JOSÉ SÁMANO EL PAÍS-25 MAY 2012
Guardiola tuvo su traca final y la gente del Athletic reconoció con unanimidad la fábula de su equipo a lo largo de la temporada. La Copa sirvió de cierre al técnico más triunfal de la historia azulgrana y a un equipo, el vasco, que ha vuelto a las grandes cumbres sin corregir un renglón su particular ideario. Como no hubo trama por el apremio del Barça por cerrar el partido, lo que consiguió en un santiamén, el encuentro tuvo más de sentimental que de intriga futbolística. Los barcelonistas ganaron sin discusión; el Athletic, con todo en contra, no dimitió jamás y se mantuvo con dignidad hasta el último suspiro, lo que no resulta fácil con un 3-0 en contra antes del intermedio y con Messi y compañía enfrente.
Athletic, 0 - Barcelona, 3
Athletic: Iraizoz; Iraola, Ekiza, Amorebieta, Aurtenetxe; Javi Martínez, De Marcos (Íñigo Pérez, m. 46), Muniain; Susaeta (Ander Herrera, m. 46), Llorente (Toquero, m. 73) e Ibai. No utlizados: Raúl; San José, Iturraspe y Gurpegui.
Barcelona: Pinto; Montoya, Piqué, Mascherano, Adriano; Busquets, Xavi (Cesc, m. 80), Iniesta; Pedro (Thiago, m. 87), Alexis (Keita, m. 71) y Messi. No utilizados: Valdés; Bartra, Afellay y Tello.
Goles: 0-1. M. 2. Pedro aprovecha un rechace en el área. 0-2. M. 20. Messi recibe de Iniesta. 0-3. M. 25. Pedro, golpea con la zurda a la derecha de Iraizoz.
Árbitro: Fernández Borbalán. Amonestó a Susaeta, Iraola, Xavi e Iniesta.
Vicente Calderón: 55.000 espectadores.
Guardiola se fue como el Guardiola más genuino, con una alineación reconocible, sin experimentos, con el estilo que sus jugadores han esponjado estos años y, guiños del destino, con Pedro como metáfora de sus cuatro gloriosas temporadas en el banquillo azulgrana. Y Messi, cómo no, como principal autor del mejor relato de la historia del Barça: 14 títulos de 19 posibles. Un botín extraordinario que los barcelonistas festejaron sin angustias. El Athletic, noble e ingenuo, duró un parpadeo, el minuto que tardó Messi en enchufarse a la final. No se demoró La Pulga y Pedro descorchó el encuentro a los dos minutos. El equipo vasco aún estaba en Bucarest y, aún más pronto que entonces, abocado a otra noche de tinieblas, de tiritonas de sus jóvenes futbolistas que de nuevo pagaron el mal de altura. El Barça, sin disfraces, con su versión más auténtica, le atropelló casi desde el calentamiento. No hubo partido, el Barça jugó al solitario.
Si la final de Copa es una de las máximas expresiones del fútbol como depósito sentimental, la del Manzanares solo tuvo color en las gradas y en las aglomeradas calles de Madrid. En el adiós de Guardiola, tras las frustraciones en Liga y en Europa, el conjunto catalán compareció sin contemplaciones. Con todos en su sitio, con el esquema natural con el que ha engordado su leyenda. Una defensa de cuatro, Iniesta de volante, como le gusta, Pedro a un costado, Alexis a otro y Messi a lo suyo. En el primer minuto, tanto el canario como el rosarino ya habían enfocado a Iraizoz. Segundos después, Javi Martínez se hizo un nudo al despejar un remate de Piqué en un córner y embocó Pedro. A los defensas del Athletic les picaban las avispas y todos en general notaron la sacudida del duelo.
Activado Messi con su juego más recreativo, el Barça colonizó el encuentro, invadió a su adversario. Mucho tuvo que ver Xavi, el satélite azulgrana al que De Marcos y Javi Martínez, ayer medio centro por la baja de Iturraspe, le perdieron siempre el rastro. El observatorio de Xavi es infinito. En su catálogo también figura cómo flotar en esa zona tan incontrolable para muchos equipos que se abre entre los centrales y los ejes del medio campo.
Activado Messi con su juego más recreativo, el Barça colonizó el encuentro. Mucho tuvo que ver Xavi al que De Marcos y Javi Martínez le perdieron siempre el rastro
El equipo de Bielsa no es el Chelsea, claro, no levanta barricadas. Por fortuna es otro camino el que le ha devuelto a la portada del fútbol, por más que haya perdido dos finales de forma tan abrumadora. Ha aceptado el riesgo como guión primordial. Atrevido y romántico, al Athletic le faltó consistencia. Con una defensa de cartón piedra, se vio encapsulado en cuanto el Barça, como en sus mejores tiempos, interrumpió la primera línea de pase de su rival, con Pedro y Alexis en el cogote de los centrales de Bielsa, al que de nada sirvió escoltar a Messi con Amorebieta, retratado toda la jornada. Una puntada exquisita de Iniesta con el argentino derivó en el segundo tanto blaugrana, un derechazo estruendoso de La Pulga. Xavi coronó su excelente primer acto con una cita para el gol con Pedro, que no falló.
Hasta casi la media hora no hubo rastro de los rojiblanclos, sometidos al recreo azulgrana en todas las zonas del campo. Solo Pinto tenía algún problema. No por la pujanza rival, sino por sus enredos con los pies en el rondo con sus compañeros. Acertó en un disparo de Susaeta y luego se libró de verse ante un penalti. Fernández Borbalán no quiso saber nada de un agarrón de Piqué a Llorente ya con 3-0. Ni así pudo meterse el Athletic en el partido.
Bielsa cambió el molde en el descanso, con el vitalista Herrera e Íñigo Pérez en el fogón por Susaeta y De Marcos. El equipo precisaba más colmillo en el medio, algún engorro para Xavi e Iniesta. Con los relevos ganó en armadura y, al menos, compitió mejor en el segundo tiempo. Ya no fue el conjunto apocado que levitó en el primer tramo. Disparado en el marcador, el Barça no se sintió exigido y se dedicó a la capea. Con un asalto le había bastado. Suficiente para cerrar el ciclo de Guardiola con un trofeo en brazos. Un broche ideal para un técnico que ha decidido irse a la búsqueda de nuevas energías. Su paso por el Barça deja al equipo en la gran reserva mundial de la historia del fútbol. Para el Athletic, el Manzanares fue el cierre a una aventura extraordinaria, a un año mágico que las derrotas finales no debieran emborronar. Para un club como este los sueños ya son un éxito. Y los de este curso se los ganó con grandeza, nobleza y todo merecimiento. Como el Barça delguardiolismo, por el que ayer brindaron jugadores y aficionados en un maravilloso final con las dos hinchadas hermanadas.
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