki ocupaba el podio en todas las encuestas de competitividad. En la última medición del Institute for Management Development, el país nórdico había caído al 19. España está en el 33.