lunes, 23 de mayo de 2016



El pequeño Iniesta fue un gigante en Madrid

La Copa es capaz de sacar incluso la versión más épica del Barça y de convertir en gigante a un jugador de talla pequeña como el capitán Iniesta
Iniesta sortea a varios jugadores del Sevilla ALEJANDRO RUESGA / EFE

No hay competición más dramática que la Copa. La de Alemania, la de Inglaterra, la de Italia, la de Portugal y también la de España precisaron de una prórroga, señal de la igualdad y emotividad del torneo, muy dado a situaciones sorprendentes y a pasajes inolvidables como los vividos en el Calderón. La Copa es capaz de sacar incluso la versión más épica del Barça, al que desde hace un tiempo no se le suponía relato ni emoción, y de convertir en gigante a un jugador de talla pequeña como el capitán Iniesta.
El Barcelona fue un equipo reprobable en igualdad de condiciones, aborrecible futbolísticamente cuando se le exigía que ejerciera de favorito, y se ganó la estima de los aficionados desde la inferioridad, víctima de un rosario de malas decisiones y de calamidades, a merced del Sevilla. A los andaluces les faltó entonces grandeza para rematar una final bien madurada y por el contrario el Barça se batió estupendamente como un equipo pequeño en Madrid.
El Sevilla jugó más como equipo que el Barça 11 contra 11. Fuerte físicamente y mejor organizado, le quitó la velocidad al Barcelona, no concedió ocasiones y sacó ventaja de los detalles tácticos que deciden los partidos complicados, como el de utilizar la envergadura de Iborra desde la posición de media punta para habilitar la carrera de Gameiro. Así se dio la expulsión de Mascherano. Iborra le ganó la pelota en el salto a Piqué y Gameiro corrió más que Mascherano. La expulsión certificó al descanso el dominio escénico del Sevilla y la incomodidad del Barça.
El Barcelona ha sido siempre un conjunto previsible en la convocatoria y en la alineación, también en los cambios, incluso cuando se sale de plano con Busquets de falso volante, sin más sorpresa que la capacidad de desequilibrio de Iniesta y de Messi. El tridente no se toca, ni si quiera cuando los barcelonistas se quedan con 10. Luis Enrique siempre opta por el cambio fácil, por quitar al más débil: Rakitic cedió el puesto a Mathieu. La sustitución exigía un sobre esfuerzo de Messi, una mala solución tal como está el 10, solo compensada a partir de la lesión de Luis Suárez y la entrada de un volante como Rafinha.
Los azulgrana supieron corregirse sobre la marcha, en función de las circunstancias, indesmayables en la adversidad, convertidos en diez luis enriques, confiados en el poderío de Piqué y Mathieu y en el gobierno de Iniesta. El equipo se agrupó y convirtió el encuentro en una cuestión de resistencia y de honor más que de jerarquía, indescifrable para el Sevilla, abatido desde que Banega vio la roja por tirar a Neymar. El guion demandaba el gol de un meritorio, a juego con el sudor de la contienda, pocos como el correcaminos Alba.
El final del Barça fue arrebatador por el toque de Messi, el remate de Neymar y el gobierno majestuoso de Iniesta, un violinista con tambor, símbolo del equipo que quiere Luis Enrique: el jugador talentoso por excelencia es también el que mayor despliegue tiene ante el rival más exigente como es el Sevilla. Muy pocas veces un doblete dejó mejor sabor en el Barça: ganó la Liga al ataque con el tridente y con la defensa conquistó la Copa.

FINAL DE LA COPA DEL REY | BARCELONA, 2 - SEVILLA, 0

El Barcelona, campeón de campeones

Los azulgrana, con diez durante una hora, resisten a un Sevilla competitivo y acaban por levantar su 28ª Copa

El rey Felipe VI hace entrega de la Copa del Rey al capitán del Barcelona, Iniesta, tras ganar al Sevilla por 2 goles. LUIS SEVILLANO / Efe

Un partido crudo, tremendo y variable coronó al Barça en la Copa, a un Barça obligado por las circunstancias a ser otro Barça. Apurado por un Sevilla de cuerpo entero, por ese Sevilla de las gloriosas pasarelas europeas, los azulgrana se vieron ante una intriga desconocida. Con Mascherano expulsado poco después de la media hora y Luis Suárez lesionado de vuelta del descanso, el equipo barcelonista tuvo que tirar de épica, aguantar los arrebatos rivales y esperar su momento. Lo encontró en la prórroga, a la que el Sevilla también llegó con uno menos por una tarjeta roja a Banega. Y le llegó el brindis con un primer goleador inesperado, Jordi Alba. El lateral puso el acento a un partido en el que colosos como Iniesta, Piqué y Busquets quitaron foco a sus distinguidos delanteros. Por supuesto, no faltó Messi, autor de las dos asistencias goleadoras, esas diagonales messiánicas que nadie interpreta mejor que Alba y Neymar, que con su gol postrero bajó la persiana a un Sevilla que no supo rentabilizar su momento cuando en ventaja tuvo que llevar el control.
El manual de inicio fue del Sevilla, que impuso el relato del partido. Apareció el Sevilla más genuino, el que negó cada bocanada de aire a los azulgrana, siempre apretados, acorralados en cada metro cuadrado. Hay mucho del Atlético, azote del Barça en más de una ocasión, en este equipo de centuriones forjado por Emery, donde abundan los soldados rasos de fe infinita, todos de suela desgastada. De libro el Sevilla, los barcelonistas vivieron un engorro constante, falto de chispa Neymar –hasta que se encauzó en el tramo final-, encapsulado Luis Suárez y con Messi de jaula en jaula, de carcelario en carcelario. No hubo un Barça suelto, sino más bien farragoso, neutralizado salvo en alguna arrancada de Leo y los exquisitos pasos del Bolshoi de Iniesta, pero siempre a varias cuadras de Sergio Rico, que no tuvo escenas hasta el final. En este Sevilla hay más de una muralla, es un conjunto de alambradas. Menudo hueso para cualquiera, Barça incluido.
Segado el Barça, el cuadro andaluz se apuntó más de medio partido. Lo suyo, ante rivales de este calado, es rebajar al adversario. Es su primer reto, y lo consiguió con creces, hasta dejar sin tajo a su portero, hasta la prórroga casi de vacaciones ante una delantera con tantos galones. Del segundo pulso, el de ida, se encargaron Iborra y Gameiro. Una pareja tan básica como efectiva, cristalina. Uno las caza al vuelo, el otro, el francés, tira de turbo. Ambos protagonizaron la jugada que alteró la trama. Iborra pasó el peine a un pelotazo, Gameiro metió marcha hace Ter Stegen y Mascherano se colgó de la camiseta del galo. Expulsión o expulsión, como así fue. Como mínimo, al Barça le quedaba casi una hora por delante en desventaja. Nunca se había impuesto con once, ahora le tocaba remar con diez. Y al árbitro administrar la justicia con el mismo rigor, lo que no siempre hizo a ojos de los culés, desquiciados hasta la roja a Banega al considerar un exceso de permisividad con los sevillistas, tipos de corte recio.
La baja de Mascherano condicionó por completo el choque. A uno y otro se le cambiaron los papeles. Luis Enrique esperó hasta el intermedio para dar pista a Mathieu por Rakitic, cuyo relevo ya es tradición en este Barça. En mayoría, al Sevilla le llegó la hora de mutar su papel de resistente. No es equipo que acostumbre a llevar la batuta en las grandes ocasiones, se siente más cómodo en la sala de espera, siempre en alerta para rebañar. Por su parte, al Barça le correspondía más nunca jugar a la contra, a campo abierto. Conducido por Banega, el conjunto hispalense se orientó por los costados, con Iborra en el punto de mira y Gameiro y la segunda línea de pesca. Pero a los chicos de Emery les faltó convicción y, salvo un remate de Banega al poste, no lograron superar a un adversario colgado del tendal de Piqué, inmenso como cortafuegos al igual que Ter Stegen, portero de tan buenas manos como pies. Tampoco faltó la asistencia de Busquets, futbolista de todos y para todo. Con uno menos y Luis Suárez, jugador bandera de la Liga, rumbo a la enfermería, para el Barça el partido quedó supeditado a esos sobresalientes subalternos que no lucen en su delantera de neón.


La baja de Mascherano condicionó por completo el choque


Sometido por el mayor empuje sevillista, los azulgrana se encomendaron al extraordinario respiradero de Iniesta, el calmante de todos, el más capaz para estirar al equipo, para sacarle de la cueva. Con su celo con la pelota, que en sus pies resulta invisible para rivales, compañeros y espectadores, Iniesta sostuvo a los suyos hasta que en el último suspiro antes de la prórroga Banega hizo descarrilar a Neymar y tomó la dirección de Mascherano. Al Sevilla se le fue su momento. Igualadas las fuerzas, irrumpió el Messi de estos tiempos, el pasador sublime, el que ha patentado una jugada de autor: sus diagonales a Neymar y Jordi Alba. Una acción mil veces vista este curso, pero algo tienen los genios que por mucho que se repitan nadie les pilla el truco. Ya en la prórroga, por enésima vez en la temporada, Leo conectó con Alba, que llegó al área como suele, con el mentó en alza y un cohete en las botas. Gol. Como gol fue el Neymar, con otro calco de Messi. Una diana para certificar definitivamente a un campeón de campeones. Lo es por doblete –su séptimo de la historia- este Barça que encadena 24 Ligas y 28 Copas. Y lo es este Sevilla de leyenda, un competidor feroz que se las apaña y se las apaña cada curso. Gloria para ambos, el trono para el Barça y un pedestal para Iniesta.

Barcelona-Sevilla, 2-0

BARCELONA: Ter Stegen (9), Alves (6), Piqué (8), Mascherano (5), Alba (8); Rakitic (6), Busquets (7), Iniesta (10), Messi (9), Suárez (5), Neymar (8).
Técnico: Luis Enrique (8)
Cambios: Mathieu (7) por Rakitic (m. 46); Rafinha (7) por Suárez (m. 56); Sergi Roberto (sc) por Alba (m. 119).
SEVILLA: Rico (9), Ferreira (8), Rami (6), Carriço (7), Escudero (6), Banega (7), Krychowiak (6), Coke (6), Iborra (7), Vitolo ( 6), Gameiro (8).
Técnico:  Unai Emery (4)
Cambios: Konoplyanka () por Mariano (m. 78); Llorente (4) por Iborra (m. 105).
ÁRBITRO: Del Cerro Grande (3), madrileño.
Tarjetas: Carriço (m. 72 y 119), Vitolo (m. 74), Alba (m. 86), Neymar (m. 88), Iniesta (m. 88), Iborra (m. 92), Krychowiak (M. 93); Konoplyanka (m. 101), Escudero (m. 103), Gameiro (m. 113).
Tarjetas rojas: Mascherano (m. 35), Banega (m. 89), Carriço (m. 119).
GOLES: 1-0 (m. 97) Alba cruza ante Rico tras un gran pase de Messi. 2-0 (m. 120) Neymar repite la definición de Alba tras otro pase de Messi.
CAMPO: Vicente Calderón (55. espectadores).

CUADRO DE EL PERIODICO DE CATALUÑA