viernes, 30 de julio de 2010


El principio del fin.
JESÚS MOSTERÍN -EL PAÍS-29/07/2010


Toda Europa había sido un hervidero de supersticiones y crueldades; de censuras, quemas de herejes y represiones, y de torturas públicas de animales humanos y no humanos, incluidos el lanzamiento de gatos desde las torres de las iglesias, las peleas de perros y de gallos y de perros contra osos, y los encierros, acuchillamientos y corridas de toros. Frente a tanta sordidez y violencia, la Ilustración trajo a Europa la apertura de las mentes y la suavización de las costumbres. Las tradiciones más sanguinarias fueron abolidas en casi todas partes. Sin embargo, en España apenas hubo Ilustración y Fernando VII cortó de cuajo sus débiles brotes, restaurando la Inquisición y la tauromaquia, entre otros horrores. España se convirtió en una excepción y anomalía, la famosa España negra, caricaturizada por Goya, una anacrónica bolsa de crueldad y cutrerío alejada de cualquier ciencia y compasión.
Llevamos casi dos siglos tratando de quitarnos de encima esa siniestra tradición de la España negra. Ello ha constituido un proceso desesperantemente lento. Desde la supresión definitiva de la Inquisición en 1834 hasta la recién aprobada abolición de la tauromaquia en Cataluña (a partir de 2012), pasando por la introducción de la democracia en España tras la muerte de Franco y la lucha contra el maltrato a las mujeres, paso a paso hemos ido lavando nuestra cara cultural y acercándonos al nivel intelectual, político y moral del resto de Europa. Uno de los últimos capítulos pendientes es el acabar con la crueldad hacia los animales no humanos, presuntamente justificada por la idea anticientífica de que el ser humano no es un animal, sino un hijo de Dios, separado por un abismo del resto de las criaturas y colocado en el mundo para explotarlas y hacerlas sufrir. Esta idea falsa y mezquina todavía colea por estos lares incluso entre algunos presuntos ateos, que caen en la contradicción de sostener una concepción basada en algo en lo que no creen, simplemente para seguir divirtiéndose con la tortura ajena.
La consistencia no es un valor apreciado por los políticos. En la
Comunidad Canaria ya no hay corridas de toros ni peleas de perros desde 1991, pero sigue habiendo peleas de gallos, tan crueles como las corridas. Ahora, el Parlamento de Cataluña ha decidido prohibir por crueles las corridas de toros, pero no los correbous (encierros) ni los toros embolados, igualmente crueles (lo peor no es la muerte del animal, sino su sufrimiento inútil), también con la excusa de que son tradicionales. También los ingleses caían en esa incoherencia, habiendo abolido la tauromaquia y otros tipos de maltrato animal, pero manteniendo la cruel caza del zorro con perros, por tradicional. Afortunadamente, los ingleses lograron la consistencia al prohibir la caza del zorro en 2004. Mariano Rajoy dice estar alarmado , pues si se empieza prohibiendo la tauromaquia, podría acabarse prohibiendo la caza. Ojalá. La tauromaquia no es la única salvajada. Matar animales por mera diversión, como en la caza, es algo éticamente indefendible, pero el progreso no se consigue de golpe, sino paso a paso.
Nadie ha planteado el debate sobre la tauromaquia en Cataluña como una separación de España. Los líderes del PP (y algunos del PSOE) están mal informados y confunden sus fantasmas mentales con la realidad. De entre los muchos expertos que comparecimos ante la comisión pertinente del Parlamento de Cataluña a favor de la abolición de las corridas de toros, ni uno solo empleó argumentos nacionalistas o identitarios.
Curiosamente, fueron los taurinos los únicos que agitaron ese espantajo, subrayando la tradición tauromáquica catalana e incluso sacando a los toreros en la Plaza Monumental de Barcelona con la barretina por montera y la señera por capote.
Aprobando la abolición de las corridas de toros en su comunidad en un proceso de impecable factura democrática, el Parlamento Catalán ha atendido a las razones y valores universales por encima de los tribales y tradicionales (excepto por la pequeña incoherencia ya señalada con los
correbous ). La discusión previa en comisión ha sido de una inusitada racionalidad y seriedad y ha puesto el listón muy alto. El Parlamento de Cataluña ha prestado un gran servicio a Cataluña, a España y a la noble causa del triunfo de la compasión en el mundo. Este paso es el principio del fin de la tauromaquia, cuya decadencia y desprestigio contribuirá a acelerar.

domingo, 25 de julio de 2010


La Religión es el problema
Cunit: una mala ficción
SAÏD EL KADAOUI- PÚBLICO-25 Jul 2010


El día 1 de julio, al leer en este mismo periódico la noticia sobre el juicio contra el presidente de la Asociación Islámica de Cunit (Tarragona), y el imán de la misma localidad, acusados de amenazar y coaccionar a F.G, mediadora cultural del ayuntamiento, supe que era la primera vez que una mujer musulmana logra sentar en el banquillo a dos líderes de su comunidad.Si hay algo positivo que extraer de ello es que este juicio escenifica bien que la comunidad , como todas los grupos, no es homogénea.
Y, continuando con esta idea de la escenificación, creo que los hechos de Cunit, que resumiré en breve, representan a la perfección uno de los conflictos esenciales de nuestra época. Los hechos de Cunit fueron recogidos y difundidos ampliamente por toda la prensa de nuestro país: la denuncia de la mediadora a varios representantes de la comunidad islámica de su pueblo; el supuesto poco apoyo de la alcaldesa a la mediadora; el supuesto mimo con el que la alcaldesa trataba a los acusados, especialmente al imán, considerándolos los auténticos representantes de la comunidad; la iniciativa de la misma alcaldesa, también senadora del PSC (partit dels socialistes de Catalunya) por Tarragona, de presentar una moción en el senado para regular el uso del velo integral en los espacios públicos y la posterior desautorización de su partido; la posición crítica de la concejal de inmigración con la decisión de su partido, el mismo que el de su alcaldesa, de prohibir el burka en las dependencias municipales; y su apartamiento del área de inmigración para ser asumida por la propia alcaldesa.Puesto que no quiero hacer juicios paralelos, prescindiré de las personas reales e imaginaré que estoy tomando las primeras notas para una futura representación teatral.
Lo que sigue es, pues, una ficción. Eso sí, basada en hechos reales.Una alcaldesa de izquierdas que, como buena progresista, trata de respetar la cultura del otro. Y lo hace convirtiendo la comunidad de este otro en un bloque monolítico donde poco importan los individuos. Toda la comunidad es homogénea y está bien representada. Es suficiente hablar con dichos representantes para tener tranquilos a todos los miembros de la comunidad. Y si estos representantes tienen ideas retrógradas –alejadísimas de los valores de esta política de izquierdas– es igual. Se trata, ante todo, de respetar la cultura del otro.
Pero, ay, en todas las comunidades hay elementos subversivos que no aceptan aquello que son. Aquello para lo que han nacido. Moscas cojoneras, vaya, que deciden adoptar los valores que no son suyos. La mediadora cultural se convirtió así en un problema para la política. ¡Tanto cuesta ponerse un pañuelo y dejar de relacionarse con los que ella debería considerar infieles y obedecer al representante de la comunidad!Si la mediadora y el séquito de periodistas que ha dado eco a sus palabras pretendían ridiculizar a nuestra alcaldesa, van equivocados. Esta tiene un as en la manga. Para demostrar que ella no cede al chantaje de los fanáticos, en su calidad de senadora, querrá presentar una moción en el senado que regule el uso del burka en los espacios públicos. Así demostrará a la gente que ella es incluso más valiente que los antiburka de la derecha. Esta vez no se saldrá con la suya porque, como la gran mayoría de los mortales, ella también tiene un jefe y este le dice que se conforme con laprohibición en las dependencias municipales.
Nuestra alcaldesa ha caído en la trampa de los dos fanatismos. El del imán rudimentario y fanático que pretende subyugar a todos los miembros de la comunidad, imponiendo su ley, y el de la derecha xenófoba que, angelitos míos, ahora nos quieren hacer creer que son los grandes defensores de la igualdad hombre-mujer.
Y finalmente, la concejal seria. La que quiere seguir trabajando por y para la igualdad real, la que no se encuentra cómoda ni con el trato de favor, fomentando una actitud caciquil, de nuestro imán rudimentario, ni con las soluciones rápidas y fáciles como la prohibición del burka, que cierran un gran debate pendiente en falso; se tiene que apear del cargo.Sí ya lo sé. Es una historia muy mala. Como todo mal escritor, utilizo mis personajes para intoxicar a los lectores con mis propias opiniones. Y para hacerlo creo a personajes lineales, desprovistos de matices y planos. Así que quizás sea más útil transmitirles directamente mis ideas. A saber:Los únicos que saben interpretar a la perfección su papel son los fanáticos. La derecha xenófoba y nuestros propios talibanes, algunos rudimentarios y simples y otros cercanos a las ideas salafistas, merecedores de toda la atención del Ministerio del Interior.
El resto: algunos, como la mediadora de esta mala ficción, han de conformarse siendo tratados como occidentalizados, en el mejor de los casos, y como traidores, en el peor de ellos. Otros, como la alcaldesa, andan coqueteando con el fanatismo unas veces y otras se los quieren sacar de encima por decreto. Y, finalmente, la gente seria e inconformista, representada por la concejal, tiene que rendirse a la evidencia: este mundo ama el ruido y no la reflexión.En conclusión: somos víctimas de un funcionamiento mental muy bien descrito por el historiador Abdellah Laroui, la necesidad de un contratipo para la toma de conciencia de la identidad cultural de nuestro grupo.La izquierda de este país debería hacer autocrítica y aceptar que va oscilando entre un buenismo peligroso con la cultura del otro y los chantajes de una derecha que lo que quiere realmente es tener a los inmigrantes sometidos y sin pretensiones de ser ciudadanos de pleno derecho.
Saïd El Kadaoui es Psicólogo y escritor.