domingo, 13 de julio de 2014


Fernando Soto, para unir el tiempo

Por Luis María González | Metalúrgico sevillano, activista por la libertad, sindicalista imprescindible, comunista, socialista...
 | Luis María González | 09 Julio 2014 
Fernando Soto en un mitin
Fernando Soto en un mitin
Ha muerto, a los 75 años, Fernando Soto, histórico sindicalista de CCOO. El metalúrgico sevillano, el activista por la libertad, el sindicalista imprescindible, el comunista, el socialista, el del 1001. Hubo un tiempo, en que la policía de Franco se volvía loca en Sevilla para encontrar a los hombres y mujeres de Comisiones Obreras. Perseguidos, detenidos, encarcelados, juzgados por defender a las trabajadoras y trabajadores. Soto, Acosta y Saborido, quizás el trío de militantes antifranquistas andaluces que más trajo de cabeza a los guardianes de la dictadura, tuvieron el honor y también la mala suerte de caer detenidos como integrantes de la dirección nacional de CCOO y ser condenados junto a sus compañeros en el conocido Proceso 1001 a 161 años de cárcel.
Fernando Soto, al que hace unos meses rendimos un caluroso homenaje en Madrid, junto a sus compañeros, con motivo del 40 aniversario del Proceso 1001, nos contó aquel día los avatares de la lucha sindical en la dictadura. Las reuniones en la clandestinidad, su actividad como representante de los trabajadores, la lucha por un convenio justo, la dura pelea por la democracia y la libertad. Hoy miércoles, 9 de julio, se nos ha ido.
Ahora que la derecha trata de reconstruir la reciente historia de España y de sacar tajada de una transición que combatió, o incluso cuando intrépidos retóricos de la más hueca radicalidad arremeten contra un tiempo que no vivieron y que en buena parte ignoran, nombres como Fernando Soto, emergen como faros de la libertad para evitar, en palabras de Marguerite Duras, que haya un tiempo “en que ya no sabremos dar un nombre a lo que nos una. Su nombre se irá borrando poco a poco de nuestra memoria. Y luego, desaparecerá por completo”.
En CCOO nos hemos propuesto reivindicar la memoria, hacer justicia a la libertad, poner nombre a la democracia. Lo que tuvimos en la transición y lo que tenemos  ahora no es la ocurrencia de unas cúpulas. Ni siquiera el resultado de la audacia institucional. Es la consecuencia de una lucha, en ocasiones heroica, de sindicalistas y gentes de izquierda (la mayoría de CCOO y el PCE) que lograron liderar la movilización en las fábricas y en la sociedad para que, muerto Franco, no valiese cualquier apaño. Intentos  hubo, pero personas como Soto no pararon hasta hacer posible la libertad.
Por eso sorprende tanta crónica retorcida de aquel tiempo. No han faltado quienes, desde la izquierda, se han permitido el lujo de sentenciar que la transición la ganó el franquismo. A veces me imagino a Simón Sánchez Montero, Camacho, Lobato, Marcos Ana, Soto y tantas otras personas saliendo de la cárcel y abrazando la libertad al inicio de la transición, y pienso ¿cómo es posible tanto desatino? Aunque solo sea por respetar la memoria de la honestidad.

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