La increíble levedad de Iniesta
John Carlin El País
28 FEB 2015
Iniesta ante Fernando. / LLUIS GENE (AFP)
Ars gratia artis (El arte por el arte). Lema de Metro-Goldwyn-Mayer, productora hollywoodense.
El viernes murió Leonard Nimoy, el actor estadounidense mejor conocido como Mr. Spock, el papel que interpretó en Star Trek. Cualquiera que viera la famosa serie de televisión jamás lo olvidará. También murió el viernes la actriz española Rosa Novell,
cuya gracia y elegancia quedarán grabadas siempre en las mentes de
aquellos que la conocieron tanto en la vida real como en el escenario.
Se han escrito miles de encomios sobre Nimoy en todo el mundo y
cantidades sobre Novell en España, especialmente en Barcelona, donde
nació. La pena es que no vivieron para leerlos, o oírlos. Una curiosidad
de la condición humana es que nunca lanzamos elogios o expresiones de
amor tan efusivas a las personas cuando están vivas como cuando acaban
de morir.
Esto ocurre con los futbolistas cuando llegan a la especie de muerte
prematura que es el fin de sus breves carreras. Vayamos preparándonos ya
para avalanchas de obituarios festivos cuando se retiren Leo Messi y
Cristiano Ronaldo. Claro, a ellos dos les ofrecemos gloriosas previas de
sus finales prácticamente todos los fines de semana. A Andrés Iniesta,
últimamente, no tanto. Desde el calamitoso Mundial que hizo España el
año pasado, o incluso antes, desde que el Tata Martino recibió una buena
mañana la inexplicable noticia de que lo habían nombrado entrenador del
Barcelona, a Iniesta no se le presta demasiada atención aquí en los
medios.
El partido que hizo esta semana en Champions contra el Manchester City
tampoco despertó especial interés. Las alabanzas fueron casi todas para
Messi y, las que sobraban, para Luis Suárez, autor de los goles del
Barcelona en la victoria 2 a 1. Un error. Iniesta fue la estrella del
partido. No en cuanto a efectividad. Nunca lo es. Bueno, casi nunca.
Hace goles en ocasiones especiales, como en finales de la Copa del
Mundo, pero en la totalidad de su carrera, desde 2002, ha marcado menos
veces en liga (33) que Messi esta temporada en todas las competiciones
(37).
Iniesta fue la estrella contra el City por la misma razón que lo
fueron Nimoy en el papel de Spock o Novell en el de Cleopatra. Porque,
más que jugador de fútbol, es un artista. No amenazó ni con golear, ni
con hacer un pase de gol, pero las jugadas que hizo deberían ser
juntadas en un vídeo al acompañamiento de El Lago de los Cisnes
de Tchaikovsky. O, quizá mejor, un musical de Fred Astaire. Astaire,
para los que no lo recuerdan, era una pluma, un flaco bajito que bailaba
como si tuviera una relación con la gravedad diferente al resto de los
mortales.
¿Pero para qué limitarse al partido de Iniesta contra el City? Es
verdad que hizo más controles de balones y más pases que cualquier otro
jugador; que su participación en el juego fue tan constante y él tan
ubicuo que fue por él que uno de los defensas rivales comentó después
del partido que le había dado la sensación de haber competido desde el
principio contra un equipo que jugaba con uno más. Iniesta fue el río
por el cual el juego del Barça fluyó.
Pero aunque no siempre esté tan presente en los partidos como lo
estuvo esta semana en Machester, nunca deja de brillar. Puede que no sea
el protagonista de la obra, puede que otros estén llamados a cumplir
hazañas más heroicas, pero su presencia en el escenario siempre atrapa
al ojo, como si le bañara la luz de un foco especial.
Hoy todos hablan de la troika Messi-Suárez-Neymar, que es lo que
define y distingue al Barça actual, pero ninguno de esos tres —no, ni
Messi— posee la gracia o elegancia de movimiento de Iniesta, ni lo
supera en la finura del primer toque. Suárez parece torpe junto a
Iniesta; Neymar, muchas veces, descabellado. Messi, Suárez y Neymar son,
cada uno a su manera, perros de presa. Iniesta es felino. Menos
frenético que los otros, más leve y ligero, cuando recibe el balón se
genera una ilusión óptica: sabemos que es rápido pero el tiempo parece
detenerse, como si se moviera en cámara lenta.
Es una pieza importante en el engranaje de su equipo pero será
recordado, en Barcelona y en el mundo, como una obra filigrana, o una
figura que representa el arte por el arte, como Rosa Novell, como
Leonard Nimoy, como Fred Astaire.
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