Reflexiones
constitucionales.
J. Manuel Marañón
Al
hilo de la intervención del Sr. Cagigas, Presidente del Parlamento de
Cantabria, en el acto institucional del día de la Constitución ,
quisiera hacer algunas reflexiones.
Entiendo
que el discurso tuvo que ser decepcionante para amplias capas de la ciudadanía
de Cantabria que, por supuesto, tienen preocupaciones cotidianas mucho más
acuciantes que la deriva soberanista de los partidos nacionalistas catalanes. Me
refiero a los parados/as, un tercio de los cuáles no tienen ningún tipo de
prestación, a ese 22% de cántabros/as que viven bajo el umbral de la pobreza, a
las familias de esta tierra que han sufrido un desahucio, a las personas con
discapacidad y/o dependencia a las que se les ha recortado significativamente
sus prestaciones y, en fin a esas decenas de miles de cántabros que han visto
deteriorarse sensiblemente sus condiciones de vida y trabajo. Por ello, quizás
hubiera sido más interesante preocuparse más del Título I que del Título VIII.
No
quiero eludir el debate del título VIII y apuesto por una reforma constitucional
que reforme el Senado y camine hacia el modelo federal alemán. No creo que el
orgullo de ser alemán se resienta porque
los landers tengan mayores y más claras competencias que las Comunidades Autónomas
españolas.
En
lo relativo al Título I, en el capítulo 3º se habla de la obligación de los
poderes públicos de poner en marcha una política social y económica encaminada
a una mejor y más equitativa de redistribución de la renta, el acceso a un
trabajo decente, a una digna cobertura de desempleo, a una buena la salud
pública, a unas pensiones dignas y a
unas prestaciones sociales que hagan que las personas con discapacidad y/o
dependencia no se constituyan en ciudadanos de 2ª. Es muy claro que las
políticas que se están implementando desde mayo de 2010 van justamente en el
sentido contrario.
Pero
es que en el capítulo 2º se habla de derechos fundamentales algunos de los
cuáles se van a ver seriamente cercenados como el derecho a la justicia con las
tasas judiciales y otros con el de manifestación se está amagando constantemente
desde los poderes públicos con su restricción. Es más, el derecho el trabajo también
está en ese capítulo 2º.
El
presidente del Parlamento cántabro también dijo que la soberanía reside en el
pueblo español. Ya me gustaría. Simplificando podríamos decir que la soberanía
reside en la Troika.
Solamente debemos mirar a los casos de Italia y, sobre todo,
Grecia, país en el que el hecho de que el Primer Ministro propusiera un
referéndum sobre los recortes, hizo que se viera obligado a dejar su cargo.
La
segunda parte del antedicho discurso se constituyó en una loa al empresariado.
La comenzaba el Sr. Cagigas criticando que los estudiantes españoles aspiren a
ser sobre todo funcionarios. Si es así, no les arriendo la ganancia. Los
empleados públicos de este país han perdido entre un 25 y un 30% de su poder
adquisitivo en los últimos 3 años y eso los que han conservado su empleo porque
se ha despedido a un nº significativo de interinos y laborales. Y ello
acompañado por insultos y descalificaciones como las que están haciendo los
dirigentes de Madrid y Castilla la
Mancha con el personal sanitario, como el “que hay que
trabajar más” del Sr. Diego y el Sr. Serna refiriéndose a los docentes de
Cantabria o lo del “”cafelito” del Sr. Beteta.
Decía,
por otra parte, el Sr. Cagigas que, en España, el empresariado está
demonizado no como en otros países.
Efectivamente, en países como Noruega o cualquiera de los países nórdicos están
mucho mejor considerados. Pero quizás habría que pensar en la cultura
empresarial y política de nuestro país y en la de estos países.
Como
las generalizaciones siempre son injustas diré que hay un porcentaje de empresarios cuya actuación se puede asimilar a la de los
noruegos. Pero un porcentaje aún muy significativo dista mucho de ello.
Pondré
un ejemplo que creo didáctico: el acceso de las mujeres al mundo laboral. De
entrada, hay que decir que, en Noruega, la tasa de actividad de las mujeres esta casi 10 puntos por encima
de la de España, mientras que es similar en los hombres.
Quizás
esto tenga algo que ver, por ejemplo, con que en las entrevistas de trabajo se
les pregunta (a las mujeres españolas) si están casadas, si prevén tener hijos,
si están sindicadas…. Esas preguntas casi nunca las plantea un empresario/a
noruego. Es más aunque se manifieste que se está embarazada no hay ningún
problema, puesto que piensan que en una vida laboral de 30 años si se es una
buena profesional no pasa nada por interrumpirla 2 ó 3 veces para ser madre.
Claro que, aparte de tener 1 año de permiso de maternidad/paternidad, existe
una red de escuelas infantiles, casi
todas públicas, que asegura la educación y el cuidado de los niños/as sin tener
que recurrir como pasa en España a la red familiar o a pagar bastante dinero
por ello.
Se
podrían poner más ejemplos, pero con
éste basta para ver lo que muchos
empresarios/as tendrían que
cambiar de su cultura empresarial y también para que desde las Administraciones
Públicas, dicho de sea de paso, se tomaran medidas para favorecer la natalidad
y aumentar la tasa de actividad femenina.
Y
finalmente, decir que con discursos tan alejados de las preocupaciones de la gente
no es extraño que en la última encuesta del CIS, el 68% de la ciudadanía
española se muestre insatisfecha del funcionamiento de la democracia,
justamente el doble de los que se mostraban insatisfechos en 2005.
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