lunes, 26 de diciembre de 2011

El Barcelona ofrece la mejor versión de Laszlo Nagy

Los azulgrana superan al Ademar y se convierten en los más galardonados en la Copa Asobal (27-28)


MANEL SERRAS - El País- 22/12/2011
 
 
 
Nunca un partido de balonmano lo decide un solo jugador. Pero es cierto que a veces una brillante actuación resulta clave para relanzar al equipo y conseguir una reacción que le lleve a la victoria. Y eso fue lo que ocurrió en la final de la Copa Asobal que esta noche se disputó en el Palacio de Deportes de León en la que el Barcelona se impuso al Ademar León por 27- 28 . Si un hombre resultó determinante sobre la pista, ése fue el húngaro Laszlo Nagy.

      Ademar, 27 - Barcelona, 28

      27 - Reale Ademar (9+18): Losert (Álamo); Krivoschlykov (1), Di Panda (1), Carou (-), Ferrer (2), Jaime González (-), Stranovsky (5, 1 p), Antonio García (7), Baena (2, 1 p), Ruesga (3), Andreu (3), Cutura (1), Borges (2).
      28 - FC Barcelona Intersport (12+16): Saric; Tomás (2), Nagy (9), Sorhaindo (4), Sarmiento (2), Rutenka (5), Juanín García (3), Virán Morros (-), Jermenyr (-), Entrerríos (2), Aguirrezabalaga (-), Rocas (-), Noddesbo (-), Ugalde (1).
      Árbitros: Raluy López y Sabroso Ramírez. Excluyeron por dos minutos a Carou, Andreu, Jaime González, por el Ademar, y a Nagy, Ugalde, Jernemyr y Tomás, por el FC Barcelona.

      Fichado por Valero Rivera cuando todavía era una promesa, este jugador de 2,09 metros, se ha convertido a los 30 años en el gran lateral que había vislumbrado el actual seleccionador español. Tardó. Y creó muchísimas dudas. Pero al final, Nagy ha encontrado su sitio, y su estabilidad le está convirtiendo en un hombre clave en el Barça actual. No es algo sencillo. Porque el Barça de Xavi Pascual se ha consolidado como uno de los mejores equipos de Europa. Lo demuestra el hecho de que en los dos últimos años, los azulgrana han disputado la final de la Champions League y la ganaron este año -temporada pasada- como colofón a una espléndida campaña en la que conquistaron los dos grandes títulos: Liga y Copa de Europa.
      La actuación de Nagy acabó por desbordar la defensa del Ademar, muy bien acompañado por Rutenka en el otro lateral y a veces en el pivote y por los dos centrales, Sarmiento y Raúl Entrerríos. Sin embargo, toda la brillantez del ataque no hubiera bastado para ratificar la superioridad del Barça, a no ser por la solidez de una defensa fortalecida, sin duda, con la incorporación de Viram Morros, y por las paradas del portero Daniel Saric, brillante bajo los postes.
      El Ademar nunca se rindió. Sabía que se medía a un gran equipo y desplegó todo su potencial para intentar superarle. Jugaba en casa y contó con el apoyo de un público incondicional que le fue levantando hasta que los árbitros pitaron el final. Las acciones de Antonio García, certero en el disparo y resolutivo en los seis metros, las paradas de Losert, la aportación de Baena de Andreu y del extremo Stranovsky evitaron que el Barça se fuera en el marcador. La emoción se mantuvo hasta el final. El Barça perdió ventajas de cuatro y tres goles y permitió que el Ademar se acercara hasta un gol (27-28) a falta de 30 segundos. Allí tuvo incluso la ocasión de igualar el partido, pero Saric lo impidió.
      El Barça no dejó escapar su ocasión de anotarse la séptima corona en la Copa Asobal y convertirse así en el equipo más laureado en esta competición. El gran mérito de Pascual no es solo contar con Nagy o Saric. Su gran aportación al club azulgrana ha sido ir remodelando la plantilla hasta lograr la unión de grandes individualidades y trabajadores indispensables para consolidar la defensa: la base indispensable para que un equipo funcione. Y todo ello, manteniendo la unidad en el vestuario. Por eso gana el Barça. Por eso ahora mismo es uno de los mejores equipos de Europa.

      El Barça desafía al fútbol

      La poética victoria ante el Santos (4-0) en el Mundial de Clubes subraya que la idea contracultural que los azulgrana tienen del juego trasciende incluso de los numerosos títulos conseguidos

      JOSÉ SÁMANO - El País- 19/12/2011
       
       
       
      Hay equipos que se consagran solo por sus títulos y su rastro se pierde con los tiempos. Otros trascienden a su palmarés y quedan para siempre en la retina por su sello contracultural. Solo una minoría sería capaz de recordar de memoria el historial del gran Ajax de los setenta, pero ningún aficionado desconoce su mayúscula influencia en la historia del fútbol. La posteridad del Ajax, el Honved de Puskas, la Máquina de River, el Madrid de Di Stéfano, el Liverpool de Bill Shankly, el Milan de Arrigo Sacchi o la Quinta del Buitre, entre otras grandes leyendas, no se debe en exclusiva a su cosecha de éxitos. Todos desafiaron al fútbol.
        Este equipo es capaz de convertir cada uno de sus retos en un arte de lo imprevisto


        El Barça es el último revolucionario y uno de los más extremistas. Del Ajax del fútbol total al Barça sin delanteros, tres defensas y un pelotón de centrocampistas con talla para el hipódromo, no para este deporte. Eso dirían los puristas, los que desconfiaban de la fragilidad de Butragueño o Raúl, consumidos por la idea antediluviana de que el fútbol es cosa de hombres. Frente al fútbol de los machotes, el de los dobles y triples pivotes, el de los centrales como vigas de hormigón, los carrileros de ida y vuelta hacia ninguna parte o los arietes de dos pisos, Pep Guardiola se ha empeñado en envidar contra la física de este juego. Se podría decir que viendo a este Barça evolucionado hasta el centrocampismo total -Messi incluido- el entrenador catalán ha importado el futbito al fútbol. El Barça se mueve de baldosa en baldosa, como en un tablero de ajedrez y siempre con blancas. El juego corto con la mirada larga, hacia adelante y hacia atrás. El equipo ataca y defiende desde el medio. Si amenaza Neymar por el retrovisor se le anula con un marcaje a la pelota: sin balón no hay Neymar o Pelé que valga.


        En Japón jugó con tres defensas, un pelotón de medios bajitos y sin delanteros puros

        El ataque es coral, como un acordeón. Se inicia sin nadie en el área adversaria, unos cuantos tocan y tocan con aire rutinario al tiempo que otros ocupan los espacios. De repente, donde no había nadie flotan de puntillas chicos de cristal entre una manada de bisontes defensivos. Hasta el punto de que su presunto lateral derecho (Alves) puede ser quien más remate, su faro quien golee (Xavi) y su único delantero postizo quien mejor asista (Messi) o quien mejor haga lo que le dé la gana. Hay mucho camuflado en este Barça de mentiras que es capaz de convertir cada gran reto en un arte de lo imprevisto. Compite como nadie contra sí mismo. Guardiola se anticipa a la descodificación de sus contrarios y su constante aperturismo táctico supone un incentivo para sus jugadores, que ya suman 13 de los 16 títulos disputados con el de Santpedor.
        Esa es la epopeya del Barça: su quijotesca idea del fútbol cautiva aún más que sus trofeos. Ese es su destino de oro en la historia.