Un poético Serrat sinfónico
El cantante abrió Peralada con un recital dominado por Miguel Hernández
CÉSAR LÓPEZ ROSELL-EL PERIÓDICO DE CATALUÑA-Domingo, 17 de julio del 2011
Fue una noche cargada de poesía. Y de homenajes. ¿Y qué mejor que caminar verso a verso para encender las velas de 25º aniversario del Festival de Peralada? Esto es lo que hizo Joan Manuel Serrat el viernes para rendir su tributo a una muestra que lo ha acogido en 13 ocasiones. El artista quiso dar protagonismo a Alberti, Machado y, sobre todo, a Miguel Hernández. Y aunque el solemne formato sinfónico le restó intimidad y cercanía, acabó siendo aclamado por un público entregado.
Carme Mateu de Suqué, presidenta de la muestra, le entregó la Medalla de Honor del festival, destacando la complicidad del cantante con el festival y recordando el trato cariñoso recibido por parte del artista cuando ella estaba superando una grave dolencia. No es de extrañar que Serrat se sintiera «como en casa».
AMARGÓS Y MIRALLES / Con Albert Amargós, autor de los arreglos para la ocasión, al frente de la implicada Orquestra Simfònica del Vallès (OSV) y su fiel escudero Ricard Miralles al piano, el cantante entró en materia. La proyección de imágenes alusivas a las canciones acompañó la interpretación de las mismas. Arrancó con La paloma y llegaron Cançó de matinada, Aquellas pequeñas cosas y El meu carrer. En este tramo, la sonoridad orquestal sobrepasó a veces la voz del artista y ello dificultó la recepción de sus letras. Por suerte, las cosas mejoraron cuando le llegó el turno a Miguel Hernández.
«En mi época su nombre era un secreto y un silencio --dijo al presentar las canciones del poeta--. Mis padres no sabían quién era y mis maestros, si lo sabían, no se atrevían a decirlo. Fue ignorado por los vencedores de la guerra, por rojo, y por los perdedores, por pobre». Tres heridas arrancó la primera gran ovación. Luego siguieron Las desiertas abarcas, Dale que dale, la bellísima Elegía, la conmovedora El hambre, la popular Nana de la cebolla, Hijo de la luz y de la sombra y la reivindicativa y aclamada Para la libertad.Apareció la ironía de Fa vint anys que dic que fa vint anys que tins vint anys. El artista explicó que la constante demanda le ha obligado a reestructurar la canción original. «Pero, ¿dónde se ha visto un catalán que rechace un éxito así?». Seria fantástic y Disculpe el señor, con Miralles al piano, nos devolvió al Serrat más próximo. Y El carrusel del furo, la sensible Pare y la clamorosa Cantares, al Nano más explosivo. En los bises no podían faltar Mediterráneo ni Paraules d'amor, coreada por los espectadores. Y el final no pudo ser más espectacular con La saeta, arropada por unos buenos arreglos orquestales.
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