jueves, 16 de octubre de 2014


La fabulosa década de Messi

Messi, en un partido de Liga con el Barça. / CARLOS MARTINEZ (DIARIO AS)
Hoy se cumplen 10 años del debut oficial de Messi como jugador del Barça. El delantero de 17 años, dorsal 30, sustituyó a Deco en el partido jugado en Montjuïc con el Espanyol (0-1). No fue un encuentro para recordar precisamente ni supuso el punto de partida de la sombrosa trayectoria del cuatro veces ganador del Balón de Oro. El rival ciudadano muy bien pudo ser el destino de Leo cuando el Espanyol se interesó por su cesión en los momentos de confusión sobre el futuro de un jugador cuya licencia fue denunciada un año después por Javier Tebas, entonces abogado del Alavés y vicepresidente de la Liga, porque no se tramitó a tiempo la ficha de Messi.

Leo se convirtió en Maradona en  2007 cuando le marcó un gol al Getafe en una jugada parecida a la protagonizada por Diego en México 86 

Aunque como ganador ha tenido mil padrinos, no es casual que su compromiso con el Barcelona empezara con la firma en una servilleta, señal de frivolidad o por contra de fe ciega, como si su éxito estuviera tan garantizado que no hubiera necesidad de ningún papel porque nadie dudaba de Messi. Alcanzada la celebridad, es fácil y gratificante reconstruir su paso por La Masia. Hasta que Capello llegó al Gamper de 2005, sin embargo, la carrera de Messi fue de consumo interno y hubo incluso quien propuso que se fogueara en Montjuïc y no en el Miniestadi. Leo deslumbró entonces al Camp Nou cuando le tiró un caño a Cannavaro y el técnico de la Juve exclamó: “Denme a este pequeño diablo; nunca vi a un chico de su edad jugar de manera tan descarada; parece Diego”.

Messi bate a Iraizoz en un duelo de esta temporada / Getty

Messi se convirtió en Maradona en abril de 2007 cuando le marcó un gol al Getafe en una jugada parecida a la protagonizada por Diego en el Mundial de México 86 contra Inglaterra. Los goles son tantos y tan exquisitos que no solo permiten calibrar su figura en cada momento sino que ayudan a actualizar el fútbol. Las últimas generaciones de hinchas saben de Zarra, Muller, César, Di Stéfano, Maradona, por las hazañas de Messi. Ha sido 10 jugadores distintos en uno desde que se estrenó como goleador en mayo de 2005 en los tres minutos que jugó ante el Albacete: marcó un gol de vaselina después que el árbitro le anulara un gol de vaselina. Así funciona Leo.

Sus goles son tantos y tan exquisitos que no solo permiten calibrar su figura en cada momento sino que ayudan a actualizar el fútbol

Messi se arrancaba por la banda, regateaba, desbordaba y marcaba goles. No había manera de tirarle y si un zaguero metía la pierna quedaba retratado, como le pasó a Del Horno en Stamford Bridge, en febrero de 2006, cuando Mourinho denunció que en Cataluña se hacía “teatro del bueno”. Guardiola respondería al portugués en la sala de prensa del Bernabéu, en 2011, con el latiguillo del “puto amo”. Messi coronó después la victoria barcelonista en el torneo por excelencia del Madrid: la Copa de Europa. El argentino había dejado de ser extremo dos años antes para convertirse en falso nueve por decisión de Guardiola en el mismo Chamartín la noche del 2-6.
No hubo ariete que tuviera una vida fácil con Messi. Ni Eto’o, ni Ibrahimovic, ni Villa. Messi metía goles hasta con el escudo, como en el Mundial de Clubes, porque era imparable por la velocidad de conducción de la pelota, la frecuencia en el toque, el cambio de ritmo, la gambeta, la explosividad, hasta que se rompió en abril de 2013 en París. Rota la lámpara, se apagó el Barça.

Messi celebra perseguido por Eto’o el segundo tanto del hat-trick que le marcó al Madrid en Liga en 2007 / ap

Messi ha reaparecido tiempo después como enganche, solidario y asistente, al servicio de Neymar, como si regresara a la salida, al partido con el Albacete, cuando fue sacado a hombros por Ronaldinho. El chico que se acuesta en Rosario y se levanta en el Camp Nou aspira a convivir con Neymar y Luis Suárez. Tiene el gen competitivo argentino y la cultura futbolística del Barça para reinventarse como 10 después de ser un 7 y un falso 9. El éxito del Barça siempre dependió de su felicidad. Y puede que ahora el triunfo pase porque Messi juegue para el Barça en lugar de que el Barça juege para Messi. Hoy, 10 años después, empieza una nueva década con Messi.