Messina ya tiene su bestia negra
El Barça vuelve a abusar de un Madrid sobrepasado de nuevo en el clásico.
El Real Madrid comprobó con dolor que no hay clásico de pega que valga. Aunque su trascendencia fuera ciertamente menor en una Liga regular que tenía ya prácticamente en el bolsillo el Regal Barcelona, el equipo de Ettore Messina le vio las orejas al lobo. Estuvo a punto de sufrir mucho más que una derrota: una humillación en toda la regla, aunque finalmente logró recomponer una estampa al menos digna.
Barcelona 78 - Real Madrid73
Regal Barcelona (20+22+22+14): Rubio (2), Navarro (20), Mickeal (11),
Morris (6), Lorbek (15) -cinco inicial- Vázquez (5), Sada (2), Basile (5),
Grimau (-), N''Dong (7), Lakovic (5) y Trias (-).
Real Madrid (19+6+20+28):
Prigioni (9), Llull (19), Hansen (7), Garbajosa (7), Tomic (12) -cinco inicial-
Jaric (2), Bullock (4), Velickovic (5), Reyes (4), Vidal (-), Lavrinovic (4).
Árbitros: José Antonio Martín Bertrán, Antonio Conde y Sánchez Moserrat.
Sin eliminados.
Incidencias: Partido de la vigésimo novena jornada de la Liga
ACB disputado en el Palau Blaugrana, ante 7.458
espectadores.
Eso, sí, perdió otra vez y la cosa empieza a parecer ya un disco rayado, dada la repetida y por momentos manifiesta superioridad del Barcelona. Esta vez ganó por cinco puntos el equipo de Xavi Pascual, 78-73, pero había dejado el partido casi visto para sentencia ya en el descanso, 42-25, ante un Madrid en varias fases abrumado, al borde del ridículo.
El Madrid se salvó de un auténtico Waterloo, el que iba camino de consumarse cuando perdía por 24 puntos (52-28) o cuando se asomaba al último cuarto con un demoledor 64-45, gracias a su meritorio último cuarto. Ganó ese parcial por 14-28, ante un Barcelona ciertamente relajado y actuando a beneficio de inventario.
El Madrid intentó atascar al Barça desde la defensa. Lo consiguió en el primer cuarto, pero a la que Navarro abrió la veda con tres triples consecutivos y el Barça hizo evidente su superioridad en el rebote, especialmente en el ofensivo, el Madrid empezó a perder la confianza, los nervios y el juego. El Barça acabó atrapando 17 rebotes en ataque y, en total, once más que el Madrid. Eso le dio un enorme colchón.
Punzado por la brillantez y agresividad defensiva con la que el Barça le devolvió con creces la moneda, el Madrid estuvo por momentos al borde del ataque de nervios. Tomic no fue el arma letal con la que ganó el Madrid en el Palau en la Euroliga, Larvrinovic estuvo fuera de foco, como Vidal, y Garbajosa, Bullock y Reyes no acaban de adquirir el peso que se les supone en el juego colectivo.
El desgobierno en el Madrid derivó en una sequía de las que marcan época: se pasó el segundo cuarto sin anotar una canasta, sólo seis tiros libres para un parcial de 22-6. Cuando Llull encestó pasado el minuto 22, habían transcurrido ya doce minutos y medio desde la anterior canasta de un equipo que ni elaboró ni encontró algún emparejamiento en que pudiera desbordar o romper la defensa del Barça. Y entremedias, Jaric perdió la cabeza y se ganó una técnica con un desplante al árbitro que el Madrid pagó marchándose al descanso con muy mala pinta, la de un equipo no ya sólo sin recursos sino casi sin espíritu competitivo, derrotado.
El Barça hizo valer la solidez y solidaridad de su defensa y agotó un par de veces las posesiones ofensivas del Madrid. Ni Llull ni Bullock pudieron con Navarro; ni Tomic, ni Garbajosa, con Lorbek, y el Barça se permitió el lujo de jugar al pim pam pum pese a los reiterados errores de Ricky Rubio, que falló cuatro triples, o de Grimau, que falló otros tres, o de Lakovic, que sólo anotó uno de los cuatro que lanzó. No importó. El Barça abrió un boquete tremendo y sólo el ímpetu de Llull, secundado por la laboriosidad de Tomic, Velickovic y Prigioni, le sirvieron al Madrid para maquillar el resultado.
Messina no tiene definitivamente suerte en el Madrid. Se ha encontrado probablemente con la mejor versión en la historia del Barça y, encima, el calendario le ha acabado de jugar una mala pasada programando hasta ocho veces el clásico, nueve si se tiene en cuenta un amistoso de pretemporada. Y los que quedan... si es que ambos vuelven a vérselas en los playoffs por el título de la ACB. De los disputados desde aquél amistoso en septiembre, ocho los ha perdido el Madrid. El último, si cabe, todavía abrió más la herida.
El Madrid se salvó de un auténtico Waterloo, el que iba camino de consumarse cuando perdía por 24 puntos (52-28) o cuando se asomaba al último cuarto con un demoledor 64-45, gracias a su meritorio último cuarto. Ganó ese parcial por 14-28, ante un Barcelona ciertamente relajado y actuando a beneficio de inventario.
El Madrid intentó atascar al Barça desde la defensa. Lo consiguió en el primer cuarto, pero a la que Navarro abrió la veda con tres triples consecutivos y el Barça hizo evidente su superioridad en el rebote, especialmente en el ofensivo, el Madrid empezó a perder la confianza, los nervios y el juego. El Barça acabó atrapando 17 rebotes en ataque y, en total, once más que el Madrid. Eso le dio un enorme colchón.
Punzado por la brillantez y agresividad defensiva con la que el Barça le devolvió con creces la moneda, el Madrid estuvo por momentos al borde del ataque de nervios. Tomic no fue el arma letal con la que ganó el Madrid en el Palau en la Euroliga, Larvrinovic estuvo fuera de foco, como Vidal, y Garbajosa, Bullock y Reyes no acaban de adquirir el peso que se les supone en el juego colectivo.
El desgobierno en el Madrid derivó en una sequía de las que marcan época: se pasó el segundo cuarto sin anotar una canasta, sólo seis tiros libres para un parcial de 22-6. Cuando Llull encestó pasado el minuto 22, habían transcurrido ya doce minutos y medio desde la anterior canasta de un equipo que ni elaboró ni encontró algún emparejamiento en que pudiera desbordar o romper la defensa del Barça. Y entremedias, Jaric perdió la cabeza y se ganó una técnica con un desplante al árbitro que el Madrid pagó marchándose al descanso con muy mala pinta, la de un equipo no ya sólo sin recursos sino casi sin espíritu competitivo, derrotado.
El Barça hizo valer la solidez y solidaridad de su defensa y agotó un par de veces las posesiones ofensivas del Madrid. Ni Llull ni Bullock pudieron con Navarro; ni Tomic, ni Garbajosa, con Lorbek, y el Barça se permitió el lujo de jugar al pim pam pum pese a los reiterados errores de Ricky Rubio, que falló cuatro triples, o de Grimau, que falló otros tres, o de Lakovic, que sólo anotó uno de los cuatro que lanzó. No importó. El Barça abrió un boquete tremendo y sólo el ímpetu de Llull, secundado por la laboriosidad de Tomic, Velickovic y Prigioni, le sirvieron al Madrid para maquillar el resultado.
Messina no tiene definitivamente suerte en el Madrid. Se ha encontrado probablemente con la mejor versión en la historia del Barça y, encima, el calendario le ha acabado de jugar una mala pasada programando hasta ocho veces el clásico, nueve si se tiene en cuenta un amistoso de pretemporada. Y los que quedan... si es que ambos vuelven a vérselas en los playoffs por el título de la ACB. De los disputados desde aquél amistoso en septiembre, ocho los ha perdido el Madrid. El último, si cabe, todavía abrió más la herida.
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