El Barça honra a su ‘dream team’
El equipo blaugrana logra su novena Copa de Europa tras superar un cúmulo de adversidades y batir al Veszprem húngaro (28-23)
El balonmano es un deporte en el que juegan siete contra siete y en
el que siempre gana el Barcelona. Así es en España; no tanto en Europa,
donde también se cacarea que así debería ser sí o sí. Al fin y al cabo,
ese es el peso de la púrpura, el que se impuso desde que el equipo de
pioneros de Valero Rivera rompió en 1991 la hegemonía absoluta de los
clubes alemanes y del Este europeo. Abrieron una senda por la que se
deslizaron el Teka de Santander (1994) y el Elgorriaga Bidasoa (1995),
antes del lustro que le valió al equipo blaugrana el exigente apellido
de dream team, con cinco Copas de Europa consecutivas, desde 1996 a
2000.
BARCELONA, 28; VESZPREM, 23
Barcelona: Saric, Víctor Tomás (5), Raúl Entrerríos (4), Sorhaindo, Karabatic (6), Viran Morros y Sigurdsson (6, 1 de penalti) —equipo inicial—; Lazarov, Rutenka, Gurbindo (3), Noddesbo (3) y Dani Sarmiento (1).Veszprem: Alilovic, Marguc (2), Nagy (8), Chema Rodríguez, Sulic (2), Ilic (5) e Ivancsik (1) —equipo inicial— Mikler, Schuch, Terzic, Nilsson (2), Gulyas (2), Zeitz, Lekai (1) y Jamali.Parciales. Cada diez minutos: 5-4, 8-6 y 14-10 (descanso); 19-16, 22-18 y 28-23.Árbitros: Din y Dinu (Rumanía). Excluyeron a Morros (2), Rutenka, Tomás, Karabatic, Nagy, Terzic, Sulic, Schuch y Zeitz.Lanxess Arena de Colonia. 19.250 espectadores. Karabatic fue elegido el MVP de la final.
Desde entonces, cada título le costó al Barcelona un esfuerzo
titánico, y cada tropiezo se interpretó como un fiasco. De ahí que el
éxito en la final de Colonia ante el Veszprem húngaro, tras haber dado
cuenta del Kielce polaco, sea tan valorado por un equipo que solo rompe a
sudar para ganar. Así ha sido. Lo ha ganado todo en España y lo ha
ganado todo en Europa, tras una Final Four impecable, en la que solventó
varios momentos de dificultad.
El varapalo de un año antes, en la semifinal que perdió ante el
Flensburg alemán que tenía en el bolsillo, planeó en su regresó al
coliseo de Colonia. Sufrió algunas intermitencias contra el Veszprem. A
la baja de Rutenka, se añadió también la de Lazarov, que apenas pudo
estar unos minutos en la cancha. El partido fue durísimo. El entrenador
del Veszprem, Antonio Carlos Ortega, precisamente uno de los jugadores
de aquel dream team de Valero, propuso una estrategia que exigía una
presión física extrema. En menos de un cuarto de hora se produjeron tres
exclusiones.
El Barcelona controló casi todo el tiempo, con algún bache, casi
siempre propiciado por los lanzamientos de Nagy, otro jugador con
pedigrí blaugrana, y del serbio Ilic. La lesión de Chema Rodríguez, uno
de los tres españoles del Veszprem, fue otro síntoma del cariz del
duelo. El Barcelona, anclado por las paradas de Saric y Gonzalo y
propulsado por la efectividad de Karabatic, Sigurdsson, Víctor Tomás y
Entrerríos, completó su obra con la aportación de dos meritorios.
Gurbindo estuvo a la altura de Lazarov y Sarmiento le puso pegamento al
juego combinativo. Y Xavi Pascual, el entrenador, respiró: “A veces, nos
cuesta entender que no podemos ganar siempre todo. Estoy feliz no solo
por ganar la Champions, sino por cómo la hemos ganado”.