JOSÉ RAMÓN LEIRAS-EL DIARIO MONTAÑÉS-09.01.2010
Los que llegan de fuera lo descubren y los de casa lo tenemos casi olvidado sin percatarnos que muchas veces el olvido es la muerte. Ahora estamos en la época de Obama, en el seguimiento de los escándalos, de los avatares y agresiones a Berlusconi, de la Carla Bruni y Sarkozy. Son tiempos revueltos, de corrupción de lo cotidiano. De divorcios reales, de gripes de 'frascos', de paros que no paran.
Nadie sabe más de la tierra que ellos, pero su tiempo se está acabando. En esos días de fríos y nieves después de parar a mitad del puerto de El Caracol, todavía hay que mirar hacia arriba para salir por la parte más alta de ese valle antes de llegar a Selaya. Es lugar de montañas. De cabañas de 'braniza'. De arrejuntarse todos. Marido, mujer, hijos y ganado. De trasiego, de 'mudas', de un ir y venir. Lugar de 'pasiegos'... Un dejar y un regresar a las cabañas 'vividoras' cuando el mal tiempo acompañado de invierno se les echaba encima. Otro volver a las cabañas de chimenea, el reducto de los últimos trashumantes del mundo moderno, de los habitantes de San R. de Riomiera, Vega de Pas, San P. del Romeral, y Espinosa de los Monteros. Lugar de 'pasiegos'. de lluvias, de fríos, nevadas y nieblas cerradas a ambos lados de los ríos Miera, Lunada, Sía y Trueba. De los hombres semejantes a Dios porque imitaron a Dios cuando crearon esos valles. Los suyos. De nadie más. Suyos, o de la Humanidad. Estrujando las ubres de sus pequeñas vacas sacaron la poca leche que les dio de comer. La justa para llevar al camión. En el trasiego volvían con alubias, con harina. con lo necesario para comer, seguir ordeñando y esparcir el estiércol del ganado por el prao cercado con piedras que rodeaba a la cabaña.
Reciclaje manual. Ecologismo de supervivencia alejado de iluminados y alumbrados como los del «Greenpeace», los del «Rainbow Warrior», los que miden lo 'verde' con la distancia que hay entre el bolsillo y la conciencia. Los protagonista de secuencias de película en Copenhague con smoking y pajarita cuando ellos, los pocos que van quedando, todavía huelen a boñiga después de ordeñar lo que les ha dado vida. Para seguir viviendo en las laderas de esos valles que piden mucho y casi no dan, cambiaron las vacas rojizas por las frisonas. El cambio duró poco o mucho, según se mire. Hace varios años la UE, los de allí que mandan aquí, echaron por tierra la posibilidad de seguir en lo suyo poniendo fin a un ecosistema parido por hombre yganado hace más trescientos años. Más de tres siglos. Han perdido ellos y con ellos, todos. Lástima. Y digo lástima porque al pasar por Vega de Pas he vuelto a ver colgados en los balcones de algunas de esas casas vividoras, sus 'casas', donde pasaban el invierno, el cartel de 'se vende'. El mercado inmobiliario también ha llegado hasta el corazón de lugar de 'pasiegos'. Eso no tiene precio. Ese entorno es suyo, o de la Humanidad. De todos. Aunque sólo sea como reconocimiento a esa gente de los valles que tanto ha contribuido a la economía de esta Cantabria que quiere llegar al infinito.
Los que llegan de fuera lo descubren y los de casa lo tenemos casi olvidado sin percatarnos que muchas veces el olvido es la muerte. Ahora estamos en la época de Obama, en el seguimiento de los escándalos, de los avatares y agresiones a Berlusconi, de la Carla Bruni y Sarkozy. Son tiempos revueltos, de corrupción de lo cotidiano. De divorcios reales, de gripes de 'frascos', de paros que no paran.
Nadie sabe más de la tierra que ellos, pero su tiempo se está acabando. En esos días de fríos y nieves después de parar a mitad del puerto de El Caracol, todavía hay que mirar hacia arriba para salir por la parte más alta de ese valle antes de llegar a Selaya. Es lugar de montañas. De cabañas de 'braniza'. De arrejuntarse todos. Marido, mujer, hijos y ganado. De trasiego, de 'mudas', de un ir y venir. Lugar de 'pasiegos'... Un dejar y un regresar a las cabañas 'vividoras' cuando el mal tiempo acompañado de invierno se les echaba encima. Otro volver a las cabañas de chimenea, el reducto de los últimos trashumantes del mundo moderno, de los habitantes de San R. de Riomiera, Vega de Pas, San P. del Romeral, y Espinosa de los Monteros. Lugar de 'pasiegos'. de lluvias, de fríos, nevadas y nieblas cerradas a ambos lados de los ríos Miera, Lunada, Sía y Trueba. De los hombres semejantes a Dios porque imitaron a Dios cuando crearon esos valles. Los suyos. De nadie más. Suyos, o de la Humanidad. Estrujando las ubres de sus pequeñas vacas sacaron la poca leche que les dio de comer. La justa para llevar al camión. En el trasiego volvían con alubias, con harina. con lo necesario para comer, seguir ordeñando y esparcir el estiércol del ganado por el prao cercado con piedras que rodeaba a la cabaña.
Reciclaje manual. Ecologismo de supervivencia alejado de iluminados y alumbrados como los del «Greenpeace», los del «Rainbow Warrior», los que miden lo 'verde' con la distancia que hay entre el bolsillo y la conciencia. Los protagonista de secuencias de película en Copenhague con smoking y pajarita cuando ellos, los pocos que van quedando, todavía huelen a boñiga después de ordeñar lo que les ha dado vida. Para seguir viviendo en las laderas de esos valles que piden mucho y casi no dan, cambiaron las vacas rojizas por las frisonas. El cambio duró poco o mucho, según se mire. Hace varios años la UE, los de allí que mandan aquí, echaron por tierra la posibilidad de seguir en lo suyo poniendo fin a un ecosistema parido por hombre yganado hace más trescientos años. Más de tres siglos. Han perdido ellos y con ellos, todos. Lástima. Y digo lástima porque al pasar por Vega de Pas he vuelto a ver colgados en los balcones de algunas de esas casas vividoras, sus 'casas', donde pasaban el invierno, el cartel de 'se vende'. El mercado inmobiliario también ha llegado hasta el corazón de lugar de 'pasiegos'. Eso no tiene precio. Ese entorno es suyo, o de la Humanidad. De todos. Aunque sólo sea como reconocimiento a esa gente de los valles que tanto ha contribuido a la economía de esta Cantabria que quiere llegar al infinito.
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