martes, 8 de febrero de 2011

* José Luis Egido- nuevatribuna.es | 07.02.2011
El diccionario describe la voracidad como una cualidad que se aplica a persona o animal que come con ansia, con avidez. Es una buena definición para reflejar al Barcelona que se sigue comiendo uno tras otro a cuantos equipos se le enfrentan en la liga...


... El Atlético de Madrid no fue una excepción con el agravante de hurtarnos uno de aquellos partidos imborrables y recuperar la emoción de la lucha por el primer puesto. No es menos voraz un CR7 magnífico empeñado en capitanear al Madrid en una lucha casi personal con el inalcanzable Messi.

Del partido del sábado entre culés y atléticos se pueden escribir muchas cosas. Yo me quiero fijar solo en una que retrata perfectamente la diferencia abismal entre uno y otro equipo, sobre todo en el estado de ánimo. Esa jugada fallida del ataque barcelonista que acaba en otro ataque del Atlético con el balón en los pies del Kun Agüero y la cabalgada tremenda de Messi recorriendo cincuenta o sesenta metros para recuperar el balón limpiamente. Una vergüenza para el Kun y una medalla más para Messi. En mi memoria futbolística no recuerdo algo semejante de cualquier número uno del Mundo. Respecto al Kun, si yo fuera el entrenador del Atleti le pondría veinte veces el vídeo para después sentarle en el banquillo dos o tres jornadas y que tenga tiempo de obnubilarse con las ofertas de pagar esas mareantes cifras de su cláusula de rescisión.

Esa jugada refleja a la perfección en el Barça el concepto de defender la pelota, algo que no se reconoce lo suficientemente al analizar su fútbol, hechizados como estamos por su fútbol de toque y ataque. En cuanto al enfrentamiento entre los dos gigantes, ha pasado una jornada más y la diferencia de siete puntos sigue intacta. Así que ahora es el momento de las valdanadas, esas cortinas de humo mediáticas para nublar la vista y las entendederas de la afición y tapar una desventaja que a juicio de los más sensatos parece insalvable. De momento ya ha empezado Mourinho afirmando que si el Madrid queda segundo no pasa nada, no sin antes agarrarse al consabido recurso de que matemáticamente es posible ganar la liga. Eso mismo argumentaban Schuster, Juande y Pellegrini y los echaron. La política futbolera no puede tapar una cómoda victoria del Madrid ante una débil Real Sociedad a la que se encargó de parar Iker Casillas, él solito, con más protagonismo en los partidos del que le regalan los focos enamorados por los personajes más mediáticos. Un dato de este partido es significativo: las rotaciones bien administradas. En una plantilla de superclases se ha demostrado que con ellas el Madrid puede ganar igual o mejor. La cuestión está en si las han sacado demasiado tarde.

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