lunes, 30 de mayo de 2011

El Barça estrena era

El conjunto azulgrana consigue ante el Ciudad Real, su gran rival, su octava Copa de Europa

MANEL SERRAS - El País - 29/05/2011
 
 
La octava Copa de Europa no se le escapó esta vez al FC Barcelona. El fantasma de la final del año pasado en la Champions, cuando cedió el título al Kiel tras dominarle por seis goles de ventaja, volvió a flotar en la Lanxess Arena de Colonia, pero esta vez el equipo de Xavi Pascual era otro. Había madurado. Un factor decisivo que le valió la octava corona continental de su historia y la primera desde 2006, cuando Xesco Espar era todavía el entrenador azulgrana.

BARCELONA, 27 - CIUDAD REAL, 24

27. FC Barcelona Borges (14+13): Saric (1); Víctor Tomás (3), Nagy (1), Noddesbo (8), Sarmiento (1), Rutenka (3), Juanín García (3), siete inicial, Raúl Entrerríos (2), Jernemyr (-), Sorhaindo (1), Rocas (2,1p), Ugalde (1), Igropulo (1), Oneto (-), Iker Romero (-) y Gonzalo Pérez de Vargas (p.s).
24. Renovalia Ciudad Real (10+14): Hombrados; Abalo (3), Isaias Guardiola (-), Dinart (-), Chema Rodríguez (2), Jurkiewicz (5), Kallman (1), siete inicial, Viran Morros (-), Julen Aguinagalde (1), Lazarov (5, 2p.), Alberto Entrerríos (4), García Parrondo (1), Davis (-), Joan Cañellas (2) y Antonio Carreño (p.s.).
Árbitros: Nordine Lazaar (FRA) y Reveret Laurent (FRA). Excluyeron a Nagy (m. 21), Sorhaindo (m.32), Igropulo (m.34) y Ugalde (m.44) por el Barcelona, y a Guardiola (m.17), Morros (m.43) y Dinart (m.49) por el Ciudad Real
Marcador cada cinco minutos: 2-2, 4-4, 8-9, 10-10, 12-10, 14-10 (descanso). 15-12, 19-13, 22-15, 23-18, 26-20 y 27-24 (final).

Fue el segundo gran título para un técnico que llegó como sustituto de Manolo Cadenas, pero que fue consolidando una forma de trabajar y un esquema de juego que acabó dándole la razón. Xavi Pascual necesitaba un gran triunfo. Una Copa del Rey y una Supercopa no eran un bagaje suficiente para un club que cuenta con el mayor presupuesto del balonmano español. Y cuando el técnico del Barça pudo configurar, finalmente, la plantilla que deseaba, entonces llegaron las grandes coronas.
La primera fue la Liga Asobal, que le sirvió para romper una racha de cuatro títulos consecutivos del Ciudad Real. La segunda la consiguió ayer, cuando su gran rival de la década, el equipo manchego, se estrelló una y otra vez contra la eficacia del portero Saric y la solidez defensiva azulgrana. La Liga de Campeones da un espaldarazo definitivo al proyecto de Pascual, que siempre ha contado con el apoyo de Enric Masip, responsable de la sección.
Y catapulta al Barça hacia un futuro que, de alguna forma, tense el hilo que había permitido a los azulgrana ser el mejor equipo del mundo, en la brillante etapa de Valero Rivera. Ahora, el Barça es el destino más sólido del balonmano español para cualquier jugador de élite. Y esa premisa se está notando tanto en las filas del Ciudad Real como en las del Barcelona. Mientras los manchegos bajan su presupuesto en más de un 30%, los catalanes van configurando una plantilla de ensueño porque nadie les dice que no.
Todo eso se hizo patente en Colonia. El Ciudad Real ya no es aquel equipo explosivo que dejaba en el banquillo a un segundo equipo capaz de ser campeón de Europa. Ni mucho menos. Duishebáev se ve ahora forzado a exigir mucho de su siete inicial -en el que no estaba Sterbik, lesionado-, porque en los relevos el equipo pierde valor. En cambio, Pascual mejora cada año su plantilla y mantiene el equilibrio en los descansos.
Ayer, sin embargo, la historia del partido hubiera sido otra si Daniel Saric no hubiera estado tan decisivo en la portería. Sus ¡22 paradas! no solo desquiciaron a Kallman, Alberto Entrerríos, Morros, Lazarov y Parrondo, sino que obligaron a la defensa azulgrana a mantener la tensión cuando adquirieron una ventaja de siete goles (22-15), pero la fueron perdiendo hasta dejarla solo en cuatro (22-18).
Aquél fue el momento más difícil de la final. Al Barça le había costado marcharse en el marcador, pero cuando lo logró descubrió que el Ciudad Real estaba fundido. Pareció entonces que el partido estaba decidido. Y no era así, porque los manchegos nunca se rinden, forman un grupo que ha asumido su nueva situación y se siente muy unido.
Sin embargo, esta vez el Barça no falló. Quería demostrar su condición de campeón y encontró en la despedida de Iker Romero otro motivo para seguir luchando. Querían dedicarle el título a su compañero, en su último partido con la camiseta del Barça. "Nunca imaginé una despedida como ésta: con la Liga y la Champions. Es increíble. No pude contener mis emociones", resumió el lateral vasco.

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