Dulce despertar del Barça
Los goles de Rakitic premian la seriedad y solvencia del juego blaugrana en Bielorrusia
Ramon Besa EL PAÍS
21 OCT 2015
El Barça despabiló con el frío del Borisov Arena. Jugó un partido muy
serio y aseado, no concedió ni una ocasión y marcó dos goles
estupendos, ambos de Rakitic,
pegador en el 0-1 y delicado en el 0-2, dos acciones que figuran en las
últimas hojas del catálogo azulgrana, entregado habitualmente a Messi, Neymar y Suárez.
El croata, suplente del lesionado Sergi Roberto, marcó las diferencias
en un encuentro disputado al son de la excelsa discreción de Busquets y
del vértigo de Neymar. Los azulgrana recuperaron las mejores sensaciones
futbolísticas en Bielorrusia.
Bate Borisov, 0-Barcelona, 2
BATE Borisov: Chernik; Polyakov, Milunovic, Gaiduchiik,
Mladenovic; A. Volodko, Nikolic (Yablonski, m. 65); Stasevich,
Gordeichuk, M. Volodko (Karnitski, m. 42); y Signevich (Mozolevski, m.
80). No utilizados: Soroko; Aleksievich, Ríos y Baga.
Barcelona: Ter Stegen; Alves, Piqué, Bartra, Alba; Sergi
Roberto (Rakitic, m. 17), Mascherano, Busquets (Gumbau, m. 72); Munir
(Sandro, m. 70), Luis Suárez y Neymar. No utilizados: Bravo; Vermaelen,
Adriano y Mathieu.
Goles: 0-1. M. 48. Rakitic. 0-2. M . 65. Rakitic.
Árbitro:De Sousa (POR). Mostró la tarjeta amarilla a Busquets,
Polyakov, Alves, M. Volodko, Gaiduchik, Gumbau, Karnitski, Milunovic y
A. Volodko.
Borisov Arena. 13.000 espectadores.
No hubo ni una sola noticia del BATE Borisov, anestesiado por el Barcelona,
que estuvo más serio, concentrado y seguro que nunca, consciente
seguramente de que una victoria le garantizaba la tranquilidad europea
de la misma manera que una derrota le condenaba a penar en la Champions.
No dio pie a ninguna duda y desnudó al campeón de Bielorrusia: si se le
enfrenta con rigor y determinación es un equipo menor, incluso cuando
la contienda se disputa bajo cero y con un vientecito congelador, nada
que ver con el agradecido otoño de Barcelona.
Yermakovic sabía que la suerte del BATE Borisov dependía de la
desgracia del Barça, un equipo poco fiable en el inicio de curso,
reiterativo en los errores, sobre todo en su área, defendida por un
portero cuestionado por su soberbia, no por su calidad, como Ter Stegen.
Así que se resguardó en su cancha con una defensa organizada y esperó a
salir al contragolpe, confiado en rebanar un balón, en penalizar
cualquier pérdida azulgrana, en llegar con futbolistas interesantes como
Volodko o Mladenovic. No lo consiguió nunca, alejado siempre de Ter
Stegen.
La pelota fue del Barcelona. Aunque al equipo le faltan
centrocampistas y la alineación de Mascherano como pivote acostumbra a
penalizar la salida del cuero y limitar el fútbol de Busquets,
desplazado al puesto de interior izquierdo, los azulgrana controlaron el
partido con seguridad y pulcritud, de manera académica, siempre bien
puestos, muy juntos, parapetados en Bartra y Piqué. A su paciente fútbol
solo le faltaba finura en el último pase y contundencia en el tiro:
Neymar, Munir, Alves y Busquets no atinaron frente a Chernik.
El monólogo azulgrana solo se vio alterado momentáneamente por la
lesión de Sergi Roberto, el futbolista que garantizaba el estilo del
Barça. La plaga de lesiones es selectiva con el Barça: Rafinha, Iniesta,
Messi
y Sergi Roberto. Mengua la creatividad, falta desequilibrio y en
partidos claramente decantados a su favor por el laboro constante del
equipo, como el de Bielorrusia, se echa de menos el gatillo de los
delanteros, cuya efectividad va y viene sin sentido, de forma
inexplicable, en la Liga y en la Champions.
El Barça estuvo más serio, concentrado y seguro que nunca, consciente seguramente de que una victoria le garantizaba la tranquilidad europea
Ante la falta de interiores, lo que rebajó la fluidez y soltura del juego, aumentó el protagonismo de Alves, profundo como volante, y se incidió en las acciones a balón parado, una amenaza constante para el equipo local, tan sometido que ni siquiera alcanzó la portería de Ter Stegen. La presión funcionaba tan bien como la recuperación en el Barça. Únicamente faltaba soplar para que el balón rebasara la línea de meta de Chernik. La hinchada aplaudió entusiasmada cuando el BATE alcanzó el descanso con 0-0.
No aparecía Suárez, se asociaba sin rematar Munir y no encontraba la
portería Neymar. Hasta Rakitic cabeceó mal una asistencia de Alves. El
croata se redimió al poco de la reanudación con un remate de larga
distancia a la cruceta derecha de Chernik. Un gol elaborado de acuerdo a
la lógica azulgrana —recuperar (Busquets), elaborar (Alba), arrastrar a
los centrales (Suárez) y acelerar (Neymar)— y rematado por fin desde la
más pura convencionalidad futbolística, la que incluye como suerte
ofensiva el tiro desde fuera del área (Rakitic).
Al Barça le pierde a menudo la timidez y en ocasiones la filigrana cuando se trata de resolver los partidos, incluso los mejor gobernados, como el de Bielorusia. Abierto el marcador, faltaba cerrar la contienda, cosa que resultó más sencilla de lo normal en una nueva transición armada después de una pelota quitada por Munir y de la diagonal de rigor de Luis Suárez. El toque sutil de Neymar, decisivo como armador y capitalizador del juego, fue tan preciso como exquisita la definición de Rakitic: el croata picó el cuero dulcemente sobre la salida de Chernik.
El tanto certificó el triunfo del Barça, redimido después de no
encajar un gol por tercera vez en la temporada, después de los
encuentros de San Mamés y contra el Málaga. La función resultó redonda,
en Bielorrusia y en Alemania, reforzado el equipo de Luis Enrique como
líder después de completar un dulce y terapéutico partido ante el BATE
Borisov.
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