domingo, 27 de febrero de 2011

Tres más

Messi, Villa y Pedro sellan un trabajado triunfo del Barcelona en Mallorca en el que se reivindicaron Pinto, Adriano y Keita

LUIS MARTÍN - EL PAÍS-- 26/02/2011
En el Barcelona no hay suplentes, hay futbolistas que juegan más y otros que juegan menos. Eso suele explicar Guardiola y eso demostraron tipos como Pinto, Adriano o Keita, referentes en el vestuario por lo mucho que aportan dentro y porque siempre que aparecen en el campo aportan lo suyo. Así ocurrió en Palma de Mallorca. Suelen jugar casi siempre en la Copa pero aparecen poco o nada en Liga y Champions. Les tocó dar un paso al frente y darle la razón a su entrenador cuando dice que los títulos los ganan toda la plantilla, no 11 jugadores.

MALLORCA 0 - BARCELONA 3

0 - Mallorca: Aouate; Cendrós, Rubén, Nunes, Ayoze; Nsue, Martí, De Guzmán (Tejera, min. 71), Joao Víctor (Pereira, min. 60), Castro (Aki, min. 68); Webó.
3 - FC Barcelona: Pinto; Adriano (Montoya, min. 85), Piqué, Abidal, Maxwell; Keita, Busquets, Iniesta; Messi, Villa (Bojan, min. 70), Pedro (Afellay, min. 70)
Goles: 0-1. min. 38: Messi cabecea el balón por encima de Aouate tras un magnífico pase de Keita; 0-2. min. 56: Villa, rozando el fuera de juego, rompe la defensa en línea del Mallorca, regatea al portero y marca a puerta vacía; 0-3. min. 65: Pedro clava el balón en el ángulo opuesto al que se encontraba Aouate.
Árbitro: Velasco Carballo (comité madrileño). Amonestó a Martí.


Al Barcelona le costó lo suyo hacer los deberes y superar al correoso Mallorca, al que terminó por machacar. No le fue fácil encontrar el camino, porque faltó precisión, el ritmo en la circulación del balón fue más lento de lo habitual, y tampoco resolvió los duelos personales. Con dos líneas muy juntas cerró espacios el Mallorca, solidario y muy dinámico en el centro del campo, que llenó de gente, hasta cinco jugadores, y de trabajo. Especialmente activo se mostró De Guzmán, que parecía estar en todos los sitios para desesperación de Iniesta. Barrió el de Fuentealbilla la medular, asumiendo el papel principal que le exigía el guion. Con los rivales encimando, sin espacios, le faltaron líneas de pase. No las encontraron tampoco los dos centrales, así que se encalló el Barcelona en el inicio. El equipo de Guardiola, fuera de onda, llegaba tarde a las jugadas divididas y no alcanzaba a dar tres pases seguidos, por lo que no encontraba nunca superioridad.
El partido cayó en barrena, y enfiló al terreno que quiso el Mallorca, que se creció. Arrastrado por De Guzmán, se acercó antes el equipo de Laudrup al área de Pinto que al revés, lo que incomodó al Barcelona de tal manera que llegó a parecer descontrolado. En tales condiciones, no se activaba a Villa y a Pedro le ahogaron mientras Messi buscaba el sitio. Fue suficiente con que lo encontrara y con tres pases bien dados para que la resistencia local se fundiera. Camino del final de la primera parte, Aouate apenas había sido exigido cuando Busquets se la dio a Iniesta y el manchego a Keita, que activó la llegada de Messi al área con un servicio de cuchara. La Pulga hizo el resto: controló con la cabeza a la carrera y remató, otra vez de cabeza, para mandar la pelota a la red. Un golazo, sutil, propio de quien juega como un personaje de Oliver Twist, que diría Terry Venables. En el primer partido como titular en Son Moix, marcó el cuarto gol en suelo balear y sacó a su equipo del atolladero. Otra vez, Leo fue decisivo como nadie.
Sería injusto culpar a las tres novedades en el equipo del juego espeso del Barcelona en el primer tiempo. Muy al contrario, terminaron reivindicando su derecho a sentirse importantes y útiles en este equipo. Si fuera del vestuario quedaban dudas, demostraron que están para lo que se les pida. Al contrario, tiene mérito Laudrup, que como suele se ingenió un buen dispositivo con lo poco que tiene. Nunca había perdido contra el Barça en los tres partidos que le disputó antes y si sucumbió fue por un toque de genialidad de un futbolista imparable. Contra el repertorio de La Pulga, puro talento, parece imposible luchar. De cabo a rabo lo intentó el Mallorca, que se fue valiente a presionar la salida del balón, cerró espacios, discutió todos los balones, buscó en largo, apretó en corto y fijó las marcas atrás hasta que no pudo más.
Tan pronto como el Barcelona puso la quinta en la circulación del balón, dobló la rodilla el Mallorca. Le dio la puntilla al partido Villa, en el inicio de la reanudación. Tras un excelente pase de Busquets que le abrió el camino a un mano a mano contra Aouate, el asturiano no perdonó y la primera vez que olió el gol superó la salida del portero para terminar empujando a puerta vacía. A partir de entonces el Barcelona fue reconocible y, como si jugara con Valdés, Alves, Puyol y Xavi, se adueñó del partido, al que ni con el marcador en contra le perdió la cara el equipo de Laudrup.
Pero contra un remate como el de Pedro, que firmó el tercer gol, hay poco que hacer. Fue un golazo su disparo desde la frontal a la brasileña. El canario se sacó de la manga eso que llaman folha seca y aquí paz y después gloria. Tres goles y tres puntos más. Así escribe el Barcelona su historia en esta Liga.

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